1.200 millones de chinos en el horizonte
Pekín dirige la planificación familiar hacia el hijo único y establece la barrera poblacional para el año 2000
El control de la demografía en China, país con más de 1.000 millones de habitantes, figura como uno de los objetivos prioritarios del actual equipo dirigente de Pekín. La política de un hijo por cada familia es seguida generalmente en las zonas urbanas, pero no sucede lo mismo en las rurales, a pesar de las sanciones que impone el Gobierno en caso de un segundo o tercer hijo. El esfuerzo demográfico de las autoridades chinas está dirigido ahora a conseguir que en el año 2000, como quien dice a la vuelta de la esquina, el país más poblado de la Tierra no rebase la frontera de los 1.200 millones de personas.
En la ciudad de Shanghai -la más poblada de China, con más de 12 millones de habitantes- es donde se calibra mejor el alto nivel demográfico del país. Shangha¡ es un desfile constante de gente, con una densidad de habitantes por kilómetro cuadrado tres veces superior a la de Nueva York.El horizonte de los dirigentes chinos en materia demográfica, en un país donde ya vive el 22,6% del censo mundial, es que la población del gigantesco país no supere los 1.200 millones de seres en el año 2000. De momento, el último censo dio la cifra de 1.031.882.511 habitantes a las cero horas del día 1 de julio de 1982. Hoy, tres años después, los chinos son posiblemente ya unos 40 millones más, teniendo en cuenta que el ritmo neto anual de crecimiento es de unos 14 millones de personas.
"En Shanghai la planificación familiar comenzó desde principios de los años sesenta, reforzándose en los años setenta y con resultados muy positivos en la actualidad", dice la señora Li Jie Ping, responsable de los servicios de control de natalidad de la ciudad de mayor índice de población y densidad demográfica de China.
Oficialmente, la planificación familiar "se hace sobre la base del Estado, pero con la libre elección de las masas", según la señora Li. En los años setenta cada familia de Shanghai tenía dos o tres hijos. Actualmente la mayoría tiene uno solo. ¿Por libre elección de las masas?
"En realidad", reconoce la señora Li, "hay ventajas sociales para aquellas familias que aceptan tener un solo hijo". Desde el acceso a una vivienda mejor y medicamentos gratuitos, hasta primas financieras, cinco yuanes por mes, o unas 320 pesetas, cantidad respetable en un país cuyos salarios medios mensuales oscilan entre 600 y 870 yuanes (4.000 y 6.000 pesetas). Como prueba de patriotismo por aceptar tener un solo hijo, se concede a las madres un certificado de hijo único.
"Para las familias que tienen más de un hijo no hay ayudas y se les descuenta el 10% del salario durante tres años. Esto tiene por objeto educar a las masas sobre la importancia de la planificación familiar", añade la señora Li, madre de dos hijos aprovechando que en los años setenta era todavía posible sin temer a represalias oficiales.
Hay también multas -que pueden llegar hasta los 2.000 yuanes, o el salario de año y medio- para aquellas personas que no siguen las recomendaciones oficiales sobre procreación en el país más poblado de la Tierra.
Entre la población rural 80%del total de los habitantes de China-, la política de planificación familiar es impopular. En algunas zonas -en general las de menor densidad, o de minorías nacionales-, el Gobierno practica cierta tolerancia. En otras se habla de infanticidio, no reconocido oficialmente; parece que en algunas familias campesinas dejan morir a los recién nacidos en caso de que sean niñas. Entre la gente del campo persiste la creéncia de que cuantos más hijos, más brazos, tanto para el trabajo de la tierra como para el sostén de los padres en la vejez.
Resultados positivos
En los carteles callejeros, en los diarios, radio o televisión, la propaganda oficial promueve las ventajas económicas, sociales y educativas de la política del hijo único. En las fábricas hay centros de planificación familiar, con distribución de anticonceptivos. "El aborto", concluye la señora Li .se admite y se practica como última instancia, pero no se estiinula".
En Pekín rechazan los propósitos de la Administración norteamericana del presidente Ronald Reagan que, al hilo de los movimientospro vida estadounidenses, intentaría modificar a la baja la ayuda económica de Washington para aquellos países en vías de desarrollo que estimulan el aborto.
Los resultados de la planificación demográfica en China son positivos. Lo ilustran las cifras: se ha pasado de un índice de crecimiento natural de la población del 26 por 1.000 anual, en 1970, al 14,55, en 1981, y al 11,54, en 1983 El objetivo es conseguir tener sólo 1.200 millones de habitantes en el año 2000.
13 por docena
La familia Lou Gui Tan vive en una ciudad modelo, en un barrio periférico de Shanghai, en un espacio de tres habitaciones, de unos 40 metros cuadrados en total, con sus dos hijos y la nuera.Lou, Ya Ping, de 27 años, está embarazada y espera alumbrar una niña para mediados del próximo mes de septiembre. "Todos queremos una niña en la familia", dice la futura abuela, Zhu Gui Quing, que en la época en que no había restricciones familiares tuvo tres hijos varones.
¿No le gustaría tener más nietos? "De todas formas, es probable que tenga ya tres", sonríe la señora Zhu, que se muestra totalmente partidaria de la planificación familiar. Recuerda su época de madre con tres críos pequeños, cuando debía llevarlos a la fábrica textil porque no había guarderías. Eran los tiempos duros de los años sesenta.
Hoy, en el pequeño apartamento de la familia Lou se respira la prosperidad de la reforma china. Entre el marido y el hijo mayor, ambos trabajadores en la construcción, ingresan unos 400 yuanes mensuales, gracias a la nueva política de primas a la producción. El hijo pequeño, de 17 años, estudia y prepara el dificil ingreso en la universidad. Tienen un televisor en blanco y negro debidamente tapado con una funda de colorines y un gran ventilador para calmar el sofocante calor de la ciudad portuaria de Shanghai.
Falta la nevera, que esperan comprar pronto. En el techo del armario hay una gran maleta de color rojo, prueba -junto a las fotos bajo el cristal de la mesilla del recibidor-dormitorio- de que la prosperidad de la familia Lou, firme partidaria de la política de hijo único, da incluso para algún que otro viaje.
A unos 6.000 kilómetros de Shanghai, en la localidad de Kashgar (en el noroeste chino, fronterizo con la URSS y Pakistán), la familia de Hajoi, de la etnia uigur, del antiguo Turkistán, recibe al forastero en una pieza única de unos 20 metros cuadrados, la mitad tapizada de alfombras y cojines, mientras el viento del cercano desierto remueve las cortinas de mil y un colores que cubren del sol las cuatro ventanas del recinto. La familia de Hajoi, un agricultor independiente de 35 años, tiene ya siete descendientes y su mujer está embarazada.
"Creo", dice Hajoi al intérprete, .que para esa región es bueno tener muchos hijos, para que continúe la prosperidad". Sirven té hirviendo a los invitados y hay grandes tortas de pan, miel y confituras porque hace cinco días fueron las festividades islámicas de Kashgar. Los niños corretean en el interior de la vivienda y el amplio patio, mientras el padre se esfuerza en querer sacar de la casa una gallina que también quería participar en el festín.
Una hectárea de árboles frutales -manzanos en especial- junto a una miniganadería surtidísima constituyen la fortuna de la familia numerosa de los Hajoi. Gracias a la reforma económica hoy son plenos responsables de decidir la producción, y cuentan con buenos excedentes para ingresar unos 6.000 yuanes anuales, cifra cuatro veces superior a la media de las familias urbanas que viven de la industria.
Por eso los Hajoi creen en la posibilidad de mantener una numerosa descendencia y ven como algo muy lejano las normas demográficas de hijo único que llegan desde Pekín. Las autoridades chinas no sancionan a las minorías étnicas, como los uigur y otras, en materia de control familiar.
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