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Reagan prepara ya el debate final del presupuesto militar

Francisco G. Basterra

La luz verde del Congreso al misil intercontinental MX, que hoy deberá confirmar definitivamente una última votación, no significa aún que Ronald Reagan haya ganado toda la batalla del presupuesto militar, en la que los demócratas esperan contener el rearme propuesto por el presidente, apoyados en un sentimiento mayoritario de la opinión pública. El 53% de los norteamericanos es favorable a "reducciones sustanciales" del gasto en armamento, un 5% más que en enero, según un sondeo de opinión publicado ayer por The Washington Post y la cadena de televisión ABC.

WashingtonEl mismo sondeo revela que el 47% de los encuestados, frente a un 43%, se opone a la construcción del polémico MX. El deseo de que el Pentágono también comparta los sacrificios presupuestarios que recortan sustancialmente todos los programas civiles se mantiene, a pesar de que la citada encuesta asegura que el 53% de los norteamericanos cree que las relaciones entre las dos superpotencias empeorarán con la llegada de Mijail Gorbachov al poder en Moscú. Un 58% no cree que las negociaciones de Ginebra vayan a conducir a un acuerdo de limitación de armamentos.La sensación de que el complejo militar-industrial se ha convertido en un gigante incontrolado y despilfarrador refuerza también la opinión de poner coto a los gastos militares. La empresa General Electric, la cuarta contratista militar más importante del país, fue procesada ayer por un gran jurado federal acusada de defraudar 800.000 dólares (unos 140 millones de pesetas) al Gobierno en la construcción de las cabezas nucleares de los misiles intercontinentales Minuteman. Este escándalo sigue al provocado por acusaciones similares contra la General Dynamics de engañar también al contribuyente en las facturas de los submarinos nucleares.

El ambiente en la Casa Blanca era ayer eufórico, tras la votación del martes por la tarde en la Cámara de Representantes, en la que la Administración consiguió el apoyo de 61 demócratas, casi una cuarta parte del número de representantes, para ganar por 219 votos contra 213.

Aunque algunos demócratas confían en que hoy pueden tener una última oportunidad de detener el MX al votar para la asignación definitiva de los fondos, las posibilidades de que algunos legisladores cambien su voto son muy remotas.

Reagan ha ganado una batalla política, pero no ha conseguido los nuevos misiles de 10 cabezas nucleares por sus méritos militares o por su importancia para reforzar la seguridad nacional. Bastantes congresistas que ahora han votado a favor, en algunos casos por miedo a aparecer como poco patriotas o blandos en temas de defensa, han asegurado que no volverán a dar su voto cuando al final de este año el Congreso tenga que volver a pronunciarse sobre 48 nuevos MX, que completan el número de cohetes de este sistema. Existe la impresión de que nunca se desplegarán los 100 misiles que Reagan desea instalar antes de 1999.

Límites políticos

Los legisladores no han conseguido sacar el debate de los límites políticos en los que lo ha encerrado el presidente. Si la votación se hubiera realizado sobre el precio del misil (unos 40.000 millones de dólares todo el programa, más de siete billones de pesetas) y sobre las consecuencias del mismo en el déficit presupuestario, que supera los 200.000 millones de dólares (unos 36 billones de pesetas), es posible que el resultado hubiera sido distinto.Posiblemente exista una mayoría en el Congreso que cree que la seguridad de Estados Unidos requiere bastante más que el gasto en armamento. "Esta nación tiene mejores formas de gastarse el dinero", afirmó la congresista demócrata por California Sala Burton. Los demócratas, que sufrieron el martes su derrota más importante desde el desastre electoral de noviembre pasado, creen que ahora, que han demostrado su firmeza en temas de defensa, podrán presionar a la Casa Blanca para lograr una reducción de unos 14.000 millones de dólares en el presupuesto del Pentágono. La oposición jugará la baza de encabezar el movimiento de descontento creado por los drásticos recortes presupuestarios que afectan a la clase media y los grupos de interés del país, mientras el Pentágono mantiene todos sus programas de rearme.

Reagan también ha detectado este sentimiento, y por primera vez esta semana ha sugerido la posibilidad de recortar los gastos de defensa, siempre que las reducciones presupuestarias no afecten a la seguridad nacional. Sin compromiso en el Congreso que afecte a las partidas de defensa, el presupuesto para el año fiscal de 1986, que solicita 275.500 millones de dólares (más de 49 billones de pesetas) para el Pentágono, va a tener grandes dificultades para ser aprobado. No sólo existe una fuerte oposición de los demócratas, sino que la mayoría republicana en el Senado apoya una congelación del presupuesto militar.

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