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El Sáhara, la cooperación económica y cultural y las relaciones comerciales centran las conversaciones hispano-argelinas

El presidente de Argelia, Chadli Benyedid, y el jefe del Gobierno español, Felipe González, se entrevistaron ayer en la Moncloa por segunda vez desde la llegada a España, el lunes, del jefe del Estado argelino. El conflicto del Sáhara, la cooperación económica y cultural entre los dos países y las relaciones comerciales fueron los temas centrales de las conversaciones. Benyedid llegó a Presidencia del Gobierno a las doce de la mañana, en un Rolls-Royce negro de la Casa Real, seguido de los ministros que le acompañan en este viaje: Taleb Ibrahimi, de Asuntos Exteriores; Belkacem Nabi, de Energía, y Abdelaziz Jelef, de Comercio.

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En la Moncloa esperaban, junto a González, los ministros españoles Fernando Morán, de Exteriores Miguel Boyer, de Economía, y Carlos Solchaga, de Industria González y Benyedid conversaron casi una hora a solas en la bodeguila, un lugar que encantó a los corresponsales argelinos que cubren la visita de Benyedid cuando supieron que allí, entre copa de fino y tacazo de billar, se gesta la remodelación del Gobierno español.El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, llegó a las 12.30 y se unió a la conversación en, la bodeguilla, ya que, al fin y al cabo, fue él quien tomó el año pasado las iniciativas y realizó las principales gestiones que llevaron a la, solución del contencioso del gas, y es quien desde el Gobierno sigue con ojos particularmente atentos todo lo que concierne al Magreb. Luego siguió la reunión amplia da a las dos delegaciones, uniéndose los respectivos ministros, reforzados, del lado español, por los secretarios de Comercio y Defensa, Luis de Velasco y Eduardo Serra, respectivamente; el presidente del INI, Juan Carlos Croissier, y los directores de Relaciones Económicas Internacionales y África de la cancillería, Carlos Blasco y Manuel Sassot, respectivarnente.

Por la mañana, y antes de ir a la Moncloa, el presidente Chadli Benyedid había visitado el Ayuntamiento de Madrid alas 10 horas y a las 11, el Senado, donde pronunció una breve alocución.

Después de las conversaciones de la Moncloa -y mientras llegaba para el almuerzo Jalima Benye did, esposa del presidente argelino, que había ido a visitar la Fundación de Industrias Artística Reunidas, acompañada por las otras esposas de la delegación argelina y la del jefe del Gobierno español-, ministros y directores y altos funcionarios de la Moncloa confraternizaron y tomaron un aperitivo en los jardines del palacio, cada cual cogido del brazo de su ministro homólogo, sonrientes y girando con frecuencia las cabezas hacia las cámaras de televisión, que tuvieron una posibilidad de trabajar que no les fue ofrecida a los reporteros de la Prensa escrita. Felipe González y Chadli Benyedid pasearon solos, en animada conversación, durante casi 15 minutos, por los cuidados paseos arbolados de esos magníficos jardi nes estilo francés, en donde sólo los uniformes de gala de la Guar dia Civil de ceremonias de la Moncloa ponen una nota exótica.Mayor protagonismo

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Saber de qué se habló en esas conversaciones no es fácil, y la absoluta falta de locuacidad de los argelinos con la Prensa -la mejor manera de no equivocarse nunca- se contagió ayer totalmente a sus interlocutores españoles. Se cree, en lo político, que Argelia desearía asignar a España, en la busca de una solución al conflicto del Sáhara, un protagonismo mayor del que el Gobierno español está dispuesto a asumir. Los límites los reflejó perfectamente el rey Juan Carlos el día anterior, en el discurso que pronunció en la cena que ofreció a sus huéspedes en la Zarzuela, cuando dijo que España hace suyas las resoluciones de la ONU y de la Organización para la Unidad Africana (OUA), el marco que el Gobierno español considera adecuado para que se promocione la irrenunciable necesidad de que el pueblo saharaui se autodetermine sobre su futuro.

Por encima de esta clara divergencia, que en el actual contexto y calidad prospectiva de las relaciones hispano-argelinas puede calificarse de menor, sobre el tapete estuvo la posibilidad de que España coopere en la extensión de la red ferroviaria argelina, en el desarrollo de sus redes de telecomunicaciones, en la gestión de algunos centros turísticos argelinos y, sobre todo, en los planes de desarrollo hidráulico del plan quinquenal 1984-1989, que son la espina dorsal de los proyectos de desarrollo agrícola argelinos.

Por el contrario, las expectativas de España de recuperar el nivel de ventas a Argelia que había previsto alcanzar antes del conflicto del gas -de 1.200 a 1.500 millones de dólares de ventas, es decir, del 8% al 10% de la capacidad de compra argelina- o la cifra de 2.000 millones de dólares (350.000 millones de pesetas) en ventas que algunos manejan ahora por creerla la mejor para convertir en económicamente atractivos los sacrificios financieros consentidos con la solución pactada del conflicto del gas son, por el momento, puros deseos que podrán realizarse según las circunstancias y tal vez incluyendo suministros militares.

El menú ofrecido por Carmen Romero a sus invitados fue este: mousse de espárragos con salsa de peras; espinacas; perdices rellenas de uvas, pasas y piñones, con arroz, y gratinado de fresas y frambuesas. Para acompañar, vino del Penedés, Viña Ardanza 76 y Río Viejo de Domecq, y, para unos invitados musulmanes, zumos de frutas.

Bényedid obsequió anoche a los Reyes con una cena típicamente argelina.

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