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El puritanismo islámico barre de las librerías egipcias 'Las mil y una noches'

Una edición fue presentada en la feria del libro de El Cairo

La ola de puritanismo islámico que envuelve a Egipto ha incitado al Ministerio del Interior a llevar esta primavera ante los tribunales a los editores y distribuidores de Las mil y una noches, una de las obras clásicas de la literatura oriental, que, en cumplimiento de la sentencia, ha sido retirada de la venta, en medio de una gran polémica en los círculos intelectuales del país, que han acogido con estupor la decisión de barrer de las librerías este libro.

La presentación de la obra -publicada recientemente por una editorial egipcia y otra libanesa- e el pabellón de la infancia de la fe ria cairota del libro, en el pasado mes de febrero, llamó la atención del Ministerio del Interior egipcio El jefe del departamento encargado de la represión de la delincuencia, Adly al Josheiry, describió el texto de Las mil y una noches, en un informe, como "perjudicial para las buenas costumbres y moral".Adly al Josheiry, que llevó el asunto ante los tribunales, no dudó en declarar posteriormente a periodistas que Allaylah wa laylah (Las mil y una noches) no es un clásico de la literatura, porque "carece de autor conocido" y "a lo largo de los años cada editor añadió nuevas narraciones para vender más ejemplares y captar nuevo lectores". En su opinión, el libro constituye más bien un "peligro" para la juventud egipcia.

Contadas, según la leyenda, durante mil y una noches por la bella Schehrezade a su esposo, el rey Shehrayar de Samarcanda (Asia Central), para impedir que, como había hecho con sus anteriores mujeres, la decapitase tras la no che de bodas, las fábulas, leyendas piadosas, relatos de viajes, epopeyas e historias de amor recogida en Alf laylah wa laylah son originarias de Persia e India.

Divulgación

Pero a partir de su divulgación en el mundo árabe, en el siglo VIII, numerosas narraciones musulmanas y cristianas coptas, romances de los cruzados y hasta historias míticas de Anatolia, propagadas por turcos al servicio de los mamelucos en Egipto, se fueron incorporando a la obra, que el científico francés Jean Antoine Galland tradujo por primera vez a un idioma occidental, el francés, a principios del siglo XVIII.La primera versión árabe íntegra fue publicada en El Cairo en 1931 por la editorial estatal egipcia Bulag; en ella figuraba la historia de tres chicas que sedujeron y robaron a un pobre mozo. 54 años más tarde, el Ministerio egipcio del Interior ha discernido en el cuento "palabrotas, frases y alusiones que pueden tener un efecto peligroso sobre la juventud e inducirla a la corrupción".

Quema de libros

En su veredicto, la corte encargada de juzgar el asunto compartió esta opinión, recalcando que la obra "incita a la depravación y al vicio", achacándole incluso parte de la responsabilidad de "la ola de estupros que ha padecido recientemente el país" y ordenando la quema de los 3.000 ejemplares incautados, así como condenando a su editor y distribuidor al pago de multas. Ediciones expurgadas de las referencias eróticas de Las mil y una noches podrán, no obstante, ser comercializadas.Desde la publicación de la sentencia, recurrida por la Unión de Escritores de Egipto, la Prensa cairota publica numerosos artículos en los que prestigiosos intelectuales expresan su temor de que la censura acabe también prohibiendo otras obras clásicas por su contenido supuestamente erótico, siguiendo así el ejemplo de algunas monarquías del golfo Pérsico.

Mientras el periodista Jamal al Ghitani, del diario Al Ajbar, se indignaba en su columna de que los árabes deban conformarse con leer una edición expurgada, mientras en Occidente se difunde la versión íntegra, el escritor Zaki Najib Majmud recordaba en el mismo rotativo que "cada cuento de la obra tiene su significado moral, y los malvados son siempre castigados por sus acciones perversas al tiempo que las buenas gentes son recompesadas por su caballerosidad y su comportamiento decente".

Moralizador

Tras subrayar así el carácter moralizador y las valiosas aportaciones literarias egipcias a Las mil y una noches, sus defensores reconocían, no obstante, que algunos pasajes están salpicados de connotaciones sexuales, que justificaban a renglón seguido porque proporcionan a "los alumnos interesantes indicaciones sobre la vida social en Oriente a lo largo de los últimos siglos".Frente a estos argumentos, el columnista integrista egipcio Almed Baligat afirmaba en el periódico de El Cairo Al Aijram haber recibido cartas de padres preocupados por los "efectos corruptores" del texto de Las mil y unas noches sobre sus hijos, y el vicepresidente de la universidad de El Cairo, Ahmed Haikal, sostenía con aplomo que, "aunque el libro forme parte de nuestra herencia cultural, debe ser encerrado en un museo. Sólo pueden circular las versiones expurgadas".

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