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Tribuna:Cara y curz de Arco 85
Tribuna
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Vender o no vender, ésa es la cuestión

¿Lo mejor de Arco 85? Para mí está claro que es la ilusión y el riesgo económico derrochados por un puñado de profesionales del mundo artístico español e internacional con la intención de crear un mercado de arte en nuestro país. Naturalmente, entre esos profesionales incluyo a todos los que de alguna manera viven o se relacionan con el arte actual, aunque por la naturaleza ferial de la empresa sean los galeristas los principales protagonistas. También he de aclarar, por el aquel de las susceptibilidades a flor de piel, que lo positivo de la acción conjunta elogiada no excluye muchas pequeñas mezquindades, cuyo recuento, sin embargo, nos impediría ver el bosque.¿Y lo peor? Pues que ese mercado apetecido, sobre cuya base se ha de edificar casi todo en el arte del futuro, retrase su aparición e impida nuestra homologación internacional. Pero ¿qué se puede hacer para que la gente compre arte con la misma normalidad con que invierte sumas nada despreciables en otros productos de consumo bastante más dudosos? Dadas las favorables circunstancias de la progresivamente rica y variada oferta de exposiciones y la entusiasta respuesta popular en nuestro país, simplemente esperar.

Esperar con los brazos cruzados en este asunto, en el que el apremio económico puede resultar inaguantable, es peligroso, y, por consiguiente, creo que las instituciones públicas y privadas podrían desempeñar un eficaz papel de mecenazgo, a la vez ejemplar y estimulante. Porque, contra lo que algunos piensan, desgraciadamente Arco dista aún mucho de ser un buen negocio, que es el objetivo esencial de una feria, y, sobre todo, no es en absoluto un negocio internacional.

Mercado raquítico

¿Y desde un punto de vista artístico? Quizá por falta de información de lo que es una feria en general o por desconocimiento de cuál es la realidad cotidiana de nuestro raquítico mercado de arte actual haya alguna gente aún incapaz de enfocar correctamente la situación. Renuncio a insistir en la explicación de que una feria artística es igual a cualquier otra feria, y hay que juzgarla no sólo como tal, sino también en función de la realidad comercial concreta de donde surge.

Desde esta última perspectiva, creo que el nivel medio de los productos presentados en Arco 85 supera con creces lo ofertado normalmente en nuestro mercado. Por de pronto, aquí es completamente inusual el que estén a la venta las excelentes piezas que, entre otras, nos ofrecen las galerías italianas de Girgio Persano (Pistoletto y Vedova), Pieroni (Gilbert and Georges, Kounellis, Paolini, Pisani, Spalletti, Accardi), Franco Toselli (Gilardi, Merlino, Merz, Paladino, De Maria, Germana, Salvio), o no digamos las obras de los grandes maestros de la vanguardia histórica que muestra la galería francesa Denise René, los american graffiti del estadounidense Sidney Junis y, en fin, lo que exhiben las galerías alemanas y austriacas.

Respecto al arte español, hay que decir que Arco 85 condensa muy bien, dentro de la lógica confusión de un escaparate, lo que está dando aquél de sí. Comprenderán que sería una locura que tratara de demostrarlo con datos precisos o que destacara nombres en función de las miles de piezas sueltas visibles. No puedo pasar por alto, sin embargo, en el terreno exclusivo de los stands dedicados a un solo artista: los de Tápies (Maeght-Lelong), Genovés (Marlborough), Gordillo (Fernando Vijande), Cruz Novillo (Aele), F. Amat (Joan Prats), A. Albacete (Egam-Yerba), Broto (Miguel Marcos) y El Hortelano (Moriarty). Cualquiera de ellos podría ser objeto de una amplia crítica y, a mi entender, desde luego elogiosa, aunque cada muestra, cada caso y hasta cada nivel sean diferentes.

Como resulta de todo punto imposible hacer el recuento de las cosas interesantes sueltas que he podido ver en las muestras colectivas, ¿me arriesgaré, sin embargo, a citar los stands españoles que me parecen más apreciables por su oferta en conjunto?

El riesgo no está en ser sincero, sino en que la no inclusión de algunos se interprete como un indicativo negativo, cuando carezco aquí de toda oportunidad para matizar. Hecha la advertencia, he aquí la lista de galerías que ofrecen un conjunto más notable sobre arte español actual: Juana de Aizpuru, Alençon, Buades y Montenegro.

¿No hay acaso más que, por diversos motivos, no tengan una representación dignísima? Voy a zanjar la cuestión con el dato escueto de que estoy pensando exactamente en hasta 15 nombres más como mínimo, y ustedes me dirán qué sentido tiene que haga una enumeración semejante, la cual, por lo mismo, me obligaría a ir ampliando el círculo indefinidamente.

Lo peor

Para acabar, he de confesar que el tema pensado a priori para este artículo era un balance panorámico de lo mejor y lo peor de Arco 85. Pues bien, si me las he visto y me las he deseado para sintetizar algunas de las cosas más positivamente notables, imaginen el desglose infinito de los posibles defectos desde esa perspectiva española del cuento de la lechera. Vamos, pues, al grano: lo peor que puede ocurrirle a Arco es que deje de existir, y sólo porque ello revelaría la imposibilidad de un mercado español de arte actual. Vender o no vender: ésa es la cuestión.

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