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La reconciliación libanesa en peligro

El primer ministro de Líbano confía en que su dimisión ponga fin a las luchas fratricidas entre musulmanes

Quince horas de violentos combates en Beirut entre milicianos musulmanes shiíes y suníes han dado al traste con el Gobierno de unión nacional libanés, cuyo primer ministro, Rachid Karame, anunció ayer su dimisión en una alocución retransmitida por radio. Karame se despidió, al cabo de cumplir casi un año de su nombramiento al frente del Ejecutivo, denunciando la "horrible pesadilla" de la noche de enfrentamientos confesionales, en los que, según el recuento provisional, fallecieron 27 civiles y más de 70 resultaron heridos.

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"Es lo menos que puedo hacer", aseguró en su discurso el jefe del Gobierno, "para salvar a los habitantes de Beirut oeste y poner fin a estas luchas fratricidas, porque nadie puede justificar lo que sucede en la capital libanesa".La renuncia de Karame había sido precedida por la de otro miembro suní del Gabinete, el titular de la cartera de Educación y Bellas Artes, Selim el Hoss, que quiso protestar con su gesto contra los métodos empleados por el movimiento shií Amal (Esperanza) para imponer, según fuentes cercanas al ministro dimisionario, su hegemonía en el sector occidental y musulmán de Beirut.

A mediodía de ayer, los milicianos shiíes parecían haber conseguido, junto con sus aliados drusos, controlar casi toda la zona musulmana de Beirut. Arrebataron al bando enemigo suní no sólo la casi totalidad de sus oficinas, sino su emisora de radio, donde numerosos militantes suníes fueron capturados.

Siguiendo el ejemplo de los ministros Nabili Berri, shií, y Walid Jumblat, druso, sus compañeros musulmanes del Gabinete, incluido su jefe, proclamaron la semana pasada su intención de boicotear las reuniones del Consejo de Ministros y paralizar de hecho la labor de un Ejecutivo en el que sólo se mostraban dispuestos a participar los representantes cristianos.

Aunque algunas versiones aseguran que el detonante de los choques generalizados de ayer fue el intento del movimiento shií Amal, que dirige Berri, de abrir una nueva oficina en un barrio controlado por la milicia suní de los morabitun (almorávides), existen indicios de que los combates, los más intensos desde hace un año, no estallaron de forma accidental.

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Primeras escaramuzas

Las primeras escaramuzas se desarrollaron, en la madrugada del martes, entre elementos armados shiíes y combatientes, palestinos fieles al líder de la OLP, Yasir Arafat, en los alrededores de los campamentos de refugiados situados en la periferia sur de la capital, y que en la tarde de ayer seguían cercados por Amal para evitar que los varones secundasen a los almorávides.

Los fedayin palestinos, mayoritariamente de confesión suní, son aliados tradicionales de los morabitun, a cuyas fuerzas se sumaron cuando éstos entraron en combate, al anochecer, contra los militantes armados de Amal, que a su vez recibieron el apoyo de los miembros del Partido Socialista Progresista (PSP, predominantemente druso), capitaneado por Jumblat.

Los jefes suníes libaneses, rama mayoritaria del Islam, y sus adversarios, pertenecientes a comunidades musulmanas minoritarias, llegaron a un acuerdo de alto el fuego a las once de la noche del martes, que no fue respetado sobre el terreno; y cuan o los primeros cuatro vehículos blindados y tres jeeps del ejército regular aparecieron en la céntrica arteria comercial de Hamra para interponerse entre los beligerantes, el nutrido fuego con el que fueron acogidos les incitó a dar media vuelta.

En otro barrio, el de Rauche, los guerrilleros drusos no dudaron en detener un convoy militar y obligar a todos sus integrantes a tumbarse boca abajo en la calzada mientras se apropiaban de sus armas y municiones.Berri, que regresó el martes de Damasco -cuyo régimen intenta poner orden en los asuntos libaneses-, insistió, antes de que sus hombres pasasen al ataque, en la urgente necesidad de poner término a Ia insoportable e inaceptable anarquía que reina en Beirut oeste", y justificó más tarde la iniciativa militar de su milicia mediante veladas acusaciones contra Arafat, que con la ayuda de los morabitun fortalece paulatinamente su presencia armada en los campamentos de la periferia.Tras volver de Damasco, Jumblat explicó también el apoyo decisivo brindado por sus partidarios a los hombres de Berri por tratarse de un enfrentamiento "entre los verdaderos nacionalistas y los agentes ( ... ) de la reacción árabe". Una terminología muy parecida a la que el Gobierno sirio emplea a la hora de describir la actuación de Arafat.

A juzgar por estas declaraciones de ambos jefes de milicias más cercanosa Siria, su contundente ofensiva antimorabitun constituye, además de un nuevo esfuerzo por circunscribir el caos de Beirut oeste, un intento de impedir a los palestinos fieles a la dirección de la OLP -y, por tanto, enemigos de Damasco- que efectúen un retorno masivo a la ciudad, que abandonaron en agosto de 1982.

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