Una larga marcha empieza con un paso
Desde que tengo uso de razón, y casi siempre por estas fechas, coincidiendo con las ferias del libro de Madrid y Barcelona, aparecen en la Prensa titulares referidos a la crisis del libro. A partir de viejas estadísticas -más o menos tercermundistas en su elaboración- que reflejan índices de lectura también tercermundistas, o ante el declive de determinadas modas editoriales" o ante el súbito descubrimiento de las nuevas tecnologías, o cuando se agravan los problemas en los mercados americanos, o ante la incorporación a la CEE... persiste una fatal inclinación a destacar sólo cuanto de negativo tengan los datos que en cada momento se tienen a mano, para construir una argumentación que los hechos se han ocupado de cuestionar.La edición en España, desde hace más de dos décadas, no ha dejado de progresar -de forma irregular, pero -ininterrumpidamente- y no hay ninguna razón suficientemente consistente que permita hoy asegurar que este progreso esté seriamente amenazado.
Pero cuando el río suena... Evidentemente, nos encontramos ante un gran desconcierto. La gente está desconcertada, Prensa incluida. En el fondo, kilos y pesetas poco o nada debieran tener que ver. El mundo del libro es una realidad contradictoria e infinita; el libro no existe: existen innumerables libros. El libro no es más que un envase de textos y no puede juzgarse la situación de una industria ¡Sor el número de envases que es capaz de situar en la calle.
Cuando hablamos de editor, también hay que preguntarse de qué estamos hablando: de 1.050, de 100 o de 10 empresas. Porque si no, ni acertaremos en el análisis ni nos llegaremos a entender. La sociedad demanda cultura de masas y también fragmentación cultural cada vez más especializada. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuál de los caminos presenta síntomas de crisis? Seguramente, los dos. Por eso, editar mucho y editar menos y en una sola dirección -especializarse- son dos respuestas que necesitarán, de un lado, buenas dosis de imaginación pero, de otro, planteamientos distintos entre sí pero igualmente realistas.
'Defunciones'
Frente a la aparente estabilidad del sector editorial, la realidad nos ofrece una evolución vegetativa tan trepidante como desconocida. Entre 1979 y 1983 se produjeron en España 863 altas de editores, frente a 758 bajas. La mayo - parte de estas defunciones se produjeron durante 1982 y 1983. Alrededor del 40% de los editores que se dan de alta cada año dejan de publicar a los tres años de actividad.
¿Qué está ocurriendo? ¿Qué extraño fenómeno reflejan los datos oficiales? De momento, hemos de decir que la mayor parte de los editores que desaparecen son tan desconocidos que no se les llega a echar de menos. A menudo, nos visitan editores pequeños que atraviesan dificultades y que están en trance de desaparecer. Como presentación, nos muestran trabajos editoriales de extraordinaria calidad y nos transmiten el calor de sus convicciones, de su ilusión, de sus originales proyectos renovadores, pero la mayor parte de las veces es poco lo que, hoy por hoy, se puede hacer por ellos. La edición, para muchos, es una complicada carrera de obstáculos que empiezan a comprender demasiado tarde, cuando su historia está a punto de concluir. Hemos conocido pequeños editores pequeños y pequeños grandes editores, en medio de un gran despilfarro y en medio de una multiplicación de frustradas tentativas por renovar la edición.
El desconcierto es, pues, la palabra. La renovación se va a producir, inevitablemente, y esta renovación a medio plazo lleva colgado al cuello el signo de una crisis profunda. Es un largo camino, cuyos antecedentes próximos están en los años sesenta y los remotos en el siglo XVII, y que ahora se está recomenzando. Estas líneas deben servir de homenaje a estos esforzados editores y deben servir de llamada de atención: o nos ocuparnos de racionalizar este fenómeno o habremos optado por uno solo de los caminos antes señalado. Racionalizar no es dirigir, pero sí es intervenir.
Una intervención adecuada en beneficio de una edición renovadora es también una larga marcha. Y, como dicen que dijo Mao, una larga marcha se empieza con un paso.
Babelia
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