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Reagan deja en Europa críticas y ofertas de diálogo a la Union Soviética

Francisco G. Basterra

ENVIADO ESPECIAL "Estados Unidos se compromete a acabar con la división artiricial de Europa". Estas palabras, pronunciadas por Ronald Reagan el pasado miércoles en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, con motivo del 40º aniversario del final de la II Guerra Mundial, constituye uno de los mensajes principales del viaje de 10 días al Viejo Continente, que concluyó ayer en Lisboa, del presidente norteamericano. La gira, iniciada bajo el signo de la reconciliación con la República Federal de Alemania, ha sido aprovechada también por Reagan para criticar con dureza al sistema soviético, al que caliricó de corrupto, al tiempo que lanzaba una oferta de diálogo a Mijail Gorbachov.

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El viaje a la RFA, la cumbre económica y su visita a España han demostrado, sin embargo, un claro rechazo de los aliados a la política centroarnericana del presidente y de que existen aún serias dudas sobre su polémico sistema de defensa espacial. En todas sus escalas, incluso en Portugal -"el más fiel aliado de EE UU en la OTAN"-, la izquierda, con mayor o rnenor in tensidad, protestó la presencia y la política del presidente.El viaje no pudo desembarazarse de la sombra de las tumbas de los SS nazis enterrados en el cementerio de Bitburg, visitadas a pesar del precio que Reagan deberá pagar por ello ante la opinión pública estadounidense. El propio presidente decidió afrontar ese riesgo para preservar las buenas relaciones con la RFA, su aliado más importante en la OTAN.

El único objetivo concreto de la visita, conseguir en la cumbre de Bonn una fecha en 1986 para iniciar en el seno del GATT (Acuerdo General sobre: Aranceles Aduaneros y Comercio) una nueva ronda de negociaciones para liberalizar el comercio mundial, no fue logrado por Reagan, que chocó con la negativa del presidente francés, Frangois Mitterrand.

A pesar de su coriffictividad en algunos momentos -en España se produjeron masivas y violentas manifestaciones antinorteamericanas- y de la ausencia de resultados concretos, el viaje no ha sido un fracaso.

En el aspecto político, la falta de unidad de los aliados europeos sobre las cuestiones comerciales y la guerra de las galaxias ha sido compensada, en opinión del secretario de Estado por el apoyo mostrado por los países más industrializados del globo, participantes en la cumbre de Bonn, a las posiciones estratégicas estadounidenses en la ne gociación con los soviéticos en Ginebra.

Ronald Reagan no sólo se ha conformado con reiterar el com promiso de EE UU con la seguridad de Europa, en un momento en el que la SDI provoca temo res de indefensión y en el que muchos creen ver un repliegue de la política exterior estadounidense hacia sus fronteras continen tales o, en todo caso, una proyección de la primera superpotencia hacia el área del Pacífico. El pre sidente ha querido ir más lejos, y en el centro de Europa, cerca de las fronteras con el Este, ha manifestado su esperanza de que en un plazo de 15 años, al comienzo del siglo XXI, exista una Europa libre "desde Moscú a Lisboa".

Valores espirituales

Reagan siempre ha expresado su insatisfacción por los acuerdos de Yalta, que consagraron la división europea al concluir la II Guerra Mundial, pero nunca había ido tan lejos como ahora. Ante una escogida representación de lajuventud alemana, reunida en el castillo de Hambach el presidente tocó el tema sensible de la reunificación de las dos Alemanias, también subrayado en la declaración política de la cumbre, afirmando que "Europa estará unida cuando todos los alemanes y todos los europeos sean finalmente libres". Toda esta teoría de reunificación europea se parece mucho a llamamientos similares a la unión de Europa. realizadas por el papa polaco Juan Pablo II, bajo el signo de la cristiandad.

Por primera vez, según han subrayado los observadores que han seguido el viaje presidencial, ha aflorado en los discursos del presidente una continua apelación a los valores espirituales, como si, en cierto modo, Reagan se creyera imbuido de una misión divina para afirmar la libertad frente al, sistema comunista. En su alocución ante la Asamblea de la República en Lisboa, Reagan llegó a citar a las videntes de Fátima, y explicó que "en el ejemplo del Papa reside más poder que en todos los grandes ejércitos y estadistas del mundo".

Los asesores presidenciales, que no desean que la retórica de Reagan impida el inicio del diálogo con el nuevo dirigente soviético, matizaron en la última jornada del viaje el alcance de las palabras presidenciales sobre la reunificación de Europa. "Creemos profundamente en la liberación de Europa", dijo el secretario de Estado, George Shultz, "pero no estamos hablando de un cambio de fronteras". Se trata de forzar, por medios pacíficos, un cambio en las actitudes y en la política del bloque del Este y de continuar pidiendo que se realicen en esos países elecciones libres. "Nadie está intentando estimular acciones que no puedan ser sostenidas", precisó George Shultz.

Reagan afirmó en Estrasburgo: "No nos hacemos ilusiones de que la convergencia del sistema comunista y las sociedades libres occidentales sea probable. Esperamos un intenso período de competición ideológica".

Por su parte, y al mismo tiempo que reiteraba su retórica antisoviética, Reagan ofreció a Gorbachov durante el viaje un "diálogo realista y constructivo no basado en la superioridad". "Estados Unidos", aseguró el presidente en Estrasburgo, "no persigue socavar el sistema soviético, pero resistiremos los intentos de la URSS por imponer sus sistemas a otros por la fuerza".

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