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Antunes Filho, director de Macunaíma: "Un pueblo pobre sólo tiene la imaginación"

El grupo teatral brasileño presenta tres montajes en Canarias

Alfonso Armada

Antunes Filho, director del grupo de teatro Macunaíma, es como un árbol alto y nervudo. "Un pueblo pobre sólo tiene la imaginación" dice este brasileño apasionado por el teatro y por la búsqueda de las raíces de su pueblo. Convencido de la necesidad de crear una conciencia nacional, su pesquisa de la identidad brasileña la cubre a través del lenguaje del teatro". Macunaíma, Nelson 2 Rodrigues y Romeo y Julieta son los tres montajes que lleva ahora por España. Macunaíma actúa del 6 al 12 de mayo en Las Palmas y en Tenerife; el 14, en Lanzarote; y los días 18 y 19, en Zaragoza.

Antunes Filho, tras el éxito cosechado por su grupo en Madrid en 1982, Macunaíma, que tomó su nombre del espectáculo basado en la novela de Mario de Andrade, muestra ahora dos nuevas obras: Nelson 2 Rodrigues y Romeo y Julieta. Macunaíma era una pieza que, como explica su director, "ahondaba en la tierra, pugnaba por zafarse del yugo de la cultura portuguesa. Macunaíma pretende crear una conciencia nacional, pero de forma paulatina"."Macunaíma es el héroe de nuestra gente, el héroe sin carácter, más joven y más astuto". Filho reconoce en Macunaíma su adscripción al teatro pobre: emplean papel de periódico como utilería, como vestimenta y como escenografía. "No podemos hacer un teatro lujoso sin hacer un teatro falso. El papel de periódico no fue una idea, sino una necesidad". De ahí el hincapié en la labor de los actores, desnudos, a cuerpo limpio, sobre el escenario, o envueltos en papel de periódico. Crean un río con una regadera o un burdel con una cortina, y hacen de una cama una pensión, un automóvil o una canoa. "Es nuestro trabajo, la magia y el milagro del actor. El actor es lo que tenemos. El nuestro es un pueblo joven, por eso tenemos que jugar".

Más de 30 años de teatro, con multitud de premios en su haber, dan fe de la trayectoria artística y vital de Filho, nacido en São Paulo en 1929. "El teatro es mi existencia, es mi razón vital, mi identidad, mis huellas digitales", asegura este hombre que insiste en esa preocupación por la identidad, que ha tratado de mostrar en su trabajo. Por eso se demora al explicar lo que ha pretendido hacer con su montaje Nelson 2 Rodrigues, dos piezas de un autor maldito en su país, acusado de reaccionario.

Para Filho es un caso de desenfoque similar al de Borges: el rigor y la modernidad de la obra parecen negados por la actitud política del personaje. Pero es una falsa apreciación. La explicación de la actitud política de Rodrigues, que murió hace algunos años, es el desprecio que sufrió su obra por parte de la burguesía: "No supieron entenderle". Y es un temor que le asistía ante la presentación en España de este homenaje. Miedo a que la pieza fuera reducida a melodrama, a comedia de costumbres.

Romeo y Julieta es la última aportación de este matemático de la escena. Se trata de una versión esperanzada del drama de Shakespeare, con música de los Beatles. Para él es tan melancólica la muerte de los amantes como la disolución de los Beatles: "Romeo y Julieta es un canto subterráneo contra los estereotipos, contra las normas y los poderes autoritarios. La historia de la frustración del hombre repetida infinitamente. Es un canto al Brasil nuevo, a la juventud y a la nostalgia de los Beatles".

La forma por la forma

Antunes Filho advierte que la forma por la forma no le interesa. "Buscar la forma correcta para dar con el contenido exacto. Lo que parece gratuito en Macunaíma está medido y justificado hasta en sus mínimos detalles". Rechaza Filho no sólo el reduccionismo del nacionalismo, sino también la tiranía de la política, la obviedad del mensaje político que esmaga la creación escénica. "Descolonizarnos, porque somos un pueblo muy mundo". Su admiración por personajes como Peter Brook, Albert Boadella o Tadeusz Kantor dan prueba de su sensibilidad para el teatro que se hace fuera de Brasil.Reconoce Filho el sutil paralelismo que existe entre el teatro del polaco Tadeusz Kantor, con su grupo Cricot 2, y el suyo. Si Kantor, desde montajes como Wielopole, Wielopole o La clase muerta indagaba en su memoria con la sobriedad y el expresionismo de su estética centroeuropea, este brasileño espigado y nervioso, con Macunaíma, investigaba en sus raíces "desde el ritmo y la mitología de mi país" pero sin desconocer las aportaciones europeas al arte escénico. Filho rechaza como un mal reductor la vigencia del naturalismo: "Ese naturalismo impuesto por la televisión, que encoge y domestica la imaginación del espectador

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