El escaso entusiasmo y la ausencia de estrellas son las constantes del Festival del Berlín
La presentación de otra película norteamericana -Mrs. Soffel, de Gillian Armstrong- no ha levantado el nivel del Festival de Berlín. La ausencia del director y de sus principales protagonistas, Diane Keaton y Mel Gibson, es un nuevo dato para la larga lista de cuantos por una u otra razón (el intenso frío, entre ellas) han optado por dejar sus películas en la libertad de las pantallas, sin promoción ni conferencias de prensa.
DIEGO GALÁN ENVIADO ESPECIAL, La cinematografía española sigue siendo la más destacada en los paneles publicitarios del festival. Ello, sin embargo, no garantiza el entusiasmo del público ante los filmes concretos. La presentación en una sección informativa de Nana de espinas, de Pilar Távora, fue acogida con gran frialdad, como ya había ocurrido en el festival de Huelva hace dos años: es una torpe filmación de un espectáculo teatral que no oculta su pretenciosidad.Que Mrs. Soffel haya logrado escaso éxito no significa que la película carezca totalmente de interés. La primera mitad, al menos, prende de la pantalla, en la esperanza de que su insospechada pasión amorosa adquiera vertientes originales. Es la que siente la esposa del director de la cárcel (Pittsburgh, a principios de este siglo) por un muchacho condenado a muerte por un asesinato que él dice no haber cometido. Tan heterodoxa fascinación acarrea no pocos problemas a la hasta entonces recatada y ejemplar esposa.
Pero ahí es precisamente donde Mrs. Soffel cae en los tópicos comerciales de cualquier filmete de aventuras. La huida de la cárcel y la persecución que sufren los amantes no sólo se alarga demasiado, provocando incluso la fatiga, sino que carece de la vitalidad del principio.
Más de dos horas
Es muy frecuente oír comentarios en este festival sobre la longitud de los filmes. Casi todos remachan lo ya expuesto en su primera parte, en un raro afán por alcanzar o superar las dos horas de proyección. Si los seleccionadores del festival no son responsables de esa manía de los directores (las películas, efectivamente, no tienen por qué concentrarse en la hora y media estándar, pero menos abusar inútilmente del tiempo que ocupan), sí lo son, en cambio, de que, transcurrida ya la mitad del certamen, aún no haya aparecido una sola película en la sección oficial con capacidad de sorpresa. Ni una sola.
Si el filme británico Wetherby, de David Haré, interpretado por Vanessa Redgrave; Los niños, de Marguerite Duras, o el filme de Alemania Occidental La muerte del caballo blanco, de Christian Ziewer, destacan ligeramente del resto es más en función de la debilidad general de la muestra que de sus calidades propias. El filme alemán, proyectado ayer, ilustra una revolución campesina del siglo XVI contra el pillaje tanto de sus señores como de los representantes de la Iglesia. Realizada con cuidado y excelente fotografía, respeta escrupulosamente los términos de un cine clásico que, así traducido, es más antiguo que ejemplar. La intención social del filme -el caballo blanco es el símbolo del enemigo de los pobres- es la de prolongar a nuestros días el retrato de aquellas injusticias.
Para apoyar sus comentarios negativos a la selección de esta convocatoria, los periódicos recuerdan la mejor promoción del pasado año, incluso exagerando sus aciertos, que la memoria hincha con nostalgia. Algunos se explican la debilidad del certamen por los meses en que Moritz de Hadeln, el director, tuvo que ausentarse por problemas de salud, y otros, finalmente, por la competencia del festival de Cannes ante la que el festival de Berlín está cerrando sus perspectivas.
Preferir Cannes
Es curioso, en este sentido, que hasta los realizadores alemanes opten por el festival de la Costa Azul. Triunfador Wenders en Estados Unidos, rebuscando Herzog en tribus primitivas su nueva inspiración fílmica (en su último filme, La canción del soldado, le ha conducido a un panfleto antisandinista), el resto de los directores germanos conocidos tampoco han presentado sus nuevas obras en Berlín. No han podido concluirlas a tiempo.
La esperada biografía de Rosa Luxemburgo que está ultimando la realizadora Margharette von Trotta (Las hermanas alemanas) verá su luz en Cannes, donde probablemente acudirán también Volker Schlondorff y el propio Wenders, ganador el pasado año con París-Texas. Wenders sí está presente en este festival de Berlín.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.