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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un presupuesto preocupante

EL PRESUPUESTO que el presidente Ronald Reagan ha presentado ayer al Congreso no puede por menos de provocar una reacción llena de preocupación en Europa; la disminución del déficit queda muy por debajo de lo que el propio Reagan había anunciado. No cabe duda de que, en el momento de pasar de las intenciones generales a la concreción cifrada, los choques de intereses han sido muy fuertes, y la solución adoptada por la Casa Blanca supone un déficit de 180.000 millones de dólares en el próximo ejercicio fiscal, el de 1986; y, de cara al término del segundo mandato de Reagan, en vez de un déficit de 100.000 millones de dólares (como había anunciado Reagan), será de unos 140.000 millones. Para Europa, el déficit del presupuesto norteamericano es un factor extraordinariamente negativo.El segundo aspecto preocupante del presupuesto -y sin duda el más grave en el plano internacional- dimana de los cambios en su estructura interna: las partidas asignadas a los departamentos civiles, y en particular a una serie de gastos sociales, sufren contenciones en ciertos casos sustanciales; pero ello queda anulado, con creces, con un aumento de los gastos militares de un 13%. Dentro de este capítulo, los gastos para construir nuevos misiles MX, cada uno de ellos dotado de 10 cabezas nucleares, alcanzarán 4.000 millones de dólares. En cuanto a la Iniciativa de Defensa Estratégica (más conocida como guerra de las galaxias), casi se triplica la partida dedicada a este fin: pasa de 1.300 millones de dólares, a 3.700 millones.

No es posible rehuir la pregunta de cuáles pueden ser las consecuencias de este presupuesto ante las negociaciones con la URSS sobre control de armamentos que van a comenzar en Ginebra el próximo 12 de marzo. Según las declaraciones hechas en Washington, se trata de dar a EE UU con este presupuesto "un fuerte punto de partida para la negociación sobre control de armamentos con la URSS". Sin duda es un argumento que los soviéticos pueden entender; cuando el Soviet Supremo aprobó, en noviembre pasado, los presupuestos para 1985, apareció, por primera vez desde hace cinco años, un aumento bastante sustancial del presupuesto militar. La comparación directa de los presupuestos es imposible, pero sí cabe comprobar que se ha producido un gesto político coincidente, en uno y otro lado, al elevar el presupuesto militar. No es una señal muy positiva; indica que el clima de las negociaciones Este-Oeste está aún lejos de la distensión.

Un aspecto concreto, el de la guerra de las galaxias, merece un comentario especial: porque el comunicado Shultz-Gromiko de enero pasado especifica como uno de los objetivos de la negociación el evitar la carrera de armamentos en el espacio. A pesar de fuertes presiones de los aliados europeos, e incluso de ciertos círculos oficiales en Washington, parece haber prevalecido la tesis del secretario de Defensa, Weinberger, partidario de seguir adelante a plena marcha los estudios y preparativos para las armas espaciales. Algunos comentarios insisten en que se trata de una carta en la negociación, y que hace falta elevar su valor antes de que empiecen las negociaciones. Pero existe otra escuela de pensamiento estratégico que aspira, y no lo esconde, a lograr de esta manera la superioridad sobre la URSS. En la conferencia que pronunció en abril de 1984 en la universidad de Maryland el ex canciller alemán Helmut Schmidt, expresaba su temor ante esta tendencia y decía: "Los esfuerzos de EE UU por lograr una superioridad sobre la URSS ponen en peligro la paz y pueden hacer estallar la alianza Europa-EE UU". Sin duda, hoy la tesis oficial en Washington no es ésta; se insiste en la intención de lograr mejores cartas para negociar. Pero, en cualquier caso, el presupuesto de EE UU alude a un futuro poco agradable; es un anuncio de que la carrera armamentista va a intensificarse. Incluso las previsiones para los años venideros acentúan esa tendencia. Si el Congreso -y existen posibilidades en este sentido- se decide a recortar las partidas militares, no hay duda de que significará una contribución al éxito de las negociaciones.

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