El bilingüismo como agresión
LA INTOLERABLE intervención policial en las Ramblas de Barcelona ocurrida el pasado martes, cargada de violencia gratuita y provocadora por parte de quienes llevaban uniformes, porras y armas, frente a ciudadanos en actitudes pacíficas, plantea una doble reflexión. El espectáculo de las palizas indiscriminadas y el desprecio de los agentes ante quienes tuvieron la valentía de echarles en cara sus excesos, vuelve a poner de actualidad el problema de los modos y procedimientos de las fuerzas del orden en un país democrático. No se ha conseguido aún en la policía española una mentalización respetuosa hacia los ciudadanos.Pero, la actuación incívica de los encargados de mantener el orden, ha desplazado y desnaturalizado otro debate, igualmente delicado y urgente, sobre la suplantación que está haciendo de las funciones de los partidos políticos e instituciones la Crida a la Solidaritat. Este movimiento, que engloba a un amplio conjunto de entidades cívicas, muchas de las cuales tienen una impecable trayectoria democrática, se ha convertido en la punta de lanza del proceso de catalanización, pero sus fines no pueden siempre justificar sus métodos.
Dos años después de la promulgación de la ley del ca
talán, que desarrolla los artículos del Estatuto de autonomía que consagran a esta lengua como la propia de Cataluña y la equipara en oficialidad al castellano, el balance de su aplicación es mediocre. Aunque son palpables los avances de la normalización lingüística en la vida privada, los obstáculos que plantean la inercia, la falta de formación de los funcionarios y las limitaciones presupuestarias determinan que la catalanización se esté haciendo con lentitud e irregularidades en el sector público: en las iotulaciones y servicios que dependen de la Administración o de las grandes compañías estatales. Un ejemplo de lo que sucede es la existencia de trenes con unos vagones rotulados en castellano, otros en catalán y unos terceros bilingües. Otro, la presencia en el Ayuntamiento barcelonés de carteles de avisos con los indicadores exclusivamente en catalán y todos los edictos redactados únicamente en castellano.Los sectores nacionalistas subrayan, con unanimidad que en el terreno parlamentario abarca desde Esquerra Republicana y Convergéncia a los socialistas y comunistas, que el resultado es muy descompensado y que existe un predominio absoluto del castellano. También hay unanimidad sobre las soluciones a esto: la Administración, tanto la autonómica y la local como la central, debe intensificar su acción en la materia. Pero todo el mundo es consciente, también, de que al haber una gran parte del funcionariado que únicamente habla y escribe en castellano, el cambio será forzosamente lento.
Frente a eso, la Crida ha desplegado su propio planteamiento de presiones directas sobre todo tipo de entidades, exigiéndoles que aceleren el uso del catalán. Primero, solicitándolo por carta. Luego, preguntando por los plazos propuestos. Más tarde, desplazando a grupos de simpatizantes in situ para dar más fuerza a los requerimientos. Y finalmente, en ocasiones, aplicando pinturas y sprays sobre los rótulos no traducidos. Después de unas presiones sobre los grandes almacenes, la Crida ha convocado una campaña especial destinada a conseguir la catalanización de los servicios públicos, que fue lo que se inició hace una semana con su actuación en la terminal barcelonesa de la Renfe. Allí pudo verse que lo que se propone en el fondo este movimiento no es tanto la coexistencia de lenguas aprobada por el estatuto como el uso exclusivo del catalán: además de efectuar pintadas sobre los indicadores escritos únicamente en castellano, fueron borradas las versiones no catalanas de algunos de los pocos carteles escritos en las dos lenguas. Dentro de esta misma campaña, la Crida ha distribuido millares de octavillas invitando a los ciudadanos a seguir su ejemplo, proponiéndoles tachar los carteles redactados en castellano, o desmontarlos, o serrarlos, y entregarlos en los ayuntamientos para que sean traducidos.
Estas actuaciones de lo que podríamos hallar escuadrones de la lengua no han merecido ninguna reacción formal de la Generalitat, ni siquiera en los momentos en que el presidente Pujol era agasajado en Madrid, desde los sectores reaccionarios como "el español del año". Los partidos políticos catalanes tampoco se atreven a poner el asunto sobre el tapete parlamentario, y únicamente -y forzados por la Prensa- algunos portavoces se han pronunciado tomando genérícas distancias "con los procedimientos% en el caso de CiU, o expresando personalmente críticas, en el de los socialistas. Este silencio resulta especialmente significativo porque una crispación lingüística podría desencadenar una confrontación abierta de consecuencias insospechables en el momento en que por el otro lado haya quien adopte los nusmos procedimientos. Por lo que afecta a la actuación gubernativa, las torpezas y abusos del comportamiento de la policía no han hecho sino añadir tensión innecesaria y gratuita a un problema delicado.
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