El cese de Morán

La caída de Morán, sin duda el ministro más popular hoy del Gabinete tras el espectacular logro de la firma del tratado con la CEE, constituye un dato esencial de una crisis que, a priori, se consideraba sólo trivial y de contenido eminentemente económico.Pese a algunos pretextos de índole personal y privada que, con dudoso gusto, se han esgrimido en medios gubernamentales, no cabe duda de que el cese de Fernando Morán ha estado motivado por el teórico antiatlantismo de quien escribiera en 1980 un resonante libro -Una política exterior para España- en el que se pronunciaba abiertamente en contra de la pertenencia de nuestro país a la Alianza Atlántica.

Este argumento, sin duda esencial en la valoración del presidente del Gobierno, ha estado presente a intervalos en la trayectoria pública del cesado ministro de Asuntos Exteriores: cabe recordar la desautorización de Felipe González a Morán cuando éste matizaba una rotunda defensa de los euromisiles que aquél había hecho en Alemania; el enfrentamiento que mantuvo el ministro con Serra y con Boyer en el dilema de integrarse o no en el COCOM, o tratado de no reexportación al Este de la tecnología de doble uso; las pequeñas discrepancias constantes entre Felipe González y Morán en las declaraciones que hacían referencia a la Alianza... Unas diferencias tan notorias que ya sembraron el rumor del cese cuando circuló, hace un año, la especie de la primera crisis ministerial, finalmente abortada.

En cualquier caso, parece que Morán, a pesar de su reconocida eficacia, que ha rendido valiosos frutos en la adhesión a la CEE -precedida de un útil desbloqueo de las relaciones con Francia-, nunca logró conectar íntimamente con González ni entrar en el círculo de los próximos al presidente.

Evidentemente, el cese de Morán no es el relevo normal de un ministro gastado. Su descabalgamiento del Gobierno tiene el ya mencionado sentido político que a partir de ahora va a plasmarse en una decidida campaña pro OTAN dirigida por el sentido genuinamente occidentalista del socialdemócrata Fernández Ordóñez. Desde este punto de vista, no cabe duda de que la incorporación del hasta ahora presidente del Banco Exterior -hombre controvertido que ha sabido guardar prudente silencio durante dos años y medio- proporciona al nuevo Gabinete una homogeneidad y una coherencia interna elogiables.

Con todo, la operación tiene sus riesgos. Cesar a un ministro que se encuentra en la cresta de la ola, luego del éxito comunitario, es algo así como convertir al Moránhéroe en el Morán-mártir. Un mártir que será, sin duda, capitalizado por todos los sectores -de dentro y de fuera del PSOE- partidarios de que nuestro país se aparte de la Alianza Atlántica. Y puesto que Morán estaba sin duda dispuesto a quemarse cola6orando lealmente con el objetivo de su partido, que es, hoy, la permanencia en la OTAN, no parece claro que su defenestración haya de servir positivamente a los designios presidenciales.

Sobre la personalidad de Fernando Morán -un hombre transparente y sin recovecos que ha sabido conectar con la calle- todo está ya dicho. ( ... )