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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tragedia nacional en Brasil

LA PENOSA enfermedad y la muerte del presidente electo de Brasil, Tancredo Neves, se han producido en unas condiciones completamente excepcionales: mientras el país se lanzaba a la calle a celebrar con alborozo el triunfo (de la democracia, Neves era conducido a la mesa de operaciones, entrando en una ronda terrible de intervenciones quirúrgicas que sólo han concluido con un desenlace fatal. En estas semanas, su figura política se ha agrandado hasta alcanzar un significado casi mítico porque representaba para el brasileño de: a pie el retorno a la democracia después de más de 20 años de dictadura militar, y la esperanza de un Gobierno que iba a dar prioridad, en la "nueva república", a "los problemas de los pobres". Su muerte es llorada hoy en millones de hogares como una verdadera tragedia nacional.Pero ese prestigio excepcional no se ha levantado solamente en la tragedia; tiene bases reales e históricas indiscutibles. El papel concreto y personal de Tancredo Neves en el proceso de recuperación democrática necesita ser recordado. El gran despertar (le las masas populares de, Brasil se materializó, en los años 1983 y 1984, con la ingente campaña en favor de la elección directa del presidente de la República. Millones de personas, en las principales ciudades, se manifestaron en ese sentido; nunca se había conocido un movimiento de masas de tales proporciones. Tancredo Neves apoyó, por supuesto, esta campaña. Pero las fuerzas del viejo régimen derrotaron esa demanda mayoritaria del país; el Congreso rechazó en abril de 1984 la enmienda que hubiese permitido la elección directa, y, por tanto, el nombramiento del nuevo presidente quedaba en manos de un consejo electoral, en el que el partido oficialista, el PSD, tenía amplia mayoría. Entonces fue cuando la personalidad de Tancredo Neves tuvo un papel decisivo; porque su candidatura obtuvo el apoyo de las fuerzas democráticas, de la izquierda, incluso de los comunistas (aún ilegales); pero a la vez sus cualidades de conciliación y diálogo le permitieron lograr apoyos amplísimos entre sectores conservadores y patronales, y el respeto de los militares. En esa coyuntura, el partido oficialista, que había escogido un candidato sin prestigio, se rompió desgajándose de él un grupo sustancial que llegó a un acuerdo con la oposición en torno a la candidatura de Tancredo Neves.

De esos hechos se desprende la complejidad de la situación creada con la desaparición del presidente electo y su sustitución forzosa por el vicepresidente, José Sarney. Éste es hoy constitucionalmente el presidente del país; no cabe ninguna duda al respecto, y nadie lo discute. Ha actuado incluso con dignidad en circunstancias difíciles. Sus declaraciones asegurando que será fiel al programa que Neves había trazado han sido acogidas con satisfacción. Pero es imposible desconocer que Sarney es una figura política radicalmente diferente de Neves; ha apoyado la dictadura militar casi hasta el último momento; se opuso a la campaña popular por la elección directa; su inclusión en la candidatura creó serias dificultades en el partido de Tancredo Neves. Pero no se trata solamente de antecedentes históricos. Ante las contradicciones existentes en la actual coalición gobernante, su capacidad de mediación es mínima o nula. Problemas gravísimos no tardarán en surgir en cuanto a la orientación económica y los ritmos de la restauración plena de la democracia. El propio Tancredo Neves había previsto para 1986 una asamblea constitucional para. introducir reformas susceptibles de permitir la elección de un nuevo presidente, por sufragio directo, en un plazo prudencial. Ahora, la presión en ese sentido va a ser, mucho más fuerte, tanto entre las fuerzas políticas come, en el seno del movimiento obrero, que en la región de Sâo Paulo ha iniciado un movimiento de huelgas reivindicativas, pero que no se pueden disociar de esa demanda de la elección directa del presidente. En estas condiciones es imposible no considerar la presidencia de José Sarney como una etapa de transición hacia un sistema dernocrático con raíces mucho más sólidas que el actual. Lograr un. acuerdo amplio sobre el ritmo de ese proceso es quizá el principal reto que tiene ante sí el presidente Sarney.

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