Villanueva de los Infantes
Los olvidados restos de Quevedo
Cuenta con un nombre que. bien pudiera servir de aviso. Sonoro, alargado, con apellido ilustre. Su situación en pleno campo de Montiel, con evocaciones a órdenes militares, hazañas y hombres ilustres, contribuye a dar pistas acertadas. Sin embargo, la ciudad sigue siendo ignorada por viajeros y curiosos, marginada en las citas, olvidada en las rutas. Ni siquiera el hecho de que fuera el lugar en que muriera el gran Quevedo le ha podido lanzar a una justa fama.Y, sin embargo, Villanueva de los Infantes es una población monumental por excelencia. El mismo Madoz en su diccionario le atribuye el honor de contar con una plaza Mayor "la más hermosa, llana y espaciosa de toda la provincia". No sé si el minucioso don Pascual exageró en su difícil comparación, pero lo indudable es que Infantes es un continuo descubrimiento. Empezando por su citada plaza, enmarcada por construcciones neoclásicas del siglo XVIII soportaladas, con dos casas que mantienen las antiguas galerías corridas de madera. Y en uno de sus frentes, la iglesia de San Andrés, de un gótico tardío del siglo XVI y unas estupendas portadas -atribuida una de ellas a Herrera-. En su interior se guardaron durante largos años los restos de Quevedo, hasta que, después de ser olvidados en una pasada restauración, fueron trasladados, en 1921, a la ermita del Calvario., según recuerda una lápida.
Las calles están bordeadas de mansiones blasonadas, ca.sas nobles, fachadas renacentistas. La ciudad entera es conjunto histórico-artístico con todas las razones. Casa de la Inquisición, convento de Santo Domingo, de portada renacentista, la casa donde nació santo Tomás, de Villanueva, casa del Arco, patios innumerables, balcones con rejería, puertas claveteadas: no es una población reducible a pura, lista de edificios notables. Cada plaza, cada calle se convierte en un inundo de interiores y exteriores por descubrir.
En los alrededores
Se encuentra Villanueva de los Infantes a 33 kilómetros de Valdepeñas, tomando la desviación que, en línea recta y a través de la Mancha, se dirige hacia Albacete. Catorce kilometros adelante se extiende Villahermosa, una población típicamente manchega de largas calles suavemente redondeadas. En su centro, una buena iglesia parroquial, la de la Asunción, con una notable portada del gótico tardío. Y a solamente ocho kilómetros de Villahermosa, hacia el Sur, Montiel, la que fuera antiguamente cabeza y sede de la Orden de Santiago. Sólo unas ruinas recuerdan el famoso castillo que vio pasar el poder de la Corona de Castilla a los Trastamara tras la decisiva intervención de Bertran Duguesclin.
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