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LAS DIFICULTADES PARA LA AMPLIACIÓN DEL MERCADO COMÚN

Las diferencias entre los 'diez' dificultan que la CEE presente mañana un plan aceptable para España

Andrés Ortega

De "toma de conciencia, como máximo", definieron fuentes comunitarias la reunión del lunes y el martes (con posibilidad de ir hasta el miércoles) en Bruselas de los ministros de Asuntos Exteriores de los diez, que han de recibir a la parte española en sesión de negociación con tres temas fundamentales sobre la mesa: agricultura, pesca y asuntos sociales. Reina el pesimismo, pues, a pesar de la "gran incertidumbre", las fuentes de la CEE consultadas están de acuerdo en una cosa: hay que terminar antes del verano para que España ingrese, no ya el 1 de enero de 1986, sino incluso después de esta fecha.

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Las propuestas globales de compromiso de la Comisión Europea -órgano ejecutivo y burocrático de la CEE- en las tres materias citadas y en forma de paquete no han satisfecho a nadie. Tampoco a España. Y eso que lo que pueda salir del Consejo de Ministros de la CEE será, sin duda, una oferta endurecida.Todo el mundo pone objeciones a las propuestas de la Comisión, aunque en agricultura se acepta el enfoque general. Pero en pesca, la banda de los cinco -Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, RFA y Francia- rechaza la mayor parte de las sugerencias de la Comisión. Y parece jugar una difícilmente lograda solidaridad comunitaria frente a España: si un país abandona a otro en un punto importante, éste replicará en otro tema.

Entre otras cosas, las propuestas llegaron el pasado lunes, por lo que no ha habido técnicamente tiempo, dada la lentitud comunitaria, de hacer nada más que un primer cambio de impresiones.

Salir del atolladero

Ni siquiera parece haber una estrategia sobre cómo enfocar las reuniones del lunes y el martes. ¿Recibir a España y Portugal con posturas elaboradas hasta el último detalle -lo que es difícil- o recibirles con posturas abiertas? La cuestión sigue abierta. Otras fuentes indican que la única forma de salir del atolladero sería negociar primero a diez y luego con España y Portugal, del mismo modo en que se negocian al final los precios agrícolas en la CEE: una maratón en la que nadie sale de la sala mientras no haya acuerdo.

Otro elemento fundamental no resuelto de la estrategia comunitaria sería el de romper o no el paquete, dados los problemas que hay para la pesca, frente a la agricultura, que está más madura. Pero la presidencia italiana parece contraria a separar los temas, entre otras razones, porque Italia pretende así lograr ventajas para sus caladeros.

En agricultura, los mecanismos a aplicar están claros para los diez, pero, ante las nuevas propuestas, aún lejanas de las posiciones españolas, reaparecen las mismas reticencias y objeciones que antes entre los diez. Así, Dinamarca y Holanda no quieren contar a los quesos entre los productos sensibles para España a los que se aplicarían mecanismos especiales de protección. Lo mismo dice Francia para el trigo panificable. La RFA rechaza la mínima aproximación de los precios de intervención del aceite de oliva español al comunitario mientras no se reforme el acervo de la CEE en el sector para evitar la formación de excedentes.

En materia vinícola, las reticencias francesas se deben a que París quiere una más clara definición en España de la diferencia entre vino de mesa y vino de calidad o con denominación de origen. No está satisfecha con los montantes correctores que se aplicarían a las exportaciones españolas de vino, pues prefiere el sistema más duro de los montantes compensatorios. Y tampoco gusta del desarme arancelario en siete en vez de 10 años para algunas de nuestras frutas y hortalizas a su entrada en la CEE. Pero en este terreno las propuestas de la Comisión son una base válida de discusión.

No ocurre lo mismo con la pesca. La banda de los cinco ha presentado una contrapropuesta volviendo a la postura de la CEE del pasado mes de diciembre con algunos puntos no negociables: la duración del período transitorio (10 años, ampliables a 15 o reducibles a ocho, según el comportamiento español; la exclusión a la pesca española del rico box irlandés, y el no acceso español a las zonas costeras, salvo el mantenimiento de las actuales condiciones en el golfo de Vizacaya. Estos países están, sin embargo, dispuestos a aumentar ligeramente la cuota y el número de especies a atribuir a España. Otro problema en pesca es la participación de los fondos de la CEE a la reestructuración de la flota española. La Comisión propone un 75%, que Bonn y Londres rechazan.

Apertura mínima

En cuanto a los asuntos sociales, la apertura de la Comisión Europea es mínima, y, en todo caso, el país principal en este asunto, la RFA, ha declarado que no hará concesiones si no es dentro de un paquete global con la agricultura.

Los diez discutirán probablemente hoy el tema de Canarias, sin esperar una solución, pero para obligar a Francia a definirse. Se podrían cerrar algunos flecos que quedan de otros capítulos concluidos en lo esencial. Pero Francia subordina el acuerdo sobre flecos a la aceptación española de su contribución a la ayuda al Tercer Mundo (Convención de Lomé), 65.000 millones de pesetas, que la CEE ya se ha comprometido a dar a estos países. Y queda el pequeño problema, reabierto tras las declaraciones del presidente del Gobierno, del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que España no quiere firmar.

En cuanto al capítulo de las relaciones comerciales -y pesqueras- España-Portugal, si Madrid y Lisboa quieren derogaciones especiales, la CEE no quieren dejarlas para después de firmado el tratado de adhesión. Y, según indicó el titular de Exteriores, Fernando Morán, en Roma, las cosas no van muy bien en este terreno.

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