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El viraje de la política económica

El ministro de Economía y Hacienda negó ayer, en su comparecencia ante el Congreso de los Diputados, que las nuevas medidas de política económica anunciadas supusieran un cambio, y menos el reconocimiento del fracaso de la política económica del Gobierno, como apuntaron los representantes de los grupos de oposición que intervinieron en el debate de la comisión. Para Miguel Boyer, es "impensable mantener fijo el volante cuando el camino a recorrer es cambiante", pero la política económica no cambia mientras haya "un mantenimiento estratégico de los objetivos, que son: luchar contra la inflación, reducir el déficit y el gasto público y generar empleo".Agustín Rodríguez Sahagún, por el Centro Democrático y Social; José Miguel Bravo de Laguna, por Unión de Centro Democrático, y Abel Matutes, por el Grupo Popular, no dudaron en señalar que las medidas de reactivación del consumo y aumento de la inversión que propone el Gobierno son la demostración más palpable del fracaso de la política económica llevada a cabo hasta ahora y que consideraban que estas modificaciones deberían haberse introducido cuando se aprobó la ley de Presupuestos Generales del Estado para 1985, en lugar de tener que hacerlo a los tres meses de su puesta en práctica.

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Para los miembros de la oposición, lo anunciado por Boyer no es otra cosa que la suma de muchas propuestas que han venido haciendo dichos grupos desde hace años.

Rodríguez Sahagún criticó al Gobierno porque el proceso de ajuste llevado a cabo durante 1983 y 1984 ha sido más fuerte de lo necesario y ello ha provocado una pérdida muy importante del poder adquisitivo de los salarios, lo que ha impedido que se pudiera producir el crecimiento económico previsto por la vía de la recuperación del consumo privado.

En opinión de los grupos parlamentarios de la oposición, el fracaso de la política económica del Gobierno se refleja en la imposibilidad de alcanzar los objetivos previstos de crecimiento económico, recuperación de la inversión, freno en el descenso de la inflación a las tasas previstas y, sobre todo, por el crecimiento del nivel de desempleo en los dos últimos años.

Abel Matutes señaló que "el Gobierno ya tiene asumido que no se van a cumplir las previsiones de 1985" y que, ante esta situación, el Ejecutivo "intenta salvar lo salvable, y con un giro de política económica trata de que no caiga el consumo y la inversión".

Miguel Boyer, por su parte, negó que existiera rectificación de la política económica, y mucho menos que el paquete de medidas tuviera tintes electoralistas, ya que es impensable "que un Gobierno que prepara las elecciones ponga en marcha un proyecto de reforma de pensiones como el que se está estudiando". El ministro de Economía declaró que, "aunque aceptaba que a nivel dialéctico se dijera que la utilización de un instrumento de política económica, como la reducción de impuestos, significa una rectificación de lo hecho hasta entonces, no lo admitía como real, ya que se siguen manteniendo los mismo objetivos generales".

Miguel Boyer reconoció que sí había modificación de las expectativas de crecimiento económico y que con las medidas que se van a adoptar se espera alcanzar en 1985 un incremento del 2,5% del producto interior bruto, en lugar del 3% inicialmente previsto y del 1,8%, que es la tasa a la que se está creciendo en la actualidad, según las estimaciones existentes de diversos organismos oficiales.

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