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El actor Edmond O'Brien, uno de los grandes 'secundarios' de Hollywood, murió en Los Ángeles

Edmond O'Brien, uno de los grandes actores secundarios del cine de Hollywood, murió el pasado miércoles en el sanatorio Sainte Erne, de Los Ángeles. Padecía el mal de Alzheimer, enfermedad del sistema nervioso que produce senilidad prematura y provoca en quienes lo padecen la pérdida de la memoria y del control de los movimientos. Tenía O'Brien 69 años, y su último filme fue 1984, basada en la novela de George Orwell. Actor extraordinariamente dotado, actuó en memorables películas y obtuvo en 1954 un oscar por su trabajo en La condesa descalza, filme de Joseph L Mankiewicz que actualmente se exhibe en España.

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Edmond O'Brien, actor de cine
Un gesto

El director norteamericano Elia Kazan, considerado un consumado especialista en la dirección de actores, dijo una vez que lo más difícil de conseguir por un actor en la pantalla es la ambigüedad: lograr parecer atractivo en papeles de villano y repeler en papeles de bueno. Edmond O'Brien, nacido en Nueva York en 1915, edificó su extraordinaria carrera cinematográfica sobre este axioma, pese a estar formado como actor lejos de los principios de la escuela de Kazan.O'Brien comenzó su carrera en 1937, como actor de reparto en algunos teatros de Broadway. Poco después se enroló en el -Mercury Theatre, la famosa compañía de teatro radiofónico que dirigía Orson Welles, y con ella intervino a comienzos de 1939 en la legendaria radiación de La guerra de los mundos, de H. G. Wells, que provocó desbandadas de ciudadanos aterrorizados en la costa atlántica de Estados Unidos. Éste fue para O'Brien, como para Welles, el umbral de Hollywood.

Su primera actuación ante las cámaras fue en el filme del alemán William Dieterle Esmeralda la zíngara, que protagonizaron Maureen O'Hara y Charles Laughton a finales de 1939. Desde entonces su carrera cinematográfica apenas si tuvo respiros y le llevó a los repartos de más de medio centenar de filmes, algunos de los cuales son parte indiscutible del ramillete de obras más inspiradas de la. fábrica de sueños californiana.

Una rara intensidad

De entre ellas se pueden entresacar, por la afinada intervención de O'Brien, Los forajidos, de Robert Siodmak, en 1946; Doble vida, de George Cukor, en 1948; Al rojo vivo, de Raoul Walsh, en 1949; Con las horas contadas, de Rudolph Maté, en 1950; Julio César, de Mankiewicz, en 1953; La condesa descalza, también de Mankiewicz, en 1954; Alló, habla el asesino, de Hubert Cornfield, en 1960; El hombre que mató a Liberty Valance, de Ford, en 1961; o Conchos, de Gordon Douglas, en 1964 y Grupo salvaje, de Peckinpah, en 1968.En 1954, por su trabajo en La condesa descalza, O'Brien ganó el oscar al mejor actor secundario. Se condensaron en esta interpretación las singulares cualidades del actor neoyorquino, y en especial la proverbial intensidad de su aparato gestual, que hacía de él un actor inconfundible, peculiar y rotundo, al tiempo que ambiguo.

Durante los años 70, la estrella de 0'Brien se fue eclipsando poco a poco, malgastado su talento en series de televisión y telefilmes de duración convencional. Sus respiros artísticos durante estos años finales de su carrera fueron sus esporádicos retornos al teatro.

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