Reagan y KohI, de acuerdo: "Sólo Dios juzga a los muertos"
El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, y el canciller (jefe de Gobierno) de la República Federal de Alemania, Helmut Kohl, se han puesto de acuerdo para decir la última palabra sobre la visita al cementerio de Bitburg, donde están enterrados 49 miembros de los cuerpos armados de las SS. Con palabras muy similares, ambos dirigentes han afirmado, directamente o a través de sus portavoces, que sólo Dios puede juzgar a los muertos. La Cámara de Representantes estadounidense aprobó ayer por una gran mayoría una resolución en la que apela a Reagan para que no viste Bitburg.
El asunto Bitburg ocupó un amplio espacio en una conferencia de prensa televisada, en la que el presidente estadounidense respondió a las preguntas de corresponsales de los países participantes en la cumbre que comienza mañana en Bonn. A pesar de que la Casa Blanca había advertido que sería inútil preguntar sobre Bitburg y que las cuestiones deberían centrarse en la cumbre económica, Reagan no hizo ascos al tema y se extendió ampliamente en su respuesta al corresponsal de la primera cadena de la televisión alemana (ARD) sobre la controvertida ceremonia en el ya famoso pueblo de Renania-Palatinado.Las palabras de Reagan ponen de manifiesto que las líneas de comunicación entre Bonn y Washington funcionan y parecen haber conducido a un acuerdo incluso en la terminología con que se debe vender el hecho. Sobre los SS enterrados en Bitburg dijo Reagan: "La pena o penitencia que era necesaria ya la ha impartido el que está por encima de todos nosotros. No se trata de un viaje para honrar a nadie". Por su parte, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó ayer una resolución, por 390 votos a favor y 26 en contra, en la que se indica que Reagan debería "reconsiderar" este proyecto de visita a Bitburg, informa France Press. El Senado de este país había adoptado una decisión en términos similares el viernes pasado.
El democristiano de tendencias nacionalistas Alfred Dregger, jefe del grupo parlamentario de la CDU/CSU en el Bundestag (Parlamento federal), dijo en una entrevista: "La discusión sobre los muertos debería acabarse pronto. Los muertos se escapan ya a la justicia terrenal y sobre ellos decide una instancia más alta, según su propia medida, que probablemente no preguntará a qué nación, ejército o arma pertenecieron, sino qué hicieron. Ante los muertos y sus jueces divinos, los vivientes sólo podemos inclinarnos, y ante las tumbas debe acabar el odio".
Programa sin cambios
Bonn y Washington parecen decididos a poner en práctica una política de avanzar a ojos cerrados. En la entrevista televisada, el presidente de Estados Unidos dejó abierta una pequeña posibilidad de escapatoria, cuando dijo: "La última palabra ha sido ya pronunciada, por lo que a mí se refiere". Esta frase podría interpretarse como una ligera insinuación para que Kohl pida, todavía a Reagan que renuncie a esa parte del programa de su visita. Pero en el Consejo de Ministros que se celebró ayer en Bonn, el canciller habló del "noble espíritu que anima al presidente norteamericano".
El portavoz del Gobierno declaró ante la Prensa que el programa está ya fijado y que no habrá modificaciones. El programa prevé, para el domingo 5 de mayo, la visita al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde se ofrecerán coronas mortuorias y se pronunciarán discursos. A continuación, Reagan se desplazará a Bitburg, y allí se limitará a depositar una corona de flores. Luego visitará la base norteamericana de la ciudad, donde conviven unos 12.000 alemanes con casi otros tantos soldados norteamericanos, que residen con sus familiares.
El punto más dramático de las protestas en los medios de comunicación parece superado. Reagan y Kohl están decididos a mantener su programa, pero las consecuencias a largo plazo de esta crisis son difíciles de predecir. En la calle, en tertulias y tabernas de la RFA, Kohl puede incluso haberse apuntado un punto con su postura decidida. El canciller es quizá el mejor exponente del hombre medio, un político capaz de sintonizar perfectamente con la mentalidad pequeño burguesa de la RFA.
Kohl es consciente de que el hombre de la calle, el que vota, se precia de ignorar y no leer "lo que escriben las revistas políticas de Hamburgo". Esta línea de conducta la ha seguido hasta ahora con una tenacidad inasequible al desaliento en todas las crisis de su Gobierno: aguantar el chaparrón, y seguir adelante.
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