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Sequía y refugiados, dos dramas para un país al borde de la miseria

Tres años consecutivos de sequía y la interminable guerra de Eritrea han añadido a la crisis económica endémica que padece Sudán un nuevo problema: la invasión de más de un millón de refugiados procedentes de cuatro Estados vecinos más empobrecidos aún que el país anfitrión, clasificado, sin embargo, entre los 25 más pobres del mundo.Las estadísticas del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) contabilizaban el pasado mes de marzo 1.142.000 refugiados extranjeros en Sudán, cuyo número podría elevarse al millón y medio el próximo mes de junio.

Por el sureste de Sudán han entrado unos 771.000 etíopes, el 67% de los refugiados, en su mayoría procedentes de las provincias secesionistas de Eritres y Tigré, y siguen aún cruzando la frontera al ritmo diario de hasta 4.000 personas, que huyen no sólo del hambre, sino de la guerra civil y, según los movimientos armados separatistas, de los intentos del régimen marxista de Addis Abeba de atraerles hacia el centro del país.

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Por la frontera meridional han penetrado en el más extenso país de África unos 250.000 ugandeses y 3.000 zaireños, y a través del confín oriental se han introducido en Sudán 116.000 chadianos, que además del hambre también escapan de la contienda civil que azota al país.

A todos estos refugiados hay que añadir unos cuatro millones de sudaneses -el 18% de la población del país- que se han visto obligados a desplazarse dentro de su propio país, considerado potencialmente como uno de los más ricos del continente africano desde el punto de vista agrícola. Otros dos o tres millones más de sudaneses que no han optado por emigrar padecen también hambre.

Sobre el total de refugiados extranjeros, algo más de la mitad, unos 700.000, han sido asentados en campamentos dependientes de la agencia de la ONU o de organizaciones humanitarias occidentales, mientras otros 400.000 se han incorporado a las masas humildes de los pueblos y ciudades, donde alteraciones de la salud supuestamente erradicadas, como la enfermedad del sueño, han vuelto a aparecer.

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