Vendedor de versos, su último trabajo
Luis López Rueda no tenía trabajo ni domicilio fijos cuando lo detuvieron el pasado viernes. Iba vestido con una gabardina y con botas altas, pese al calor de casi 40 grados de temperatura ambiente en Madrid.El presunto asesino de su suegro -Casiano Santamarina- había trabajado como administrativo en una sucursal bancaria, pero rompió con el matrimonio y la rutina burocrática hace unos dos años porque no le gustaba "la vida convencional", según dijo a su familia. Su último trabajo fijo conocido fue la venta a domicilio. Sólo le dedicó unas semanas.
Luis López Rueda apuntaba rasgos de carácter fronterizos con la anormalidad, el principal de los cuales era su violencia. La gente próxima a él empezó a temer sus extraños arrebatos. El actualmente acusado de asesinato es también adicto a la heroína. En su caso no se conoce son certeza si la drogadicción es causa de su comportamiento anormal o viceversa. No es el yonqui habitual que apuñala a cualquiera para conseguir el dinero justo para una dosis. Su comportamiento presuntamente perturbado parece obedecer a otro tipo de causas, que no han sido estudiadas médicamente.
En los últimos tiempos, Luis López Rueda ejercía de poeta y dormía en la calle. Dejaba un papelito con versos encima de las mesas de los bares y luego solicitaba la voluntad para subsistir.
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