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Científicos españoles desarrollan una nueva técnica que abarata los paneles solares

Dos científicos españoles -el físico Enrique Domínguez, de 45 años, y el químico Carlos Domínguez, de 26, colaborador y, becario, respectivamente, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- han desarrollado una técnica que abarata el coste de los paneles solares que producen energía fotovoltaica. El secreto reside en el abaratamiento del silicio de las células solares sin que ello suponga una merma en su rendimiento.

Los científicos, que han podido trabajar en este proyecto desde 1980 hasta 1984 gracias a un premio de 27 millones de pesetas con cedido por la Fundación Ramón Areces, han patentado ya su técnica a favor del CSIC, aunque son pesimistas sobre su utilización futura, ya que, por un lado, la energía fotovoltaica no está suficiente mente apoyada en las altas instancias de la Administración ni valorada en el Plan Energético Nacional, y por otro, no es rentable en pequeñas producciones.Enrique y Carlos Domínguez enviaron hace ya varios meses al presidente del Gobierno, Felipe González, un avance sobre sus investigaciones y un informe sobre las posibilidades de los distintos tipos de energía. De la Moncloa se les remitió al Ministerio de Industria. "Apenas hemos conseguido que un funcionario ministerial pase a visitarnos", cuentan.

Material de inferior coste

"Las plaquetas de silicio que componen las células fotovoltaicas", explican Enrique y Carlos Domínguez, "tienen, por lo común, una altura de 400 mieras de grado solar. Nosotros hemos mantenido las 20 micras superiores de ese grado y sustituido el resto por un material de inferior coste, en el que copiamos, por medio de una epitaxia, la estructura columnar, la estructura de grano, del silicio de mejor calidad".Los investigadores han trabaja do sobre silicio policristalino, en la misma línea que ya lo hiciera la compañía norteamericana RCA. "Ellos mantienen también 20 micras de silicio de grado solar y sustituyen el resto por un sustrato de inferior calidad, en el que copian la estructura por una epitaxia con vencional basada en una deposición química de vapor en pared fría. Nosotros, por el contrario hacemos la epitaxia en pared caliente, por lo que podemos procesar un mayor número de plaquetas y consumir menos energía, con lo que abaratamos los costes".

Los cálculos de la RCA reducían el coste del vatio pico, en una producción de 100 megavatios, al precio de 0,54 dólares (unas 98 pesetas), mientras que la técnica española lo baja hasta 0,47 dólares. Ambos precios son ya inferiores a los de la energía nuclear. En la actualidad, el vatio pico de energía fotovoltaica oscila entre siete y 10 dólares.

La epitaxia se utilizaba hasta ahora en mieroelectrónica, por lo que su técnica no estaba desarrollada para estos nuevos cometidos. Ello ha obligado a los autores del trabajo a montar un horno específicamente para conseguir la reproducción de la estructura de grano del silicio.

Enrique y Carlos Domínguez, que pertenecen a la Unidad Estructural de Investigación de Microelectrónica del CSIC, han comenzado ahora un nuevo trabajo complementario del anterior, ya que se trata de purificar el silicio metalúr gico del sustrato de la célula (las 380 micras de inferior calidad) y evitar con ello una de las fundiciones, con lo que abaratarían aún más el producto. Sin embargo, las directrices del CSIC en este campo se encaminan a investigar con silicio amorfo. "Esto supondría abandonar en cierto modo nuestra línea de investigación, puies nos terriemos que no va a haber dotaciones suficientes para mantener ambas".

Energía del futuro

Convencidos de que la fotovoltaica es la energía del futuro en España, Enrique y Carlos Domínguez, que son de los poquísimos científicos que investigan en este campo en nuesitro país, lamentan el abandono en que se encuentran. "Se están gastando importantes cantidades de dinero público en líneas de investigación que no conducen a nada, bien porque no tenemos la tecnología necesaria que nos permitiera crear nuestra propia industria, bien porque los posibles hallazgos no tengan una utilidad práctica concreta y, por tanto, una importancia económica y social. La investigación no tiene ningún sentido si no se incide en la sociedad, y nosotros creemos que el tren de la energía fotovoltaica podemos tomarlo porque aún está empezando a echar a andar, mientras que otros trenes ya hace tiempo que los hemos perdido".

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