Imprevisto homenaje de Antoni Besses a 'La música callada', de Mompou
ENVIADO ESPECIALEl pianista barcelonés Antoni Besses aportó un imprevisto homenaje en la noche del pasado viernes que, aunque parezca mentira, no se había escuchado nunca en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada desde su fundación hace 34 años: La música callada, de Federico Mompou, una de las aportaciones más bellas, originales y trascendentes de nuestros compositores a la cultura occidental.
Por enfermedad de la pianista Eulalia Solé, que debía tocar cuatro autores españoles actuales junto a la santísima trinidad de la Escuela de Viena, se invitó al barcelonés Antoni Besses, pianista de crecido prestigio nacional e internacional. Con 24 horas de antelación está claro que Besses no podía hacerse cargo del programa de Solé.
Festival Internacional de Música y Danza de Granada
Obras de Federico Mompou. Concierto del pianista Antoni Besses. Auditorio Manuel de Falla. Granada, 12 de julio.
Así, lo que pudo ser un sucedáneo se convirtió en el remedio de una grave carencia. Y si La música callada, última y apurada síntesis del arte de Mompou, de su vitalidad, su alma y su espíritu, no es mensaje mayoritario al carecer de todo fuego de artificio supone, en cambio, la más alta muestra de concisa y alquitarada poética sonora; una búsqueda, a través del contacto físico con el piano, de la expresividad más íntima y de la perfección como estética.
El decano de nuestros compositores, ese maravilloso artista y extraordinario ser humano que es Federico Mompou, se merecía, además, este homenaje que desde Granada le enviamos todos hasta su mirador del paseo de Gracia barcelonés. Más todavía si la versión alcanza la autenticidad, tersura, recogimiento y mesura sonoras conseguidas por Antoni Besses.
El pianista catalán ha desentrañado hasta el último rincón de los pentagramas callados para evidenciar esos ecos que en Mompou se confunden con las voces de una larga época: jirones de folclore catalán, rasgos de romanticismo parisiense, impresionismo mediterráneo, misticismo un poco a lo Scriabin o desnudez a lo Satie. Vivencias que se reflejan en la muestra de Mompou para convertirse inmediatamente en otra cosa.
El público que asistió a la, noche dedicada a Mompou, no se sintió defraudado, si dejamos aparte a algunos que no debían saber a qué y por qué iban y abandonaron pronto el auditorio Falla con ruidosa descortesía. La música callada en la versión de Besses, tan distinta a la del mismo Mompou y al mismo tiempo tan valiosa, quedará como uno de los más hondos recuerdos de la presente edición del festival granadino.
La verdadera contribución del nuevo director del festival, Antonio Martín Moreno, reside en los cursos Manuel de Falla y en los conciertos que los complementa.
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