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Crítica:IX FESTIVAL DE JAZZ DE VITORIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sintetiza, que algo o mucho queda

La banda Los Migueles (Mainieri y Brecker) tuvo un notable triunfo en el coso de Mendizorroza durante la pasada feria jazzistica. En el interregno había puesto en circulación un disco de los que te acogotan a la primera escucha (Modern times), cambiado el 60% de la formación y adquirido una futurista parafernalia de cacharritos especializados en el nuevo arte de la sintetización. Quedaba pues, más que justificada una nueva contratación, y la repetición de cartel no defraudó ni a los más quisquillosos. Steps Ahead dejó satisfecha a la concurrencia tras una actuación de las que merecen rabo y dos orejas.¿Hacia dónde conducen los pasos al frente? En sustancia, hacia el virtuosismo y la experimentación instrumentales. Steps Ahead no crea nuevos sonidos. La textura y esqueleto de sus composiciones vendrían a ser como una pulcra e inspirada mezcla entre el mejor Weather Report y el hechizante trabajo que elabora desde hace unos años Andreas Wollenweider. La medida exacta de su aventura no la ofrece Steps en sus grabaciones, sino en directo. Una cosa es que buena parte de su obra suene a esquemas ya conocidos; otra, contemplar boquiabierto de qué instrumentos extraen su mágica sinfonía. Por el afán de experimentación instrumental es por lo que se convierte en auténtico vanguardismo lo que un malintencionado llamaría refrito.

IX Festival de Jazz de Vitoria

Steps Ahead: Michael Brecker, saxos; Mike Mainieri, vibrafóno; Peter Erskine, batería; Victor Bailey, bajo; Chuck Loeb, guitarras. Bob Jarnes Group: Bob Janies, teclados; Gary King, bajo; Kirk Whalum, saxos, tenor y soprano; Dabe Brown, guitarra; Harvey Mason, batería; Leonard Doc Gibbs, percusión.Polideportivo de Mendizorroza. Vitoria, 16 de julio.

Enjambre de teclados

Los Steps llevan camino de sintetizarlo todo. No dejaba de ser inquietante en ciertos pasajes que mientras Loep tocaba guitarras, Brecker saxos y Mainieri vibráfono, los tres sonaran como un enjambre de teclados electrónicos. Manda la revolución científico-técnica, y cerrar los oídos al inmediato futuro sería franca estupidez. Guitarras sintetizadas, saxos sintetizados, vibráfonos sintetizados, ¿por qué no? Los otros, los instrumentos acústicos, ya hace mucho tiempo que los dominan. En 1985, el placer tiene pleno derecho a esconderse en los repliegues de un In a sentimental mood interpretado a la manera del dúo Brecker-Mainieri.

Aunque parte del encanto que atesora Steps Ahead está en la fácil memorización de sus melodías, estamos ante cinco inmensos jazzmen, algo que no puede dudarse ni por un instante. Bailey y Erskine componen una de las rítmicas más virtuosas y contundentes de la actualidad, Mainieri es un fuera de serie indiscutible, Brecker conoce todos los trucos y mantiene un permanente desafio consigo mismo, mientras que Loep es ya una figura con casta de la guitarra sintesónica. Conforman un grupo arrollador, honesto y creativo. Steps Ahead: verles es quererles.

La fórmula de Bob James ya es harina de otro costal. Música de ascensor, muzak de lujo, una fórmula comiéndose a la inspiración, un jefe de filas con mentalidad de productor, un sibarita del buen sonido que casi nunca se preocupa por la buena música. A veces sí lo hace por los buenos músicos, y se aleja del bajo listón que en el mundo del arte marca la simple competencia. El saxofonista Kirk Whalum o el percusionista Leonard Gibbs pueden considerarse aceptables ejemplos al respecto, pero unos ladrillos bien puestos aquí o allá no consiguen salvar el edificio.

Bob James -sólo soportable ante un piano acústico- es un excelente epígono de la grandilocuencia. Más que temas, compone y arregla sintonías para series televisivas o para servir de cortina a programadores de FM con imaginación de mosquito. Dentro del negocio, que no del arte, a James le salva ocupar el lugar que ocupa, y lo mejor que se le debe es haber implantado el perfeccionismo en la banalidad.

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