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Reportaje:LA PARTICIPACIÓN POPULAR EN LA JUSTICIA

El jurado que viene

La vuelta de esta institución permitirá a los ciudadanos participar en la Administración de justicia

"¿Creen ustedes que el dinero recibido por los acusados movió su voluntad en el sentido de dictar un veredicto a favor?". Era a principios de siglo, y los componentes deljurado respondieron unánimemente no a la pregunta del presidente del tribunal, con gran asombro de los asistentes, que habían presenciado los hechos: cómo en un juicio anterior contra los técnicos de una presa que se había hundido en Salamanca, y había causado varios muertos, juicio en el que los ahora sentados en el banquillo hacían de jurados, varios de éstos habían sido sobornados por la empresa, hasta el punto de que a uno le encontraron en el cuarto de baño con el dinero encima. El presidente hizo la pregunta en otros términos: "¿Es cierto que los señores X y J recibieron dinero el día tantos de tantos cuando estaban desempeñando su función de jurados?". El jurado dijo unánimemente: "Sí, es cierto".Los jurados de entonces entendían más lo que era simplemente recibir dinero que lo que implicaría eso de mover su voluntad en el sentido de dictar un veredicto. Igual que cuando, en las fiestas de un pueblo de Granada, también en los primeros años del siglo, un vecino de conocida deficiencia mental se llevó a un menor a la era y le hizo objeto de tocamientos. Varios centenares de personas que salieron detrás presenciaron los hechos. En el juicio se planteó a los jurados si el vecino era culpable de abusos deshonestos y, con escándalo de los presentes, aquéllos, que le conocían y sabían de su deficiencia, respondieron negativamente. La pregunta fue repetida: "¿Es cierto que el día X fulanito llevó a la era al menor y, tras atarle a un carro ... ?". Los componentes del jurado no lo dudaron: "Sí".

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Eran, entre otros, problemas de lenguaje que abonan la opinión de quienes piensan que "debe utilizarse en la administración de justicia una terminología comprensible por los ciudadanos y plantear las preguntas con claridad", como afirma el fiscal y vicepresidente de la Asociación Pro Derechos Humanos José Antonio Martín Pallín.

El revés de Thatcher

Para el abogado y presidente de la Asociación Pro Jurado, Gustavo López-Muñoz, la reinstauración deljurado supondrá "la participación del ciudadano en el proceso de lajusticia como sujeto activo, y no pasivo, y desde el punto de vista del procesado, que se le va a juzgar con el sentimiento de justicia de la comunidad en la que está inserto, haciendo una valoración del derecho de acuerdo con las normas que él conoce, y sabiendo que sus conciudadanos piensan que lo que ha hecho puede estar mal, al margen de que, además, esté en el Código".En febrero de este año se puso de relieve en el Reino Unido, donde funciona el sistema de jurado puro, compuesto sólo por jueces no profesionales, hasta qué punto el sentir y la interpretación de los ciudadanos pueden estar distantes de los criterios de los magistrados. Un jurado compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres absolvió a Clive Ponting, alto funcionario del Ministerio de Defensa, del delito de violar la ley de Secretos Oficiales por pasar información referente al hundimiento del crucero argentino General Belgrano durante la guerra de las Malvinas a un diputado laborista, empeñado en demostrar que el Gobierno había hundido el barco deliberadamente por motivos políticos.

El juez británico expuso al jurado públicamente, antes de que se retirara a deliberar, que el interés del Gobierno coincidía con el del Estado. Pese a esta instrucción del juez profesional, el jurado consideró que Clive Ponting no violó la sección segunda de la ley de Secretos Oficiales, decisión que supuso un serio revés para Margaret Thatcher y el principio del fin de una de las leyes más controvertidas de la legislación británica. El líder de la oposición pidió la dimisión del ministro de Defensa por haber ocultado información al Parlamento.

La hipotética tendencia absolutoria de algunos jurados quedó también en entredicho en Estados Unidos con motivo del juicio contra John Hinckley, el norteamericano que atgntó contra el presidente Reagan y dijo que quería mostrar así su amor por la actriz Jodie Foster. El jurado concluyó que Hirickley estaba loco, y era, por tanto, inocente. El veredicto no fue tan benévolo como podría parecer: Hinckley fue internado en un manicomio, donde los expertos deberían determinar su peligrosidad.

El fiscal José Antonio Martín Pallín piensa que la oposición a la institución del jurado, como la posible introducción del escabinado, o jurado mixto de ciudadanos y jueces, "supone un principio de desconfianza en la capacidad de los ciudadanos para comprender los problemas que se plantean ante los tribunales, y concretamente el escabinado encomienda a los técnicos la misión de orientar a los legos, pero con el inconveniente de que esto se hace fuera de la sesión de audiencia pública y encerrados en un cuarto técnicos y legos para deliberar juntos".

Esta modalidad de jurado tiene, a juicio de Martín Pallín, "el peligro de la captación psicológica del no técnico y una tendencia de éste a evadir su responsabilidad hacia el que, además de tener conocimientos técnicos, es un funcionario al que se tienen encomendadas esas tareas. Esto se ha comprobado en Francia, donde, en sucesivas reformas, se ha ido incrementando el número de legos para tratar de contrarrestar la influencia de los técnicos".

Supresión por higiene

La institución del jurado estuvo vigente en España en distintas épocas, una de ellas de 1888, año en que se promulga una ley específica, a 1923, hasta su abolición por Primo de Rivera -luego volvería a instaurarse de 1931 a 1936-, y fue acogida con distintas actitudes, que recogen las memorias,de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Mientras en 1901 la memoria decía que "el jurado es una institución propia de los pueblos libres, es un derecho inherente a la soberanía popular y representa genuinamente las ideas del pueblo", la de 1902 citaba, para refutarla, la opinión de quienes decían "que no tardaría en llegar el día en que, casi como medida de policía e higiene, habría que suprimirlo (el jurado), sin que de él quedase otra cosa que la maldición que sobre su tumba echarían, poseídas de horror, la generación presente y las venideras". Tan apocalíptica visión hace comentar a José Antonio Martín Pallín que "en las 35 memorias de esos años se pone de relieve el bajo índice cultural de la sociedad española y el alto grado de analfabetismo, pero no parece que sea ésta la sociedad que ahora contemplamos". En la memoria del fiscal de Granada de 1890, en la que criticaba el funcionamiento del jurado, se recogía, por ejemplo, la advertencia de que, en aquel momento, el 80% de la población era analfabeta.Gustavo López-Muñoz ve en las reticencias a que sean sólo los ciudadanos quienes juzguen "un instinto de conservación por parte de los jueces, que, aunque estén desbordados de trabajo, prefieren no perder su jurisdicción", y se manifiesta contrario a las tesis del proyecto del Gobierno, "que pretende que haya seis jurados y nada menos que dos jueces deliberando, lo cual me parece que desvirtúa totalmente la presencia de los ciudadanos".

No opina así Vicente Gimeno Sendra, catedrático de Derecho Procesal de la universidad de Alicante y autor del proyecto que maneja el Gobierno, para quien "los tribunales de escabinos son un jurado cualificado que entiende no sólo de la participación en el hecho punible del acusado, sino también de la aplicación del derecho y de la individualización de la pena", con lo que no sólo pronuncian el veredicto, sino que deciden, conjuntamente con los magistrados, "la totalidad de los elementos que integran el delito, incluido el quántum de la pena que sufrirá el acusado".

Crímenes pasionales

En el nuevo jurado español podrán participar hombres y mujeres, sin relegar a éstas a los delitos de móviles pasionales, los únicos para los que, al parecer, tenían preparado el juicio las ciudadanas españolas de Finales del siglo XIX, a tenor del artículo 9 de la ley del Jurado de 1888. Este artículo permitía la existencia de mujeres en los jurados, si cumplían las condiciones establecidas para los varones, "para conocer en los delitos de parricidio, asesinato, homicidio o lesiones ( ... ) en que el móvil pasional fuera el amor, los celos, la fidelidad o cualquier otro aspecto de las relaciones heterosexuales, aunque agresores y víctimas fueren del mismo sexo".No es inhabitual que los ciudadanos pongan excusas para no formar parte del jurado, según podría desprenderse de los sondeos recogidos en estas mismas páginas. Según informa Juan Arias, para formar en Italia el jurado que debe juzgar en Roma a los tres búlgaros y cuatro turcos implicados en la pista búlgara del atentado contra el papa Juan Pablo II ha habido que hacer una doble convocatoria, porque de los 50 primeros sorteados para elegir de entre ellos a 12,45 se presentaron en fila con sus respectivos certificados médicos, dado que no se puede alegar miedo o desagrado.

Los italianos son reacios a participar en los jurados por diversos motivos. Primero, porque prefieren no implicarse en casos de terrorismo o de la Mafia; también, porque las dietas son el equivalente a 6.000 pesetas, lo que allí no significa gran cosa. Las madres de familia con hijos tienen problemas, y si se trata de trabajadores autónomos no pueden cerrar sus negocios durante tres o cuatro meses. Además, parece que los largos juicios políticos no son excesivamente atractivos para algunos ciudadanos. Los jurados de la pista búlgara deberán entender de unas 40.000 páginas en un lenguaje no siempre comprensible. En última instancia, en las votaciones los jurados suelen aceptar lo que les dicen los jueces, dado que en Italia funciona el sistema del escabinado.

Esta postura reacia de los ciudadanos a juzgar casos de terrorismo tuvo un claro ejemplo hace varios años en un proceso celebrado en Milán contra militantes de Primera Línea, cuando se presentó voluntaria una diputada radical porque no había manera de formar el jurado. Parece que en estos delitos influye también el miedo a posibles represalias.

El sometimiento o no a criterio del jurado de los delitos de terrorismo es una de las piedras de toque de la institución. Pese a que el Reino Unido tiene jurado puro, éste no funciona en el Ulster para los delitos de terrorismo, aspecto en el que fue suprimido ante algunas represalias, según informa Carlos Mendo. El mantenimiento del jurado en Italia para estos delitos "ha sido un factor muy importante para que los poderes políticos hayan podido hacer frente con eficacia al fenómeno, y en España sería muy importante que se hiciera lo mismo, por lo que supone de asunción por los ciudadanos de las responsabilidades de la lucha contra esa modalidad delictiva", según opina el fiscal Martín Pallín.

"De hecho", sigue Martín Pallín, "en el estado actual de evolución de la sociedad y con la cantidad de información que es posible recibir, no tiene sentido excluir ninguna clase de delitos del conocimiento del jurado, ni siquiera los que tengan una artificial complejidad técnica, porque precisamente la labor de los jueces técnicos y de las partes letradas debe consistir en transformar las fórmulas jurídicas en conceptos lógicos perfectamente comprensibles".

El labriego y el jumento

En cuanto a las reticencias ciudadanas a participar en el jurado, hay una historia más cercana que Italia en lo geográfico, pero más distante en el tiempo: la del campesino toledano que se alejó de sus responsabilidades de administrar justicia montado en un burro. En la memoria que en agosto de 1873 elevó a la sala de lo criminal de la Audiencia de Madrid Balbino Maestre para dar cuenta de su gestión como presidente del tribunal con jurados que acababa de tener su primera actuación en Toledo, en un caso de homicidio. Rafael Gibert, catedrático de Historia del Derecho de la universidad de Madrid, cuenta en un libro cómo, al ir a empezar el juicio, tras múltiples vicisitudes, "faltaba uno de los jurados, un infeliz labriego que había aprovechado la dilación para trasladarse a un pueblo cercano, montado en un jumento, bajo el abrasador sol de julio en la vega. No había comprendido la importancia del cargo. Una comisión de médicos forenses fue a buscarlo y le trajo en su propio carruaje, medio muerto de insolación y miedo. La enfermedad no era tan grave que le impidiera la augusta función de juzgar a sus pares".El fiscal Martín Pallín recuerda que en la salas 1 a 6 de la Audiencia Provincial de Madrid pueden verse aún dos bancos corridos, uno detrás de otro. Sirvieron para dar asiento a los ciudadanos llamados para juzgar en conciencia a sus convecinos. Según los responsables del partido socialista, dentro de aproximadamente un año pueden volver a dar asiento a quienes, en cumplimiento del artículo 125 de la Constitución española, tengan la responsabilidad de participar en la Administración de justicia.

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