_
_
_
_

Vivir en paro

La optimista conclusión sobre el nivel de vida de los hogares bajo el signo del paro se debe, según el Instituto Nacional de Estadística -editor de la encuesta y del falleto- , a la provisionalidad de la situación de paro de estos puntales económicos familiares, a la incorporación al trabajo de otros miembros de la familia e "incluso una diversidad de origen de rentas, entre las que cabe destacar por su importancia el subsidio de desempleo".A este superparado (de él depende una familia y suele provocar el paro de sus hijos, que de otro modo estarían, estudiando y no buscando vanamente un trabajo) se une el subempleo que sufren otros 226.180 cabezas familiares, de cuyos mermados ingresos (trabajan menos de un tercio de la jornada) dependen 525.877 personas. Las comparaciones siguientes se darán sólo entre el cabeza de familia parado y el que trabaja más de un tercio de la jornada. Los datos de la encuesta, realizada entre 1980-1981, de haber sufrido una variación, sin duda ha sido a peor.

Más información
El oculto de la encuesta: depresión y miseria

Según esta encuesta, un 53,2% de los cabezas familiares parados llevaba buscando trabajo menos de un año, y un 45,8% hace un año tenía empleo. De esto deducen los encuestadores lo fluctuante de tal situación.

Como las desgracias nunca vienen solas, la encuesta señala que los parados suelen ser más prolíficos. El tamaño medio de estas familias es de 4,3 personas, frente al 4,1 de aquellas cuyo sustentador trabaja. Estas diferencias se acrecientan para las familias de más de seis miembros, más de un quinto (20,10%) de las cuales corresponden a un padre parado, en tanto que sobre los padres activos sólo recae un 16,92% de ellas.

El nivel de formación del sustentador principal es determinante: los hogares donde éste carece de estudios o es analfabeto son los que acaparan el mayor volumen deparo. Son legión igualmente los cabezas de familia que pese a contar con formación profesional sufren el desempleo. Tal parece que el paro fuese contagioso: cuando el sustentador principal está en paro su cónyuge tiene más dificultades para trabajar. Estos consortes se hallan también en paro en un 3,3%, porcentaje que es tres veces inferior para los cónyuges cuyo sustentador principal trabaja.

La cantidad de cónyuges que se dedican a las labores del hogar (en torno al 79%) apenas varía en función de que el cabeza trabaje o no. De ahí se deduce que los cónyuges de parado no parecen buscar trabajo con mayor afán que aquellos que gozan del amparo de un sustentador en activo. Esto cabe atribuirlo a dos factores: los cónyuges de parados suelen tener a su cargo una mayor prole y un menor nivel de estudios, que sólo les daría opción a trabajos poco cualificados, que por añadidura exigirían una retribución para quien les sustituyera al frente de sus tareas domésticas. Los hi os con edades entre 14 y 21 años de edad cuyo cabeza de familia económico está en paro son los que con más ahínco buscan trabajo (29,2%, frente al 11,6%, cuyo afortunado padre o madre trabaja), Sin embargo lo disfrutan en menor proporción que aquellos cuyo padres están empledos.

Alta desescolarización

Los hijos de parado o de mujer parada sufren una menor tasa de escolarización que los hijos de padres trabajadores, cuya desproporción aumenta a medida que crece la edad de los inuchachos. Del grupo de 6 a 13 años la menor tasa de escolarización (aunque sea del 96,9%) corresponde a padres parados, lo que es particulamente significativo dado que en esta etapa la enseñanza es obligatoria. Sin embargo, los hijos de padres parados con edades entre los 14 y 17 años estudian en una proporción inferior en casi un 25% que aquellos jóvenes cuyo sustentador sí trabaja.Esta desproporción se dobla para los jóvenes de 18 a 24 años, cuya peor parte toca igualmente a los hijos del paro. Éstos, en su intento de buscar empleo y compensar el desempleo paterno, engrosan el paro juvenil, que en el segundo trimestre de este año, contando sólo los que habían trabajado ya antes, era de 858.200 muchachos. Esta espiral desempleo paterno-abandono escolar de los hijos impedirá a estos últimos tener acceso a puestos bien retribuidos. El desempleo femenino se cifra en un 6,3%, dentro de una tasa de actividad que se mantiene en un 27%.

En lo referente al capítulo de ingresos, el 45,8% de los cabezas familiares parados dijo haber tenido el año anterior ingresos por trabajo por cuenta ajena u otras fuentes; otro 42,2% dijo haber ingresado sólo por el subsidio de desempleo; un 8,4% tuvo ingresos por cuenta propia o de otro tipo -nunca por cuenta ajena-; y un 2,8%, es decir, 13.588 padres, no tuvieron ingreso personal alguno. Estas cifras se realzan si se tiene en cuenta que de todos ellos dependen 1.593.082 personas, de las cuales un 79,5% no percibe ingresos de ningún tipo.

También hay variaciones de ingresos según el área geográfica: los ingresos medios de las familias con el cabeza familiar económico en paro.que habitan en Extremadura y Andalucía fueron inferiores en un 24% y un 19% respectivamente a la media nacional de los hogares' en tal situación, y muy por debajo de Aragón, Cataluña y Cantabria. El nivel de ingresos aumenta conforme al tamaño de la población. Así, las familias del paro de municipios menores de 2.000 habitantes ingresan un 30% menos que las que residen en ciudades de más de 500.000 habitantes. También influye la edad: los padres desempleados entre 45 y 54 años ven ingresar en su hogar 1,5 veces más que aquellos donde el sustentador tiene más de 65 años, a lo que contribuyen no sólo los ingresos del cabeza sino de los demás miembros familiares.

53% menos de consumo

Los gastos medios anuales de los hogares del paro se sitúan en torno a las 691.673 pesetas, en tanto que esta cifra es de 1.027.276 para las familias cuyo sustentador principal trabaja. Estas diferencias se acrecientan si se considera que los parados tienen una mayor prole, por lo que cada miembro de estas familias consume un 53% menos que los hogares donde trabaja el cabeza. Las cifras declaradas de ingresos, en contradicción con dicho nivel de gastos, aún alimentan tales diferencias.En el capítulo del consumo de alimentos las mayores diferencias se observan en el consumo de carne y pescado, que las familias de parado compran un 24% y un 30% menos respectivamente, desproporción extensible a las frutas. Por el contrario, la cesta del parado contiene mayor cantidad de cereales, leche y derivados, huevos, azúcares, verduras y leguminosas. Estas diferencias de nutrición se traducen en un déficit diario de dos miligramos de ácido fólico, contenida en la carne de vaca y ternera, en acelgas y espinacas. Reciben a duras penas la dosis justa de magnesio y vitamina D, y les falta zinc.

También es más reducido su gasto en servicios médicos (0,1% menos), en esparcimiento, enseñanza y cultura (1,2% menos), y en vestido y calzado (0,7% menos). Los cabezas que trabajan se permiten unos gastos de enseñanza por estudiante de EGB o de BUP que casi triplican los que afrontan los padres parados.

Hogares peor dotados

En lo referente a la vivienda, los padres parados son en un 45%. propietarios de su vivienda, proporción inferior a los demás conjuntos. Particularmente dramática es la situación de ese 21 % de familias que por tener acceso a la propiedad deben realizar un importante volumen de pagos, que mal se conjugan con el desempleo de su sustentador. Tampoco es fácil para ese 27% de familias que, bajo igual lacra, debe afrontar el pago de alquiler. Obviamente, apenas disfrutan de viviendas cedidas gratuitamente, por ser anejas a trabajos (militares, porteros, guardas, etcétera). Los hogares del paro se encuentran ligeramente peor dotados que los de trabajadores y sólo carecen en mayor medida de teléfono y garaje.

El 91 % de estos hogares tiene frigorífico; un 58% tiene lavadora automática; un 15,2% dispone de televisión en color (80% en blanco y negro) y un 42,5 % posee automóvil o motocicleta (20,3%). Porcentualmente están más dotados de los bienes ya sustituidos en otros hogares, como es el televisor en blanco y negro y la motocicleta o bicicleta como vehículos de transporte. Las mayores carencias de los hogares del paro se dan en lo referente a aspirador, tocadiscos o equipo de filmación. El estigma del paro no parece influir decisivamente, según la encuesta, en la forma de adquirir los bienes de equipamiento, aunque las familias que están bajo tal circunstancia optan en mayor proporción por la compra a plazos.

Sólo en lo referente a adquisición de electrodomésticos se aprecia un ostensible mayor nivel de endeudamiento por estas familias con respecto a otros colectivos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_