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La tercera ampliación del Mercado Común

Ser europeo no es ser muy distinto

El español medio notará el ingreso en la CEE fundamentalmente en los escaparates y en los precios

La larga marcha hacia la Comunidad Económica Europea (CEE), iniciada hace 23 años y concluida ahora, no conduce a la tierra de Jauja. El Juan Europeo no va ser más alto, más rico o más feliz, tras tomar las 12 uvas que despiden el año 1985, que el tópico Juan Español. La condición de ciudadanos de la CEE, a corto plazo al menos, no va resolver ninguno de los problemas que hoy más preocupan a los españoles: el paro, los precios o la inseguridad. El anhelado ingreso en el Club de Bruselas, desde la perspectiva inmediata del ciudadano de a pie, va suponer pequeños cambios -unos positivos y otros negativos- en su vida cotidiana, pero ninguna transformación radical.

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Los efectos externos más sobresalientes e inmediatos de la adhesión a la CEE para el ciudadano español serán un sustancial aumento en la oferta de productos a la venta, una mejor calidad en los mismos y una mayor seguridad en todos los ámbitos (sanitario, jurídico o profesional) para los consumidores. La otra cara de la moneda, inmediata y sobresaliente, aunque transitoria, será el fuerte incremento del coste de la vida (tres o cuatro puntos adicionales) sobre el alza normal de precios que se produce a lo largo del año.Al margen de estos dos efectos, inmediatos y relevantes, el español medio verá halagado su ego al no sentirse discriminado en varias fronteras europeas, donde hasta ahora se le apartaba a terceras puertas de acceso, al disponer en un futuro de un pasaporte comunitario color rojo burdeos o lila como afirmación burocrática de su europeidad, o a la posible elección entre las tradicionales matildes de la Compañía Telefónica Nacional y las acciones de sociedades extranjeras en bolsas internacionales a la hora de invertir los ahorros. El abaratamiento de determinados servicios médicos, la competencia profesional, la desaparición de los tradicionales estancos como exclusivistas en expedición de tabacos, o el acceso a gasolinas más respetuosas con los motores y el medio ambiente, son otros signos externos de la integración.

La imagen más gráfica de la integración la encontrará el ciudadano español en el supermercado, en las tiendas de electrodomésticos y en las distribuidoras de automóviles.

En el supermercado

El consumidor español verá pronto, en su supermercado habitual, una paulatina proliferación de productos lácteos, cárnicos, de vinos y aceites, desconocida hasta ahora. Los distintos períodos transitorios, hasta el total desarme arancelario en estos productos, aminorará algo el fuerte impacto puntual sobre estos sectores de la economía nacional, pero a nivel de escaparate el consumidor notará casi desde el primer día un constante incremento en la diversidad de la oferta. Las industrias españolas van a proceder a ampliar sus gamas de productos para adaptarse a la competencia comunitaria, y las empresas de la CEE van a ir incrementando su presencia en el mercado minorista español.

En lácteos y cárnicos, según los expertos, junto con el incremento en la diversidad de productos a la venta, el consumidor español obtendrá también un cierto abaratamiento en su adquisición y grandes ventajas sobre la relación actual precio-calidad.

Por el contrario, en frutas y verduras los efectos de la integración de España en la CEE sólo se traducirán para el consumidor en un cierto encarecimiento de estos productos. Los niveles de calidad y de presentación se han ido homologando a los exigidos por el Mercado Común en los últimos años. En la CEE existen tres calidades para frutas y verduras: gustativa, óptima y tercera o interior (esta última sólo puede venderse en el país donde se produce).

También serán muy importantes los efectos sobre galletas, productos elaborados con cereales, azúcar y chocolates. La mejora será sustancial en cuanto a calidades y de menor incidencia en precios. La integración en la CEE obligará a los fabricantes españoles de chocolates, tras un período transitorio de seis años, a cambiar sus actuales productos o a venderlos sólo en España y bajo una denominación diferente a la de chocolates. La legislación española permitía la presencia de féculas, en importantes porcentajes, en la elaboración de estos productos. En los países del Mercado Común está prohibido el empleo de féculas en los chocolates.

En cuanto a los pescados, la integración no supondrá un incremento significativo en la oferta de especies y tampoco significará un abaratamiento para el consumidor. La razón está en que España es el mayor consumidor de pescado por habitante de la CEE (unos 37 kilos al año) y uno de los mayores del mundo junto a Japón, Noruega e Islandia).

Vídeos y automóviles

La eliminación mutua de los derechos de aduanas existentes entre la CEE y España para los intercambios de mercancías entre ambas, y la supresión de barreras proteccionistas, van a suponer también un sustancial y paulatino incremento (se han acordado calendarios de desarme arancelario y cuantificaciones restrictivas transitorias) en la oferta de productos de consumo en nuestro país. La gama de productos y marcas de electrodomésticos, automóviles, confección, etcétera, a disposición del consumidor español se va a multiplicar.

En precios, según indican expertos que han participado en las negociaciones de adhesión, la tendencia general será hacia un ligero abaratamiento de todos los productos de importación. No obstante, esta tendencia quedará muy matizada por los distintos períodos transitorios y por algunas medidas de orden interno de las multinacionales.

En este sentido, las multinacionales del autómovil, en muchos casos, para evitar que un ciudadano de una nación donde los coches son más caros acuda a adquirirlo a otra de la CEE donde son más baratos, prohíben a sus talleres y servicios posventa atender a los usuarios que hayan comprado el vehículo en un país distinto al de su residencia. También suelen plantearse problemas de matriculación. Empresas y Estados tratan de paliar así unas diferencias de precios que se producen, esencialmente, por las distintas fiscalidades a que está sometido el automóvil según el país de que se trate,

Todas estas medidas restrictivas se han ido arbitrando en los últimos años ante la aparición de corrientes de consumo fuertemente desestabilizadoras como la registrada entre el Reino Unido y la República Federal de Alemania: los ingleses aprovechaban un fin de semana para pasar a Alemania y adquirir el mismo vehículo que pensaban comprar en su país, pero mucho más barato.

De todos modos, a corto plazo, el usuario español dispondrá de una oferta amplísima de automóviles europeos, y extracomunitarios, ya que las barreras de la CEE a los vehículos producidos en terceros países son mucho menores a las que tradicionalmente han existido en España.

Tabacos y gasolinas

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea supone también la desaparición de dos monopolios, el de tabacos y el de carburantes, en su tradicional configuración. Esta transformación se traducirá para el consumidor medio español, para el ciudadano de a pie, en una mayor oferta de marcas de gasolina y de tabacos y, fruto de la competencia, en una sustancial mejora de la atención de los expendedores al usuario.

Los accesos a las ciudades españolas, al igual que ocurre actualmente en la CEE, se irán poblando de estaciones de servicio con nombres de las principales multinacionales (Shell, ELF, Esso, etcétera), junto a los surtidores de Campsa, que a base de pequeños obsequios y atenciones al automovilista tratarán de granjearse las preferencias del consumidor.

Por otra parte, las gasolinas serán mucho menos contaminantes que en la actualidad (en España tienen un 0,6% de plomo en su composición), dado que la CEE tiene previsto bajar el porcentaje de plomo en los carburantes hasta el 0,15% en 1987 y posteriormente erradicarlo en su totalidad.

En tabacos, el cambio más visible para el consumidor se producirá en la posibilidad de adquirir estos productos en múltiples establecimientos (desaparece la exclusividad de venta de los actuales estancos) y en el paulatino y sustancial encarecimiento de los denominados cigarrillos negros, hasta ahora mucho más baratos que los rubios. Las previsiones hablan de algo más de 70 pesetas por cajetilla de cigarrillos negros al final del período transitorio, en 1992, y una práctica equiparación de precios entre tabaco rubio y tabaco negro en los años posteriores. Los fumadores de tabacos rubios serán los más favorecidos por el ingreso en la CEE, ya que sus precios crecerán muchísimo menos que los del tabaco negro.

Dentistas más económicos

La integración en la CEE supone la asunción por España de los principios de libertad de establecimiento y libre prestación de servicios. Ello supone que los ciudadanos españoles se pueden establer, invertir y montar negocios, sin ninguna restricción discriminatoria, en cualquier país de la comunidad y a la inversa.

Los profesionales también podrán ejercer en cualquier país de la CEE sin otro impedimento que la armonización de títulos. Esta salvaguardia ha evitado hasta alibra, en el seno del Mercado Común, la plena movilidad de estos profesionales entre los distintos países, aunque sigue existiendo el proyecto de acordar una armonización global para todos los profesionales de la CEE, excepto para los funcionarios.

De momento, sólo existe annonización de titulaciones en las profesiones de médico, comadrona, ATS y dentista. Hay una directiva sobre abogados, pero todavía no está armonizado el ejercicio.

El ciudadano español, en este capítulo, se va a beneficiar a corto plazo -se ha pactado un período transitorio de cinco años como máximo- con una sustancial rebaja en las onerosas facturas del dentista y con una notoria mejora en la prestación de estos servicios. España, durante el período transitorio citado, deberá instaurar una nueva carrera universitaria de cinco años de duración equivalente a los estudios comunitarios de Practicien de l'art dentaire. La escasez de dentistas en España y sus elevados honorarios van a atraer sin duda a numerosos profesionales de la CEE, que se establecerán en nuestro país y abaratarán y mejorarán este servicio médico.

En cuanto a los trabajadores españoles, se han impuesto períodos transitorios en las negociaciones de adhesión a su libre circulación por los países de la CEE. Por otra parte, los emigrantes españoles en la CEE van a ver equiparadas sus condiciones laborales y de prestaciones de Seguridad Social y asistencia, desde el primer día de la integración, con las de los trabajadores nativos de los países, donde se encuentren radicados.

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