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El rey Fahd pedirá a Reagan armas y apoyo a las gestiones de paz en Oriente Próximo

El rey Fahd Ben Abdulaziz de Arabia Saudí comienza hoy su primera visita oficial a Washington con la intención de pedir al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, una innayor participación norteamericana en la búsqueda de una solución al conflicto árabe-israelí, y para presentarle una larga lista de compras de armamento.El viaje del monarca saudí fue aplazada una primera vez, cuando Fahd era aún príncipe heredero, a causa de la firma de los acuerdos egipcio-israelíes de Camp David en 1978, y postergado también por culpa de la invasión israelí de Líbano en 1982. Ahora la visita no se anuncia bajo los mejores auspicios, porque la Administración norteamericana ha suspendido mornentáneamente las ventas de armas a Oriente Próximo. "La visita se produce en un momento crucial", declaró recientemente a la prensa saudí el ministro de Asuntos Exteriores, príncipe Saud al Faisal, "al iniciar justamente el presidente Reagan el segundo mandlato (...) y cristalizar la tendencia del Gobierno de EE UU (...) a explorar lo que Washington puede hacer para resolver la crisis de Oriente Próxiino".

[Las negociaciones sobre Oriente Próximo entre EE UU y la URSS se celebrarán el presente mes de febrero, según anunció ayer France Presse citando a fuentes oficiales norteamericanas.]

Convencido de que Reagan posee ahora un cierto margen de maniobra respecto del lobby (grupo de presión) judío norteamericano, de cuyos sufragios puede prescindir af no poder presentarse a la reelección en 1988, Fahd pedirá a su interlocutor durante su primera visita oficial a EE UU desde que accedió al trono que retoque la ¡niciativa en Oriente Próximo, obligando a Israel a hacer concesiones, según fuentes árabes.

El estado de ánimo del monarca del principal país exportador de petróleo del mundo fue descrito, en vísperas de su desplazamiento, por su viceministro de Información: Fuad Farsi recalcó la semana pasada, en la primera página del diario saudí Al Jazira, la común aversión de EE UU y del reino saudí por el comunismo, y su fe en el libre comercio. Pero, añadía, los amigos árabes de Washington quieren poder refutar los argumentos de aquellos para quienes "las esperanzas puestas en nuestra amistad con EE UU han sido hasta ahora un espejismo".

Además de la práctica paralización de la diplomacia en Oriente Próximo desde el rechazo del plan de paz de Reagan y la posterior retirada de los marines de Beirut, el soberano de Arabia Saudí -el más antiguo aliado de EE UU en la región desde que en 1945 el presidente Franklin D. Roosevelt se entrevistó con el padre de Fahd a bordo de un barco de guerra norteamericano que navegaba por el mar Rojo- tiene un segundo motivo de irritación: el embargo de armas impuesto por Washington.

Decretada, en principio, por un plazo de cuatro a seis semanas, la suspensión de la venta de material bélico norteamericano, que se prolongará probablemente durante varios meses, ha sido anunciada tan sólo 10 días antes de la llegada de Fahd con un pedido de 40 cazabombarderos F-15, 1.000 cohetes antiaéreos Stinger, 3.000 misiles aire-aire Sidewinder, depósitos de carburante suplementarios para sus aviones y aparatos-radar Awacs por un valor total de más de 4.000 millones de dólares (más de 700.000 millones de pesetas).

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En un claro intento de mejorar la reputación del reino en la superpotencia que se disponía a visitar, el rey Fahd recibió la pasada semana en Riad a mediócentenar de personalidades norteamericanas a las que recordó que "el islam considera a Jesucristo como un emisario de Dios y sostiene que volverá a la Tierra para establecer la paz".

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