La juerga por un animal
Las corridas no son la única diversión española donde se juega con animales. Hay fiestas con carneros, gansos y gallos
, Una campaña fomentada por la Asociación de Defensa de los Animales en contra de la fiesta del toro que celebra Coria, Cáceres, el próximo día 24, pone al descubierto el mal trato que los animales reciben en España. Los amigos de los animales denuncian no sólo la utilización de esta especie como juego sangriento en los rituales festivos de los pueblos, sino también la poca sensibilidad de quienes abandonan a los animales cuando se van de vacaciones. Curiosamente, la mayoría de estas prácticas crueles están prohibidas por leyes promulgadas en los años sesenta pero se conculcan con impudicia e incluso hay muchas ocasiones en que son los propios ayuntamientos democráticos quienes lo fomentan.
Coria ha tenido la suerte de inaugurar la temporada. ¡En qué hora! Por si no fuera suficiente con el dicho popular que relaciona su nombre con los cortos de inteligencia, le ha caído encima una campaña nacional de adjetivos groseros. El más suave y dicho en público es el que le atribuye ser un "pueblo colectivamente sádico". Los que a cada minuto se reciben por teléfono desde distintos puntos de España y Europa, mejor no mencionarlos; ya se encargan los propios corianos de devolverlos debidamente multiplicados por la ira que les ha producido el sentirse inocuas víctimas de una campaña que les ha escogido a ellos como paradigma de la condición esencialmente cruel que caracteriza a los españoles.En realidad todo ha sido fortuito. Los miembros de una asociación de defensa de los animales, entre los que figuran el hermano del ministro de Cultura y presidente de la Telefónica, Luis Solana, el cantante Alberto Cortez y el humorista Forges, han decidido este año echar el resto. Sin esperar a que: las fechas se precipitaran, han echado mano del calendario y han señalado con el dedo. ¿Quién es el primero? ¿El más importante? Coria. A por ellos.
La fórmula ha sido sencilla El resultado, espectacular. Reprodujeron una imagen del Toro de Coria con la siguiente leyenda: "S.O.S. a las autoridades extremeñas, al Gobierno español, a España toda. Toro atrozmente martirizado por Todo el pueblo hasta su muerte, con corte de sus testículos como trofeo, aún vivo. (Una de las más brutales y sangrientas fiestas patronales de España, fomentadas por sus Ayuntamientos). ¿Es ésta la España Europea? ADDA (Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal)".
El anuncio ha tenido tal repercusión que se han visto obligados a establecer un turno entre sus miembros para atender sin interrupción el cúmulo constante de visitas y llamadas. La mayoría, de apoyo a su campaña, y unas pocas de corianos irritados por imputarles los mayores actos de envilecimiento y escarnio que una colectividad humana es capaz de cometer contra otra especie, aunque sea animal.
El endoso se ha encarnado en Coria por ser la primera población importante que inaugura la temporada festivo-veraniega con el toro como protagonista, pero va dirigido a todos los españoles, a quienes "no se les debería permitir incorporarse al Mercado Común en tanto no se prohíba ese deporte asesino -los toros- que practican", según el eurodiputado conservador británico, Richard Cottrell.
Aunque el toro es el protagonista de las fiestas españolas hay otras especies domésticas que se reparten el estrellato de los acontecimientos sociales de los pueblos españoles. En puridad no debería ser así, pues continúa vigente la circular número 32 del Ministerio de Gobernación, de noviembre de 1963, por la que se suprimen los espectáculos que "impliquen crueldad o maltrato de los animales aunque sean tradicionales". En esta circular se incluyen consideraciones a los señores alcaldes para que hagan comprender a la población que tal suspensión es necesaria para el bien de la patria.
En muchos casos los ediles hicieron la vista gorda para no servir de blanco a los improperios de sus convecinos o, simplemente, jugaban con las palabras de los carteles anunciadores de festejos y donde la gente entendía que esa noche había encierro de toro embolado se leía: "exhibición de ganado vacuno y desfile de antorchas".
En otros se extinguen sin que nadie las prohíba, como las corridas de gallos, que coinciden con las llamadas a quintas. En Galicia, Castilla, León, Extremadura, La Mancha y Andalucía se celebra esa eventualidad como rito del tránsito de la pubertad a la madurez. La mayoría de los pueblos enclavados en estas regiones ha practicado este rito. Ahora se extingue poco a poco, bien que por causas ajenas a su prohibición. Por un lado, la innovación técnica agrícola, que prescinde de la caballería; por otro, la emigración y el descenso demográfico que aunque no repercuten en la crianza de los gallos sí tienen una clara incidencia en la extinción de los quintos, los otros protagonistas.
En San Martín de la Vega y Garganta del Villar en Ávila y Villaescusa de Zamora, por ejemplo, todavía se mantienen. Consiste esta prueba de madurez en echar una carrera a caballo hasta una soga de la que penden gallos atados de las patas. Cuando el mozo se aproxima al blanco lo hace con los dedos índice y cora
La juerga por un animal
zón abiertos a la manera de horca para que en los segundos que captura la cabeza del gallo y la toma en sus realice un giro brusco de muñeca, degüelle, quiebre la testa y la lleve consigo cabalgando. Naturalmente, la operación es aplaudida si el quinto la realiza de una sola vez, como el torero cuando da una estocada seca, pero no todos los quintos tienen la habilidad de hacerlo; por eso deben turnarse en la carrera hasta que el gallo pierde su testuz.En algunos pueblos, debido a la dificultad de encontrar caballerías y al cambio de mentalidad sobre la triste suerte de los gallos, la carrera se hace a pie y bajo un cordel con anillas prendidas de cintas. En otros, por el contrario a los gallos se les entierra hasta la cabeza, que sobresale del suelo en disposición de ser degollada por un palo lanceado a caballo.
El contrapunto vasco de esta especie tiene lugar en las fiestas de Lequeitio, en Vizcaya, donde los mozos lequeitarras ponen a prueba su pericia con gansos. Consiste la prueba en asirse desde una trainera en marcha a un ganso ensobado y prendido de una maroma sobre el espigón. En ese momento se tensan los extremos de la reata de tal manera que el mozo se sitúa hasta 20 metros sobre el nivel del agua. Los aplausos más sonados arrecian cuanto menor es el tiempo en que mozo y ganso descabezado caen abrazados sobre la mar, mientras pico y molondra quedan cimbreando arriba, ceñídos a la soga.
Sin salir de la región, existe la posibilidad de contemplar la llamada lucha entre carneros amaestrados, dotados de astas ensortijadas que otorgan a la lid una vistosidad y una sonoridad espectaculares. En estos combates, que pueden verse por ejemplo en Donamaría, Navarra, lo importante son las 400.000 pesetas depositadas bajo las manos de un juez que vela por la puridad del lance.
De punta a punta de la Península continúa vigente una modalidad de caza, llamada del cimbel, según la cual se perforan con alfileres los ojos de las palomas para utilizarlas como cebo de sus congéneres migratorias.
En la modalidad de pesca un aficionado de Fuenlabraba, según denuncia ADDA, ha descubierto la fórmula ideal para conseguir cebos. Atrapa perros callejeros, los ahorca y los abandona en esa posición hasta que sus restos se convierten en carne y criadero de gusanos, listos para ser utilizados como reclamo para los peces que habitan los pantanos de Madrid.
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