La política económica de ajuste debe mantenerse al menos durante toda la década, según Miguel Boyer
A. V., El ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, afirmó ante un grupo de empresarios pertenecientes al Círculo de Empresarios que no tiene ninguna intención, porque las circunstancias no lo aconsejan, de modificar la política económica que el Gobierno socialista puso en vigor cuando llegó al poder, en 1982. Miguel Boyer, que opinó que 1985 y 1986 "serán años también difíciles", predijo que su estrategia de ajuste positivo no podrá abandonarse hasta el final de la década. El ministro de Economía y Hacienda anticipó una próxima liberalización de las importaciones -vía ampliación de contingentes- de aquellos productos alimenticios cuyos precios interiores superen lo previsto en los objetivos antiinflacionistas del Gabinete.
El ministro de Economía y Hacienda asistió en la noche del pasado jueves, por vez primera desde que es ministro, a la asamblea del Círculo de Empresarios. En la cena estuvieron presentes más de 70 empresarios, que explícitamente le solicitaron la creación de un clima político, fiscal y social más favorable a la inversión. Boyer, en su larga exposición sobre la situación económica, respondió que los socialistas habían dado muestras suficientes de que ya lo habían hecho en los tres años que llevan en el poder y manifestó que "lo peor que podría pasar hoy a los empresarios, en cuanto al clima de confianza, es que Alianza Popular ganara las próximas elecciones".El responsable de la actual política económica rechazó la tesis de que sus últimas medidas económicas supongan "un cambio de tendencia en la anterior estrategia". Por el contrario, Boyer manifestó, según resaltaron personas que asistieron al encuentro (la entrada estaba limitada a los socios), que los objetivos perseguidos por las mismas son alentar la recuperación de la demanda interna, reforzar en lo posible el proceso de creación de empleo (reducción de cuotas a la Seguridad Social para los nuevos puestos de trabajo para jóvenes), continuar la liberalización y flexibilización del sistema económico y, por último, ayudar a restablecer un clima favorable a la inversión.
El ministro resumió los resultados económicos de 1984, que clasificó de positivos y anticipó que el actual ejercicio y el próximo serán "más difíciles". Para Boyer, la razón de esta previsión hay que situarla en el descenso de la actividad de la economía norteamericana y la dificultad de que la economía europea tome el relevo de la expansión mundial.
Boyer reconoció que los datos disponibles sobre diciembre de 1984 y enero y febrero de 1985 ofrecían "motivos a la preocupación", debido fundamentalmente al "rebrote inflacionista en el sector alimentario y al mal funcionamiento de los mercados agrícolas". No obstante, añadió, esta situación parece haber cambiado en marzo y abril, cuando varios indicadores (importaciones, ventas automóviles, consumo energético, etcétera) se han recuperado y cuando el índice de precios al consumo alimentario ha descendido del 9,1% en 1984 al 8,5%. Sobre este punto anticipó que su departamento presentará a la próxima comisión delegada un plan para liberalizar las importaciones de aquellos productos alimenticios cuyos precios crezcan por encima de la media prevista. Señaló que el plan incluye la ampliación de los contingentes de importación de muchos productos alimenticios, como huevos, etcétera.
Cambio de tendencia
A las preguntas de los empresarios sobre si estas medidas, junto a las de corte fiscal anunciadas recientemente, representan un cambio de tendencia en su política, insistió en que el calificativo de "giro de su política" no le preocupaba en absoluto, ya que lo importante era saber que "la política de ajuste positivo que iniciamos en 1982 no podrá modificarse, ya que no lo aconsejan las circunstancias, hasta por lo menos el final de la década".
Descartó, en este sentido, cualquier tipo de actuación de estímulo clásico de la demanda vía inversiones públicas e incremento de los salarios, por entender que "la experiencia acumulada desde que comenzó la crisis, en 1973, ha demostrado que ninguna fórmula de este tipo ha funcionado en el mundo". Como ejemplo señaló que bastaba mirar la experiencia de algún país vecino, donde se pusieron en práctica medidas expansionistas clásicas que ahora "pueden costar la pérdida de las próximas elecciones al Gobierno".
Admitió como razonables las críticas de los empresarios sobre la insuficiencia de los recortes fiscales anunciados, pero indicó que el control del déficit público no permitía ir más allá de las medidas adoptadas. Indicó que las alternativas son mayor déficit público, incremento de los tipos de interés y más inflación.
Por último, el ministro cifró en cuatro las principales orientaciones de su política económica. Primero, reducción del déficit público a medio plazo, de forma que se pueda acometer una política monetaria expansiva sin miedo a relanzar la inflación. Segundo, relanzar la inversión mediante la continuación de la política de moderación salarial y la acumulación de los excedentes empresariales. Tercero, mantenimiento de la política de saneamiento del aparato productivo; y, por ultimo, inculcar una mayor flexibilización y liberalización de la economía española.
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