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La tercera ampliación del Mercado Común

Gloria y honor a las legiones romanas

Andrés Ortega

Fueron unos días latinos. Pero, sin lugar a dudas, la gloria y el honor de estos días históricos revierten a los italianos: Giulio Andreotti, ministro de Asuntos Exteriores, y Bettino Craxi, presidente del Gobierno. Un democristiano y un socialista trabajando juntos en un Ejecutivo y en la Presidencia del Consejo de la CEE. Su habilidad y arte negociador ha permitido abrir las puertas de la CEE a España y Portugal. Todo el mundo lo reconoce.El propio presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, señaló ayer que la Presidencia italiana "ha ganado el partido de la ampliación tras una prórroga, pero ha habido penaltis -los penaltis integrados mediterráneos- salvados por el capitán Craxi. El terreno queda abierto para el futuro".

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Han sido largos días y largas noches de negociación, tanto con España y Portugal como dentro de la CEE, para resolver todos los temas principales que quedaban para la ampliación del Mercado Común. Hay que citar aquí también la labor del embajador italiano ante la CEE, Piero Calamia, así como de Lorenzo Natali y, en el tema presupuestario y en el de los programas integrados mediterráneos (PIM), de Delors. La CEE se ha librado ayer de los problemas pendientes que tenía desde hace cinco años, y se puede encaminar hacia la cita de Milán mirando al futuro de la Comunidad Europea.

El propio ministro español de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, prestó en días pasados un tributo muy especial a su colega Andreotti, el de la paciencia del franciscano. "Aunque también ha ido a lo suyo", según el español, pues, por ejemplo, los cítricos españoles no se han salvado del purgatorio del período transitorio. Claro que, por parte francesa, también se reivindica el triunfo. El propio François Mitterrand declaró ayer que "la actitud del Gobierno francés ha permitido que la ampliación culmine". Curiosamente ésta ha sido una cumbre con dificultades, pero sin tensiones. En ningún momento ha habido enfrentamientos personales entre los dirigentes europeos. Y Craxi hizo una apuesta elevada al entrar en la negociación a nivel del jefe de Estado y de Gobierno del problema de los PIM, en vez de remitirlo a los ministros. Pues de haber fracasado este intento, la cuestión habría quedado remitida a la cumbre de Milán, con lo que en ningún caso España hubiera tenido la posibilidad de ingresar el 1 de enero de 1986 en la Comunidad Económica Europea.

En la madrugada del viernes, con el acuerdo entre España, Portugal y los diez, se produjo un acontecimiento histórico. Pero la verdadera confirmación de la historia -a falta de sorpresas sobre la fecha de ingreso- llegó ayer en Bruselas.

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