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Entrevista:Entrevista con el autor de 'Elogio de la técnica'

García Bacca: "Toda mi vida he estado tratándome con Platón"

El filósofo español entregó a la reina Sofía los 12 volúmenes de su traducción de los 'Diálogos'

Pregunta. ¿Cómo le fue posible llevar a cabo esa obra magna de traducir todos los Diálogos de Platón junto a su gran labor creadora?Respuesta. Toda mi vida, y son muchos los años que llevo de vida, he estado tratándome con Platón. Primero en los tiempos de aprendizaje del griego, que fueron largos, como lo exige poder llegar a dominar una lengua que dicen es muerta pero de la cual vivimos todos mental, sentimental y literariamente. Hasta llegar a dominar todo eso empleé bastante años de mi vida. Pasaron, dicho de una manera calendaria, en semejante período de un tratamiento ininterrumpido de Platón desde 1921 hasta 1980. En 1970 me jubilé en la Universidad, y toda jubilación es un síntoma o una manera de muerte académica. Como después de la muerte viene el juicio y uno tiene que dar cuenta de lo que ha hecho, pensé: ¿a quién debes tú más en tu formación filosófica y literaria? Indudablemente, a Platón; no hay más, porque él es el manantial en el que todo sale unido y de una altura literaria que, por más que nos duela, no ha sido superada. Puesto que debes a Platón más que a nadie, y dichosa y maravillosa deuda, ¿cómo puedes pagarla? Y, naturalmente, me espoleó traducirlo íntegramente. Para ello cuenta, como es natural, toda mi formación anterior, excúseme la vanidad, que no solamente es conocimiento del griego, sino una cierta carrera de matemáticas, de física, de filosofía moderna y, además, una lectura constante de los grandes clásicos españoles que están a tono con lo griego.

P. El profesor Emilio Lledó me dijo que su traducción era una magnífica, original y personalísima versión de los diálogos platónicos.

R. Es una traducción, primero, personal, pero, aflado, ¿qué traductor de Platón que sea bueno no quiere hacer una traducción personal? Si preferimos traducir un Platón según las normas de la gramática, habremos convertido a Platón en maestro de griego, lo que para él hubiera sido la máxima injuria. Es menester que los gramáticos griegos o de griego estudien su estructura y está muy bien que los grandes literatos estudien a Platón, pero ¿qué grandes literatos nuestros y de otras naciones se han inspirado en Platón directamente en cuanto a literatos, no en cuanto a ideas generales? Entre los filósofos, ¿qué filósofo se ha inspirado en Platón para hacer una traducción a la altura de la filosoria? No hay ninguno.

P. Usted es el único filósofo español miembro de la Academia Platónica. ¿Qué queda de ella en Atenas?

R. De esa Academia Platónica no queda nada más que una pequeña piedra, creo que un relieve retorcido, y alguna cosa más que quiere decir aquí estuvo. ¿Qué queda de Grecia? Han pasado por la propia Grecia, de norte a sur, de sur a norte, tantas bandas de bárbaros que es maravilla que todavía haya algunas piedras en la Acrópolis. La Academia Platónica, legalmente, continúa reconocida como la academia, madre de todas, pero no funciona en ese lugar que no existe, funciona en lugares propios como la Universidad.

Sabiduría

P. En uno de los últimos diálogos, El filebo, afirma Sócrates que no hay ningún placer en la vida de la sabiduría. ¿Es ella misma un dolor? ¿Qué es la sabiduría, hablando platónicamente?

R. El término sabiduría no era tan antiséptico como lo es ahora. Era una vocablo que llamo yo, con evoque musical, "una palabra acorde", que, como toda gran palabra griega, suena a muchas significaciones simultáneamente. Sabiduría nos suena ahora a apasionado sentimental, a intelectual; no suena a nada sonoro, no suena a claridad, mientras que el término sofia es pariente próximo de esa fe en ella que es claridad, luminosidad. Respecto a eso de que la sabiduría no es un placer, niego que la palabra placer de nuestra lengua de ahora tenga el mismo sentido, sino que era una escala dialéctica determinada. Exactamente a la inversa, el dolor no era el dolor ordinario. En el diálogo se dice que Dios no pudo separar el dolor del placer porque estaban demasiado unidos los dos y que es una maravilla cómo el placer se cambia en dolor y el dolor en placer.

P. Ha dicho un filósofo contemporáneo que es Platón y no Hegel el verdadero creador de la dialéctica. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

R. No puedo estar muy de acuerdo, porque el término dialéctica tiene todavía en Platón esa resonancia o procedimientos que no son simplemente ni científicos ni metodológicos cartesianos, ni siquiera hegelianos, sino que resuena a todo el conjunto de esas palabras y cada una de ellas como en un acorde; es como una sinfonía completa en todos los aspectos. En cambio, un método dialéctico moderno se ha cribado ya tanto que le ponen a uno cuatro leyes dialécticas o cinco. Y eso es incomprensible para un platónico, porque la dialéctica platónica era como esa especie de escala maravillosa, más maravillosa que la de Jacob, de subida y bajada, de correspondientes ascenso y descenso del hombre íntegro.

P. Acaba de aparecer una obra suya, Necesidad y azar. ¿Es` una síntesis de toda su filosofía científica y literaria?

R. Es un intento o una aventura que yo he corrido, consistiendo la aventura en que nos preocupe actualmente, primero, el componente de leyes necesarias que nos rigen, y, segundo, el otro componente complementario que es el azar o cálculo de probabilidades que también nos invade, no solamente bajo el aspecto teórico o filosófico, sino experimental. Es Pascal, amigo de un gran jugador, quien notó que este caballero no sabía por qué la suerte le era variable. Pascal le explica que debían haber algunas leyes, un cálculo muy especial por el que podría saber cuándo ganaba o cuándo perdía. Pero el cálculo de probabilidades que inicia Pascal en favor de este amigo queda en el vacío desde el siglo XVII hasta nuestros días. Y es un poeta, Mallarmé, el que hace rehacer el cálculo de probabilidades como contextura intrínseca del universo, en el poema Una jugada de dados jamás abolirá el azar.

Filosofía de la música

P. Sabemos que está finalizando una obra, La filosofía de la música. Decía Bloch: "La música es álgebra sonora, ejercicio de aritmética y cálculo infinitesimal". ¿Desaparece en la música moderna el componente de afectividad y se resuelve en una armonía o racionalidad matemática superior?

R. Cuando empleo la frase "filosofía de la música" hay que preguntarse: filosofía de la música, ¿se hace en favor de quién? ¿Filosofar en favor de la música o de la música en favor de la filosofía? Pensándolo bien se hace en favor de la filosofía, pero de una filosofía muy especial, completamente diferente de todas las filosofias clásicas. Y, por ejemplo, citaré un par de casos concretos. Las fugas de Bach parten todas de un solo tema muy sencillo, que podríamos llamar espiritismo de identidad; es el mismo tema a través de 19 fugas, dentro de cada una muchas veces repetido. Entonces uno dice: este tema es como una frase, una sentencia perfecta; es como el principio aristotélico de que es imposible que al mismo le convenga lo mismo de diversas maneras. Esta frase aristotélica está tan bien hecha que no admite variaciones de ninguna especie. Pero la frase musical admite 19 tipos de variaciones, y yo me pregunto: ¿de qué vicio de identidad tan seco y ñoño disponemos los filósofos que no somos capaces de darle un conjunto de variaciones semejantes a eso? Claro está que Bach no supo que hacía filosofía, pero hizo una cosa maravillosa: sin perder lo que es el principio fundamental dio origen a 19 variaciones, y haciendo de cada una de ellas un conjunto variadísimo. Si no es una lección de filosofía nueva, dígame qué lo es. Estoy estudiando también la música de Xenakis, el griego, muy bien formado en matemáticas y cálculo de probabilidades, que es su especialidad. Cuando uno oye su Orestiada piensa que es un disparate, un desafino; pero no: hay que tener en cuenta que es la forma como matemáticamente se expresa lo que es fondo del universo, que es la probabilidad.

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