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Reportaje:

El FBI busca al cuarto hombre implicado en el caso de espionaje naval a favor de Moscú

Francisco G. Basterra

El FBI (Buró Federal de Investigación estadounidense) busca a un cuarto hombre, identificado como D, presuntamente implicado en el caso de espionaje a favor de la URSS protagonizado por los Walker, una familia de marinos. La primera consecuencia de este asunto, que contiene todos los elementos de una novela de John Le Carré, es que la Marina ha cambiado el código secreto de comunicaciones con sus buques ante la sospecha de que John Walker, un oficial retirado que trabajó en submarinos nucleares y en el centro de comunicaciones de la flota del Atlántico, pudiera haber pasado a Moscú, desde 1968, información suficiente para la localización de los sumergibles estadounidenses.

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El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, que considera que este caso ha provocado "una seria pérdida" para Estados Unidos, ha explicado que se reforzarán las medidas de seguridad para los oficiales que tienen acceso a material secreto y se "'cerrará cualquier agujero para evitar que vuelva a ocurrir una cosa semejante". Funcionarios del espionaje norteamericano dijeron, sin embargo, que quizá no sepan nunca cuánta información clasificada pasaron los Walker a la URSS.Los sistemas que utiliza Estados Unidos para seguir y localizar la posición de los submarinos soviéticos y las tácticas de guerra antisubmarina que permitirían acabar con los sumergibles enemigos en caso de guerra, es la información que ha podido transmitir durante 18 años a los rusos John Walker, de 47 años, ayudado por su hijo Michael, de 22 años, un marino a bordo del portaaviones nuclear Nimitz y por su hermano Arthur, de 50 años, un ex comandante de submarinos que ahora trabaja para una compañía que tiene contratos militares con el Pentágono.

La policía está a punto de detener a otras tres o cuatro personas relacionadas con este caso, que trabajaron para la pequeña agencia de detectives privados que montó John Walker cuando se retiró en 1976 del Ejército. Mientras tanto, los Walker esperan ser juzgados. Si son condenados por espionaje, pasarán el resto de sus días en la cárcel.

La policía ha encontrado nuevas pruebas contra John Walker en una caja fuerte blindada con cemento y protegida por una trampa explosiva. En su interior, han aparecido documentos secretos, algunos de ellos de la OTAN, 10 barras de, plata valoradas cada una en más de 6.000 dólares (algo más de un millón de pesetas), un arma escondida en un bastón de caña, medallas de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980 e instrumentos para fumar marihuana. También han sido hallados documentos que prueban que en su carrera de espía, Walker viajó a Hong Kong y a Italia.

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Pero quien más preocupa al Pentágono es el tercer miembro de la saga familiar, Arthur Walker. Desde 1968 hasta que se retiró en 1973, Arthur trabajó como profesor de guerra antisubmarina en la Escuela de Táctica de la Flota del Atlántico en Norfolk (Virginia), desde donde, al parecer, transmitió a la URSS las tácticas más modernas utilizadas por la Marina. Esta información complementaría la que proporcionó su hermano sobre las operaciones y localización de submarinos enemigos, y formaría un conjunto "que puede hacer mucho daño", a juicio del vicealmirante retirado Gene Larocque."Los submarinos son el arma más secreta que tenemos y su capacidad básica es esconderse", explicó un experto al evaluar los potenciales problemas causados a la Marina por este caso de espionaje. Los Walker, que "actuaban por dinero, no por motivos ideológicos", según el FBI, han podido proporcionar a los soviéticos la localización de una compleja red de micrófonos colocados en la plataforma continental de las costas Este y Oeste norteamericana y en otros puntos del mundo, destinada a localizar a los submarinos detectando el sonido de -sus motores. A cierta velocidad muy baja, los submarinos no pueden ser escuchados por estos hidrófonos. "A los soviéticos les encantaría saber cuál es esta velocidad", explicó el almirante Larocque.

John Walker, que trabajó en dos submarinos nucleares, como oficial de comunicaciones, y posteriormente en el Centro de Comunicaciones de Norfolk para toda la flota atlántica de sumergibles, fue delatado al FBI por su mujer Bárbara, de la que se divorció en 1976. El pasado 20 de mayo, John Walker fue detenido en un motel de las afueras de Washington después de haber arrojado en una cuneta una bolsa con 129 documentos secretos para ser recogidos por su contacto soviético.

Michael, el hijo de John, que en una ocasión fue nombrado por sus compañeros marino del mes, fue arrestado a bordo del Nimitz en el puerto israelí de Haifa. Trabajaba como oficinista en el departamento de buque que procesaba para su destrucción el material clasificado. Una bolsa con siete kilos de documentos, referentes a las comunicaciones del portaaviones con otros navíos en el Mediterráneo, fue hallada junto a su taquilla.

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