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José Luis Moreno y su muñeco 'Rockefeller' alcanzan la máxima popularidad en Italia

Sociólogos y psicólogos estudian las causas del éxito del ventrílocuo español

Juan Arias

Es verdad que Italia no peca de nacionalismo, que no cierra nunca sus puertas a lo que lleva la marca de lo extranjero; es verdad que a veces hasta exagera, creyendo que lo que no es italiano puede ser hasta mejor. Pero lo que está pasando con el ventrílocuo español José Luis Moreno y su muñeco Rockefeller es algo que toca lo increíble. El artista en pocos meses ha conquistado el país. El nombre de Rockefeller aparece en las pintadas de las calles. En ese cuervo impertinente se están interesando no sólo los críticos, sino también los sociólogos y psicólogos.

Porque lo curioso del muñeco es que no sólo apasiona a los niños, incluso a los que aún no hablan y que ya imitan sus gestos y mueven como él la lengua. Gusta y llena de curiosidad también a los mayores, de todas las edades. Los ancianos se embelesan y los jóvenes tienen a veces conflictos con sus novias o al revés, porque cuando actúa el cuervo spagnolo no quieren salir ni al cine, ni de copas, hasta que no ha acabado el número de Moreno.

20 millones de audiencia

Este periódico ha preguntado a mucha gente de las clases más diversas cuál puede ser la clave de este muñeco, que se ha convertido en un fenómeno no sólo artístico sino social, y que ni siquiera el famoso Topogigio, que fue hace años una figura nacional, había llegado a tanto. Hoy, en los programas en los que se anuncia Rockefeller el índice de telespectadores ha superado los 20 millones. Hace días, Corriere della Sera escribía que Raffaella Carrá, la popularísima a quien la RAI le paga 600 millones de pesetas al año, "sueña con acercarse al éxito de Rockefeller". Y la gente dice de él que "es simpático, es fantástico, y te hace reír". Por eso Moreno, que ha actuado estos meses en los programas de más impacto, como Fantástico 5 y Domenica in, con el presentador más en boga, Pippo Baudo, en el canal más importante de la RAI, está recibiendo ahora una propuesta de Silvio Berlusconi, el rey del gran imperio de la televisión privada, que le ha llegado a ofrecer, por un contrato de dos años, la cifra astronómica de 1.500 millones de pesetas.Pero Moreno no se ha ido: "Me quedo en la RAI por un simple motivo de fidelidad", dijo a este periódico. "Ganaré mucho menos dinero, pero tengo ya con ellos una relación de amistad que vale más que todo".

Personaje vivo

Rockefeller se ha convertido en un personaje vivo aun para los mayores. De los niños, se da por supuesto: "A mi, ni me hacen caso", dice Moreno. Para ellos, Rockefeller es sólo un cuervo. A él le escriben, le mandan regalos, poesías, le cuentan sus penas. Pero también los adultos hablan del cuervo como de una persona verdadera. Lo hacen hasta los personajes importantes, quienes, cuando se encuentran con el embajador español Jorge de Esteban, lo felicitan por Rockefeller, y hablan del cuervo español como si no fuera Moreno, como de un personaje real."¿Quién es este cuervo?, yo mismo me lo pregunto" dice Moreno. "Porque yo creo que existe una especie de esquizofrenia entre él y yo. En la escena, donde improviso a veces el 70% de los diálogos, Rockefeller dice las cosas que yo jamás me atrevería a decir". Y es esto lo que ha notado Alberto Bevilacqua, uno de los novelistas más de actualidad, que le ha dedicado un artículo en el que subraya que "es desconcertante cómo Moreno, con su aspecto aburguesado, con carrillos de muchacho y sonrisa melíflua, pueda llevar en su barriga a este especie de demonio alegre y despreciativo con el que crea fantasmas sumergidos en las fábulas de ogros".El mismo escritor añade que Rockefeller es hoy en Italia "el personaje más nuevo de la televisión que hace pensar a un Pinocho volátil, pero que es mas bien una degeneración negra del frac de Modugno.Es un personaje, entre el reino animal y el humano, se ha escrito, más bien un solitario y un misógino, un tipo que "conoce la tristeza visceral" y que da la impresión de que vive por su cuenta, fuera de esta tierra. Una mezcla de ternura, de impertinencia, de mala educación, de humanidad y dulzura al mismo tiempo, que hace pensar en un hijo abandonado que corretea por el mundo libre, solo, y con su propia filosofía.

Pertini y el Vaticano

De él se ha enamorado Pertini, el popular presidente de la República, que le ha regalado una de sus mejores pipas. Por él se ha interesado hasta el Vaticano. Al parecer, un día el Papa hizo saber a Moreno que su muñeco había atravesado el Tiber y que gustaba y desconcertaba a los mismísimos cardenales.Las mujeres lo quieren como a un hijo falto de protección; los jóvenes como a una proyección de sus deseos inconscientes de libertad para poder cantarle las cuarenta impunemente hasta al lucero del alba; para los adultos es como un pedazo de infancia que nunca pudieron vivir y que sueñan aún; para los niños es como el amigo travieso y simpático con quien se podrían divertir plenamente.

Mientras tanto, la RAI le ha encargado a Moreno un programa sólo para él, de 22 capítulos y en la hora de mayor audiencia. El disco cantado por Rockefeller está a la cabeza de la clasificación nacional y en febrero se empezará a rodar una película, dirigida por Maurizio Ponti. Una película que se han disputado las mejores productoras del cine italiano, porque nace con el éxito asegurado.

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