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El secuestro del avión de la TWA

Washington confía en que los rehenes sean trasladados pronto a Damasco

Francisco G. Basterra

F. G. BASTERRA, El Gobierno estadounidense, tradicionalmente el más abierto a la Prensa de todo el mundo, mantuvo ayer por tercer día consecutivo el mutismo más absoluto sobre la crisis de los rehenes de Beirut, sin que ningún periódico se haya atrevido a criticar esta decisión del presidente Ronald Reagan. Bajo esta espesa capa de silencio se filtra, sin embargo, un prudente optimismo de que el secuestro tendrá un final feliz en los próximos días, con el probable traslado de los rehenes a Damasco y la posterior liberación, que no coincidirá en el tiempo, de los 700 shiíes libaneses detenidos por Israel.

El presidente de EE UU continuó ayer en Chicago su campaña para la reforma del sistema fiscal, y se entrevistó con las familias de 11 rehenes, que iniciaron ayer la tercera semana en poder de sus secuestradores. La Casa Blanca ha dado órdenes estrictas a sus portavoces de no contestar a las preguntas de los periodistas; lo mismo ha hecho el Departamento de Estado, y ni siquiera la Administración está informando al Congreso. El silencio se interpreta como un signo positivo de una rápida solución, pero también se especula con que problemas de última hora, como la exigencia estadounidense de que sean liberados también los siete norteamericanos secuestrados hace meses en Líbano, puedan prolongar aún la crisis.

El presidente sirio, Hafez el Asad, que ha tenido varios contactos telefónicos con Reagan, no cuenta, sin embargo, aún con las garantías que exige de que Israel pondrá en libertad, en un plazo razonablemente breve, a los detenidos shiíes. [El semanario en lengua árabe editado en París Al Mostaqbal informaba ayer que Reagan y Asad mantendrán una entrevista este mes en una ciudad europea, probablemente Ginebra.]

Washinton cree que el Gobierno de Simon Peres ha recibido ya los suficientes mensajes de EE UU para actuar sin perder la cara ante su opinión pública. El líder de Amal, Nabih Berri, por su parte, ya ha decidido que tiene suficiente con las repetidas denuncias norteamericanas de la ilegalidad de la detención de los 700 libaneses por Israel.

Última sorpresa

La última sorpresa del incidente, que comenzó el pasado día 14 en Atenas, puede ser que los secuestradores aparezcan en Damasco, una capital considerada hasta hace sólo unos días por EE UU tan maldita como Teherán y la fuente del terrorismo antinorteamencano en Oriente Próximo. Ya se empieza a hablar del precio que los dirigentes sirios pedirán si se convierten- en los autores de la solución del secuestro. Hafez el Asad es el principal enemigo del plan moderado de paz que apoya Washington para resolver el problema palestino, con la ayuda de Yasir Arafat, Hussein de Jordania y los países árabes más moderados.

La realidad es que ha desaparecido el sentimiento de drama que hace unos días rodeaba al secuestro, cuando el presidente Reagan sugirió el empleo de la fuerza para resolver la crisis.

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