Un costoso esfuerzo militar
Desde que el 22 de septiembre de 1949 la Unión Soviética realiza su primera explosión atómica rompiendo el monopolio nuclear norteamericano, el bloque socialista realiza un enorme esfuerzo armamentista para alcanzar grados de desarrollo parejos a los occidentales. Esto supone, tanto para la URSS como para sus aliados, grandes sacrificios económicos que obstaculizan la realización de proyectos civiles necesarios y aumentan las dificultades de suministro a sus poblaciones. Cuando menos, es plausible el argumento ofrecido habitualmente por diplomáticos orientales: "Para EE UU el rearme reactiva la economía y es un negocio. Para nosotros es siempre una ruina".La impermeabilidad entre la industria militar y la civil en la URSS, hace imposible que los avances en la tecnología bélica reviertan en un desarrollo de la tecnología civil. Este hecho, y el secreto que rodea a todas las actividades científicas y tecnológicas, impuesto por la naturaleza del régimen, hacen difícil una estimación fiable del grado real de desarrollo de la industria militar y obligan en gran parte a remitirse a informaciones extranjeras, en su mayoría norteamericanas, a veces sospechosas de ser interesadas y, en todo caso, no contrastables.
La superioridad oriental en armamento convencional, especialmente en el número de carros de combate (61.000 frente a 25.000), y el continuo incremento de su armamento nuclear en los años setenta, fueron argumentos para la decisión de la OTAN de 1979 de instalar misiles tácticos en Europa. Muestra, además, de que el Pacto de Varsovia ha continuado con fuertes -y dolorosas- inversiones en el fortalecimiento del armamento convencional, tanto en tierra y aire como en el desarrollo de una enorme flota, según algunas fuentes también en armas químicas, mientras aceleraba su desarrollo nuclear.
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