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RELIGIÓN

El Papa ha recibido en el último año 4.000 millones de pesetas en aportaciones directas de los católicos

Juan Arias

El papa Juan Pablo II ha recibido en 1984, por el llamado óbolo de san Pedro (aportaciones de los fieles de toda la cristiandad que le llegan personalmente al Papa) 25.996.506 dólares (unos 4.000 millones de pesetas). Pero esta cantidad no será suficiente para enjugar el déficit total de la Santa Sede, que para 1985 alcanzará la cantidad de 63.296 millones de liras (unos 6.000 millones de pesetas).A su vez, el Instituto Obras de Religión (IOR), o Banco del Papa, goza de buena salud económica, como explica un informe oficial presentado ayer por la oficina de prensa de Juan Pablo II, al término de la quinta reunión del consejo de cardenales de los cinco continentes, que acaba de celebrarse en el Vaticano y al que han asistido 12 de los 15 miembros que lo componen, entre ellos, el arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany.

El comunicado oficial señala que los cardenales han discutido sobre una inminente e importante reforma de la curia romana y que esta vez el Vaticano ha querido revelar la cifra correspondiente al óbolo de San Pedro, que es la cantidad de dinero líquido que cada año recibe el Papa personalmente de todos los fieles del mundo como ayuda para sus obras de caridad.

Esta cifra suele ser considerada como el termómetro de la popularidad del Papa en cada momento. La cifra de 1984, que ha ascendido a 25.996.506 dólares americanos, ha sido muy considerable, lo que demuestra, entre otras cosas, que los viajes de Juan Pablo II a través del mundo resultan rentables también en el aspecto económico. Y eso que, al parecer, no está reflejado en dicha cifra lo que el papa Wojtyla ha recibido con la indicación explícita de que sea enviado a Polonia.

El comunicado del Vaticano afirma que con la cantidad recibida por el óbolo de San Pedro la Santa Sede ha hecho frente el año pasado al enorme déficit acumulado. Un déficit que va creciendo considerablemente cada año y que, como han sido informados los cardenales, depende en gran parte del hecho que, tras el Concilio Vaticano II, se han ido multiplicando los órganos burocráticos de la Santa Sede y con ellos el personal.

En 1984, el total de gastos de la Santa Sede para pagar a su personal en activo (1.917 empleados) y a sus jubilados (911), ha sido de 103.659 millones de liras (unos 13.000 millones de pesetas), mientras que los ingresos han sido de 54.813 millones (unos 5.400 millones de pesetas). Al déficit de 43.813 millones de liras (unos 4.300 millones de pesetas) hay que añadir el correspondiente a Radio Vaticana, que ha sido de 14.430 millones de liras (1.443 millones de pesetas).

Los prelados participantes en la reunión para estudiar las finanzas vaticanas manifiestan también la necesidad de solicitar una solidaridad aún más generosa dentro de la iglesia universal "para que el Santo Padre pueda hacer frente adecuadamente a su misión al servicio de la humanidadad". Es decir, que lo que se plantea no es el contener los gastos del Vaticano, sino más bien el aumentar la generosidad de los fieles para hacer frente al déficit creciente.

El banco del Papa

Por lo que se refiere al Instituto Obras de Religión (IOR), considerado como el Banco del Papa, presidido por el discutido arzobispo norteamericano Paul C. Marcinkus, aunque no está considerado oficialmente como una institución de la Santa Sede, se habla también de él en el informe del Vaticano. No se hace referencia a su balance, cosa que nunca ha sido posible conocer, aunque lo habían solicitado en el pasado no pocos cardenales.Se dice simplemente que la cantidad que ha tenido que ser pagada al Estado italiano por el desfalco del Banco Ambrosiano (cerca de 43.000 millones de pesetas) ha sido desembolsado por el IOR sin "ninguna ayuda de la Santa Sede y sin que hayan sido tocados ningún tipo de depósitos confiados a la administración del Instituto".

Precisamente este último punto había preocupado mucho a cuantos dentro del mundo vaticano y religioso tenían sus cuentas en dicho banco cuando estalló el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano.

Esta noticia demuestra al mismo tiempo que, a pesar de todos los avatares por los que ha pasado el IOR, que ha visto incluso ir a la cárcel a su dos consejeros seglares más importantes, goza de buena salud financiera, lo que equivale a decir que Marcinkus no ha sido tan mal banquero en la defensa de los intereses económicos del banco que preside.

El mismo Marcinkus había declarado y teorizado en una entrevista que su única obligación como responsable del IOR era hacer fructificar lo más posible el dinero que las instituciones religiosas de todo el mundo le confiaban.

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