Recorridos por el cante
En Fuenlabrada, un inquieto grupo de aficionados al arte flamenco, apoyados por el Ayuntamiento, ha conseguido sacar adelante estas primeras Jornadas de Flamenco, cuyo desarrollo ha estado marcado por una gran dignidad y un claro deseo de propiciar una eficaz promoción divulgativa. En Fuenlabrada residen unos 50.000 andaluces, casi la mitad de su población, con lo que cualquier esfuerzo en esa dirección está más que justificado.Vicente Soto, jerezano, hijo de Sordera, puso su corazón y su entrega en los cantes de Jerez, que conoce profundamente, puesto que los mamó en su casa y en su tierra. Vicente progresa constantemente hacia una matización de que antes prescindía con frecuencia para. confiarlo todo al grito. Y su cante gana indiscutible calidad y emoción. Lo vimos sobre todo en sus siguiriyas de Torre y Paco la Luz -bisabuelo o tatarabuelo suyo-, que marcaron el momento de mayor excelencia de su actuación. Por bulerías, en cambio, cupleteó. Enrique Orozco es un sabio del flamenco. Su cante, para la intimidad, en las antípodas del grito, yo diría que es la quintaesencia del cante. Dijo los tientos y las malagueñas con primor, una verdadera delicia. Me pareció más discutible su cante por soleá.
Jornadas de flamenco
Cante: Vicente Soto, Enrique Orozco, Chaquetón, Talegón de Córdoba, Carmen Linares, Ramón el Portugués. Toque: Luis Carmona Habichuela, Paco de Antequera, Pepe Carmona Habichuela. Organización: Casa de Cultura del Ayuntamiento. Fuenlabrada (Madrid). 22 y 23 de febrero de 1985.
Los cantes de Cádiz tuvieron un maestro en Chaquetón. Hizo incluso, en virtud del tema casi obligado, los tanguillos de su tierra, y los hizo con gracia, muy flamencos. Pero donde brilló a la altura a que él puede llegar fue en la incomparable malagueña del Mellizo, que nadie hace con la grandeza y la fidelidad que él la hace, y en una serie bellísima de soleares, con las formas personales, verdaderas joyas, del mismo Mellizo y de Paquirri el Guanté.
Talegón de Córdoba, que cultiva por facultades, y supongo que por gusto, la estética del grito, nos brindó unos buenos fandangos -Carbonerillo, el Gloria y Cepero-, la singular modalidad de las alegrías cordobesas y una granaina equivocada, desmedulada, sin la arquitectura de ese estilo.
La actuación de Carmen Linares fue ejemplar. Su cante por tarantas podría quedar para la historia: bellísimo, modélico; no conozco a nadie que cante la taranta con su perfección y su jondura. No desmereció en el resto de los cantes que hizo, pero la taranta de Carmen Linares es única.
Por fin, Ramón el Portugués, quien no tuvo su noche. Apenas pudimos oír ese oco singular suyo en cantes deslavazados, sin nervio. Los tocaores, excelentes, especialmente Pepe Habichuela.
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