Els Comediants presentaron su 'Karnabal', una película festiva y libre para la sección de cine joven
El cine español, que protagonizó la jornada inaugural de la Mostra con Los paraísos perdidos, de Basilio Martín Patino, protagonizó de nuevo ayer, aunque fuera de concurso, una de las secciones del certamen con Karnabal, de Els Comediants. Un producto no habitual, distinto, que aquí ha sido seleccionado gracias al gran prestigio.de que goza este grupo teatral, triunfador de un carnaval veneciano al que asistieron invitados por Maurimo Scaparro.Realizada con gran libertad -la ayuda financiera que aporta TV-3 al comprar los derechos de antena ha insuflado atrevimiento a todos cuantos han participado en la elaboración del filme-, Karnabal es un intento de plasmar un mundo preexistente en la pantalla, un esfuerzo de traslación del universo mágico, festivo y de participación que caracteriza los trabajos teatrales de sus protagonistas.
Escenario a la italiana
A mitad de camino entre el cine y el teatro, lo cierto es que los mejores momentos de la película son los que transcurren en un escenario a la italiana. ¿Una nueva paradoja que incluir en el ya abultado y vetusto expediente destinado a esclarecer en qué consiste lo específicamente cinernatográfico? Más bien el truco radica en el plus de imaginación y alquimia de la imagen que puede aportar el cine en ciertos momentos.En cambio, cuando se trata de cine puro, de filmar de manera casi documental una dramaturgia que sólo adquiere sentido con la presencia e intervención del público, la película pierde interés y resulta una ilustración superficial o sea, que Mélies le puede al cine directo, que la inventiva de la narración cinematográfica ha de avanzarse a la lógica que imponen los hechos teatrales para que funcione.
Venecia mantiene una batalla subterránea con Cannes. Si bien no pretende disputarle el trono del negocio, sí aspira a arrebatarle el de la promoción por la vía del prestigio. Por eso, por ejemplo, Venecia ha incluido en la competición el último Alain Tanner, No man's land, que fue rechazado por el certamen francés, protector de otros filmes que resultaron auténticos fiascos.
Ahora Tanner y Venecia se cobran su venganza, demuestran que sí la última edición de Cannes ha sido decepcionante, se debe más a errores de sus organizadores que a la falta de buenas películas. Sin duda, No mans land es una buena película pero sólo porque Tanner es un cineasta muy seguro de sus recursos, que rueda bien, dirige mejor los actores y es muy brillante en el decoupage.
Pero eso no evita,que No mans land suene a falso, a ya visto, a dominio de una forma que sirve de fórmula para todo. En este caso los héroes y la historia forman parte de una nueva variación sobre el desarraigo y la imposibilidad fisica de encontrarse a gusto en un sitio concreto, de enraizarse.
En zona fronteriza
Esto se expresa, literalmente, situando la acción en zona fronteriza y mostrando contrabandistas que sueñan con comprarse un avión y buscar naturaleza virgen. Cuatro personajes viven una historia de amor y desamor. Paul (Hugues Quester) y Madeleine (Myriam Mezieres) desean irse, el primero a Canadá y la segunda a París. La otra pareja prefiere quedarse. La compone Paul (Jean Philippe Ecoffey) y Maly, una argelina que trabaja en la frontera.No mans land es un Tanner menor y un Godard domesticado. Aquí el autor de Dans la ville blanche (La ciudad blanca) aparece demasiado satisfecho de sí mismo y del material que tiene entre manos. Por eso los godardianos planos de paisaje o los saltos de tono de los diálogos son expresivamente bellos y cuidados, faltos de rabia.
El jurado que otorgará los premíos está compuesto por catorce miembros. El presidente es el cineasta polaco Kryzstof Zanussi y entre sus miembros destacan el arquitecto español Ricardo Bofill, el dramaturgo Eugéne lonesco, el director de cine John Schlesinger y el premio Nobel de Literatura griego Odysseus Elytis.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.