Poulenc, vivo

Volvió al frente de la Nacional el director de la Joven Orquesta Nacional de España, Edmon Colomer. En su programa, con las danzas sinfónicas de West Side story, un verdadero hallazgo de Bernstein, y las coloristas Variaciones del pavo real, de Zoltan Kodaly, Colomer incluyó el Concierto para dos pianos y orquesta, de Francis Poulenc, un compositor que espera el reconocimiento que le debe la historia.Una perfecta escritura, en la que el autor dice con precisión aquello que desea, movida por una intuición musical de muchos kilates, hace de esta página de los años treinta algo perdurable. Intervinieron en el concierto dos pianistas que lo dominan desde hace tiempo: Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga, profesores en el conservatorio de Valladolid y asiduos visitantes de muchos centros musicales europeos y americanos.

Antes volvió al Real, el nombre de Roberto Gerhard con Albada, interludi y dansa (1936), en la que se incorporó al nacionalismo de su maestro Felipe Pedrell. Es sabido que Gerhard estudió también con Schónberg y que fue capaz de alterar en su catálogo partituras de tres estilos: nacionalista, schónbergiano y ecléctico.