El oculto de la encuesta: depresión y miseria
La estadística no dice toda la verdad: si de dos personas, una come dos pollos, la encuesta dirá que ambos comieron uno. Y uno de ellos bien sabe que no es cierto. Tampoco mide una encuesta la cuota de depresión que experimenta un parado y sus familiares. La lectura de los historiales de los cabezas de familia que piden ayuda a Cáritas carentes de toda otra vía de ingresos permite zambullirse en un submundo donde no desmerecerían los personajes de las novelas de Zola o Galdós.J. A. C. S. Albañil, despedido al término de la obra. No cobra subsidio, pues agotó todas las prestaciones. Tiene mujer y dos hijos de 9 y 10 años. "Psíquicamente se encuentra muy mal. Existen ya conatos de depresión. La familia les ha dicho que en adelante podrán ayudarles".
E. C. M. No tiene derecho a subsidio ni a Seguridad Social, pero posee cartilla de beneficencia. Tiene tres hijos de seis, tres y dos años, a lo que se suma el abandono y desatención por parte del marido". La situación económica de las personas a su cargo es "muy precaria". Sufre "depresiones anímicas frecuentes".
J. M. B. Camarero. Se quedó sin trabajó hace siete años por quiebra del bar. El subsidio de paro "hace mucho que dejó de cobrarlo". Ahora sólo tiene la cartilla de beneficencia y la pensión de invalidez de su madre. "Entre atender a la madre y no tener trabajo sufre continuas depresiones".
J. M.C. Montador de calzado hasta que quebró su empresa. No le ha quedado subsidio, pues, aunque llevaba ocho meses trabajando, la empresa le dio de alta tres meses antes de cerrar. Su esposa está en el tercer mes de gestación y tienen ya otro pequeño. Viven en casa de la madre de él, de cuya pensión subsisten los cuatro. "Ser un chico joven y no encontrar trabajo y tener a su mujer en estado le hace deprimirse... El muchacho se ha puesto a vender libros, pero se le da mal".
C. S. B. Asistenta. En paro por enfermedad. No cobra subsidio, aunque sí goza de Seguridad Social, cuya cotización "se paga como puede". Sus dos hijos "comen en el colegio lo que pueden". El pequeño, de 13 años, "se encuentra afectado y preocupado por la necesidad que pasan".
A. A. E. Protésico dental de origen nigeriano, con esposa y tres hijos. No cobra paro, pero recibe asistencia médica de la Seguridad Social. Han tenido ayuda del padre de él hasta que murió en accidente. El matrimonio vive con de savenencias por la difícil situación. Tienen un desahucio pendiente por impago de alquiler. Ella se encuentra muy depresiva.
L B. I. Conductor. En paro desde diciembre de 1984. No cobra subsidio de desempleo. Tiene esposa y tres hijos pequeños. Están todos en tratamiento en un hospital psiquiátrico. Las repercusiones psíquicas y fisicas son "bastante acusadas por la falta de medios económicos". La esposa está en tratamiento de artrosis aguda progresiva, reuma y cirugía cardiovascular.
J.Y.R. Albañil. Sufrió un despido forzoso en 1982. Tiene esposa y cuatro hijos y carece de toda expectativa de empleo. Agotó todas las prestaciones, pero dispone de Seguridad Social. "Él está muy deprimido por la mala situación familiar; se siente acomplejado y se aísla". Confía poder hacer una chapuza este verano.
M. H. M. Asistenta. Viven con ella tres hijos: uno cumpliendo el servicio militar, otro en el paro y un tercero que "le gustaría terminar y no puede" sus estudios de peluquería. Una retahíla más de hijos, casados o independizados, requieren su ayuda. Espera cobrar el paro y dispone de Seguridad Social. La fortuna no ha dejado de sonreírle. "A los dos días de entrar en un nuevo trabajo la detuvieron acusada de robo en la casa anterior. Todo el dinero que tenían lo gastaron en pagar la fianza".
M. E. F. C. No ha trabajado desde que se casó. Hace un año la abandonó su marido, que le ayudó hasta que perdió su trabajo hace tres meses. Tiene dos hijos. El mayor, de 10 años, sufre parálisis cerebral. Le es imposible pagar las 25.000 pesetas del alquiler del piso.
J. A. S. M. Albañil. En paro desde diciembre de 1984, con esposa y ¡siete hijos, siete!, entre 18 y 2 años. Aún no ha percibido los tres meses de subsidio que le corresponden. Tanto él como su esposa están delicados de salud.
M. N. J. Camarero. Casado y con dos hijos. Su padre vive con ellos y aporta su pensión -10.000 pesetas-, que, junto con lo que venden, son la única fuente de ingresos. Su situación "no es nada buena", pero las repercusiones psicofisicas, según Cáritas, "son muy pocas debido a la manera de ser de los gitanos".
M. C. J. Vendedor ambulante. Casado, dos hijos. Las ventas van muy mal y sólo cuentan con la beneficencia. "No tienen para vender más que calcetines y piden 30.000 pesetas para comprar batas".
F. G. S. Albañil, del que dependen esposa, seis hijos y cuatro nietos. Dejó de cobrar el paro hace un año. Los únicos sueldos que entran en el hogat son 20.000 pesetas de una hija y 9.000 de la madre. Repercusiones: "Bastantes. Una hija está ingresada en una casa de reposo y los tres pequeños están anémicos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.