La bella y la bestia
¿Cómo filmar la monstruosidad física sin servirse de ella para fomentar el rechazo o la adhesión sentimental? Peter Bogdanovich ha intentado resolver el conflicto y evitar los peligros del ternurismo, así como los del cine de terror, a base de una gran neutralidad expositiva, de presentar al deforme protagonista -un adolescente de cráneo enorme debido a un incontrolable exceso de calcio- como un persona Je más, al que se filma con idénticas ópticas y luces que los demás, sin concederle ángulos especiales que escondan o aumenten esa cabeza en mascarada por la enfermedad.El resultado es un caso real, el de Rocky Dennis, un chico desahuciado por los médicos que logra sobrevivir hasta los 15 años El filme resume su último año de vida: las dificultades de su integración en una nueva escuela, sus problemas de relación con la madre, los que se derivan del hecho de ser tratado como todos los demás cuando, es totalmente evidente que esa igualdad no existe, que es único, distinto a -simple vista.
Máscara
Director: Peter Bogdanovich. Intérpretes: Cher, Sam Elliot y Eric Stolz. Guión: Anna Hamilton Phelan. Fotografía: Laszlo Kovacs. Estadounidense, 1985. Título original: Mask.Estreno en Madrid: cines Gran Vía y La Vaguada.
Además, Máscara habla también de la primera historia de amor de Dennis, que se enamora -y es correspondido- de una ciega a la que conoce durante un campamento veraniego. El folletín, Marianela, no queda lejos, pero es inevitable. Sólo para una ciega el terrible físico de Dennis carece de importancia.
Cortes
Peter Bogdanovich se lamenta de que el productor cortara Máscara y cambiara la música, que estaba integrada, en su mayor parte, por canciones de Bruce Springsteen, que se revelaron demasiado caras. Sin embargo, el rodaje se había hecho contando con ellas, bailándolas incluso.Los cortes afectaron sobre todo a una canción que entonaba Rocky Dennis y que al final, cuando presiente la muerte, se niega a cantar de nuevo eso daba mayor intensidad a la situación-, y al entierro de la moto de uno de los hell's angels, secuencia mucho más prescindible. Todas estas modificaciones no hacen que Bogdanovich reniegue del producto acabado, pero sí le sirven de escudo protector ante quienes se rasgan los velos al descubrirle director de películas "de mucho llorar".
El hecho mismo de que Bogdanovich compare los efectos de la monstruosidad física a los de la belleza excesiva -caso Van Stratten, por ejemplo-, en la medida en que tanto la una como la otra suponen una barrera para la comunicación, suena más a justificación teórica que a argumento sentido.
Sea cual sea el grado de implicación real del cineasta en la historia que cuenta, lo cierto es que su opción es legítima, que su puesta en escena no chantajea al espectador y que si algo hay poco creíble en Máscara son los idealizados hell`s angels, que, eso no debe olvidarse, son vistos siempre desde dentro, sin conflictos con el exterior. Eso y las miradas de seductor de Sam Elliot, castigador impenitente por el que Cher es capaz de dejar de beber o de tomar cocaína.
Babelia
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