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Reportaje:

Mayoría en el Senado de EE UU para aprobar la ayuda a los 'contra' nicaragüenses

Francisco G. Basterra

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, contaba anoche con los votos necesarios en el Senado, dominado por los republicanos, para aprobar una ayuda humanitaria para los contra por valor de 32 millones de dólares (unos 5.500 millones de pesetas), después de que la Casa Blanca advirtiera que "ésta puede ser nuestra última oportunidad para persuadir a los sandinistas de que negocien" con los rebeldes. La Cámara de Representantes, controlada por la oposición demócrata, tenía previsto debatir hoy otra resolución diferente, que tiene posibilidades de ser aprobada, según legisladores republicanos.

El debate está produciéndose en un momento en que la Administración discute abiertamente la posibilidad de una intervención militar en Nicaragua. Un sondeo publicado ayer por el diario The New York Times revela, sin embargo, que la mayoría de los norteamericanos cree que EE UU no debe derrocar a los sandinistas, aunque aumenta el apoyo a la política de Reagan en Centroamérica. El 62% de los consultados dice que apoya que se envíen alimentos y medicinas a los rebeldes, el plan que propone el presidente. Sólo un 24% es partidario de suministrar armas a los contra.A pesar de que la crisis centroamericana es un tema de primera página en EE UU, el citado sondeo revela que sólo un 26% de los ciudadanos (frente a un 19% el pasado año) sabe que el Gobierno está con los rebeldes.

El Congreso ha registrado un cambio importante de actitud desde que, el 25 de abril, la Cámara rechazara conceder al presidente 14 millones de dólares (unos 2.500 millones de pesetas) de ayuda a los insurgentes. El viaje de Daniel Ortega a Moscú, justo cuando se anunciaba la derrota de la Administración, "le costó perder el apoyo que podía tener aquí", afirmó el senador demócrata Sam Nunn.

Si finalmente el Congreso aprueba el plan de Reagan, el presidente tendrá un instrumento legal para continuar su política de presión sobre Managua, destinada a que los sandinistas compartan el poder con los rebeldes. La Administración ha advertido en los últimos días al Congreso que una negativa a la ayuda a los contra podría obligar en un futuro a tener que emplear tropas norteamericanas en Nicaragua.

Sin el apoyo del Congreso es impensable una intervención militar directa, y, hoy por hoy, el Parlamento se opone a esta posibilidad. Sin embargo, existen dudas entre los legisladores de que la reanudación de la ayuda norteamericana a los insurgentes influya sobre el comportamiento del Gobierno marxista-leninista de Managua. "El próximo paso será la ruptura de relaciones diplomáticas. Esto va a ocurrir, pero no sé cuándo", ha declarado Richard Lugar, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

El voto que inició ayer el Senado sobre Nicaragua ha estado precedido de una intensa campaña psicológica de la Administración para persuadir al Congreso de que ésta es su última oportunidad para votar medidas políticas. La Casa Blanca condenó el martes "el creciente comportamiento agresivo de Nicaragua" contra sus vecinos de Costa Rica, y pidió que detenga inmediatamente cualquier operación militar contra estos dos países.

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Costa Rica solicitó ayer en Washington una urgente reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA). Influyentes sectores de la Administración están deseando que Nicaragua cometa un error que justificaría una intervención norteamericana. Un informe publicado por The New York Times, coincidiendo con el debate en el Congreso, ha revelado que la intervención militar es fácil y posible.

El portavoz del Departamento del Estado, Edward Djerejian, salió al paso ayer de estos artículos de The New York Times. Reiteró que EE UU no tiene deseos ni intenciones de enviar tropas de combate a Centroamérica para invadir a Nicaragua.

La resolución debatida en el Senado concede una ayuda de 14 millones de dólares este año (que estaba bloqueada), y asigna 18 millones para 1986. La ayuda se seguiría canalizando a través de la CIA, aunque la Administración estaría dispuesta a ceder en esta cuestión para lograr que la Cámara acepte su plan.

La propuesta de los republicanos en la Cámara pide que se entregue a los contra 27 millones de dólares en ayuda no militar, más dos millones para ayudar al proceso de Contadora, sin intervención de la CIA. Los demócratas tratarán de diluir el proyecto presentado por los republicanos con tres enmiendas dirigidas a reducir sustancialmente la cantidad de la ayuda: mantener la actual prohibición de canalizar la misma a través de cualquiera de las agencias de espionaje y retrasar la ayuda. otros seis meses para dar tiempo a que se encuentre una solución negociada.

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