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PLAZA DE LAS VENTAS

Público veraniego y triunfalista

LUIS M. MORCILLO El público que ayer casi llenó el coso de Las Ventas tenía la neura del triunfalismo. El agobiante bochorno azotaba los tendidos. Sólo así es explicable la insistente petición de la segunda oreja para Julio Robles en el quinto de la tarde y la aparatosa bronca que le dedicaron al señor Font por no concederla. El calor de la tarde nubló la vista y no se dieron cuenta del descarado bajonazo con el que Robles rematé su faena, en la que abundó el toreo con el pico de la muleta, sin dar salida al toro en muchos muletazos, sin fajarse ni embraguetarse nunca con su enemigo, precaución sólo disculpable porque el torero recibió un palotazo con una banderilla. Desde ese momento, la distancia entre Julio y Sombrerito, que así se llamaba el toro, cabían cuatro sombreritos más.De la labor de Robles en este toro sólo merece recordar un natural ligado con el pase de pecho. Ocurría que la faena de Robles en el segundo toro, en la que nada más destacaron unos lentos naturales con la muleta muy mal cogida con la punta del estoquillador, había sido premiada, muy generosamente, con una minoritaria orejita. Y, claro, había que pedir otra, otra que hubiera sido inmerecida.

Paza de Las Ventas

Madrid, 7 de julio. Toros de Aldeanueva, muy flojos, con casta. Curro Romero: protestas. División. Julio Robles: oreja. Oreja y petición de otra. Pepe Luis Vázquez: vuelta. Silencio.

La expectación de todos rodeó a Curro Romero, al terminar el paseíllo, y el sevillano correspondió a ella echándole enormes deseos al asunto. Un primer toro de carita alta y molesto gazapeo, sólo le per-, mitió un bonito comienzo de faena. Luego, se le quedó muy corto el toro y Curro estuvo voluntarioso y con muchas ganas de agradar, sm conseguirlo. El cuarto fue protestado por su invalidez y Curro se quedó muy quieto y lo toreó con esos derechazos suyos, llenos de empaque y naturalidad y en los que falta el giro de cintura, explicable porque a los 50 años ya se tienen michelines.

Lo más torero de la tarde lo hizo Pepe Luis Vázquez. De enorme gusto fue el principio de su faena al tercero, con el que se salió a los medios de forma torerísima e inspirada.

Derechazos templados

La faena se compuso de derechazos templados, con mucha pinturería y gracia pero su trabajo fue de más a menos y, al final, cuando acabó de estocada muy atravesada, los que se dieron cuenta que la nobleza del toro exigía un trabajo más redondo, le pitaron durante la vuelta al ruedo. El sexto toro cabeceaba y tomaba muy mal la muleta y Pepe Luis abrevió para quitárselo de encima.

Los toros de Aldeanueva demostraron casta y nobleza, destacando muy por encima la entrega del quinto toro, que acudía de lejos a los cites y se resistió a morir tras la estocada rinconera de Robles. A todos se les picó muy poco y todos sacaron flojedad de remos.

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