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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Intelectuales y política

Hay pensadores que se caracterizan por operar a partir de una reducción de lo real sin la que son incapaces de desarrollar un pensamiento (a esta reducción podemos denominarla ideología). El problema es especialmente grave cuando tal reducción bordea los límites de la simplicidad, y éste es el caso de Alfonso Sastre, al menos en los artículos publicados bajo el título El pensamiento de la derecha, hoy. Parte el señor Sastre de un planteamiento sorprendentemente maniqueo: sólo son auténticos pensadores los marxistas en tanto que críticos (de acuerdo que si un pensador no es crítico deja de serlo), y todo el resto no sólo no lo son, sino que además son unos necios e ignorantes y son motejados en su integridad de pensadores de la derecha (o de la posizquierda, tanto monta). Lamento no disponer del mismo espacio que el señor Sastre para desarrollar mis ideas, así que las enunciaré brevemente:En primer lugar, es falso que el compromiso de los intelectuales sólo lo sea en tanto que comunista o filocomunista. Creo que Fraga, Segurado, Guerra o usted están en un mismo grado de compromiso, bien que con ideologías diferentes. En este punto no he leído en su artículo ni una sola idea nueva, pues se ha limitado usted a repetir su Esta de idées reçues (es decir, que peca usted de lo mismo de lo que acusa a los pensadores de la derecha, y se toma usted mismo, en acrítico). Pero en el tema en el que el señor Sastre patina de forma más evidente es cuando toca el tema del nacionalismo: según él, el nacionalismo fue un instrumento de lucha de las fuerzas reaccionarias en otros tiempos, mientras que ahora lo es de las luchas revolucionarias. ¿Y por qué no pensar que esas fuerzas revolucionarias actúan de una forma profundamente reaccionaria? Y cuando el señor Sastre llega a hablar de Ramiro Ledesma Ramos y cita su frase ("El individuo ha muerto") y nos cuenta la sociedad por la que clamaba, la discrepancia se nos vuelve escalofrío y no podemos evitar el comparar ese mundo uniformado por el fascista español con el muy real que se produce en los países de régimen comunista. Por último, por favor, señor Sastre, no vuelva a escribir sensu strictu, sino stricto sensu

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