Presentación madrileña de Mabel Perelstein

En el salón de actos del Real Conservatorio de Madrid fueron entregados el pasado jueves los premios otorgados por la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero. Durante el acto, Mabel Pereistein ofreció un breve y variado recital de canto. El presidente de la fundación, Fernández Carriedo, dio cuenta de los fallos decididos por los tribunales calificadores y se refirió a otros aspectos atendidos por la institución, como son la concesión de un premio Fin de Carrera, cuatro becas destinadas a estudiantes del conservatorio madrileño y 20 a alumnos del Conservatorio de Toledo, patria chica del maestro Jacinto Guerrero, nacido en Ajofrín.Esteban Sanz recibió el premio al mejor libro sobre El maestro Guerrero y su tiempo, dotado con dos millones de pesetas. El jurado que decidió este galardón recomienda la edición de la obra, así como la de la otra presentada al concurso.

Habiendo quedado desierto el premio de cuatro millones de pesetas destinado a la mejor zarzuela, la mezzosoprano Mabel Peresltein y el barítono Carlos Bosch recogieron los premios internacionales de canto, dotados respectivamente con un millón y 250.000 pesetas. El primero, indivisible y único, se concedió al cantante de mayor mérito; el segundo, independiente, fue concedido al mejor intérprete de obras del maestro Jacinto Guerrero.

Breve recital

Inmediatamente, Mabel Perelstein, acompañada al piano por Juana Peñalver, ofreció un breve y variado recital, en el que figuraban ejemplos de lieder (Schumann, Grieg), ópera (Massenet y Cilea), canción española de cámara (Misón, Obradors, Montsalvatge y Turina) y zarzuela (Serrano y Guerrero).Mabel Perelstein, nacida en Argentina, reside en Madrid desde hace tiempo y se formó en la Escuela Superior de Canto con la profesora Isabel Penagos, principalmente. Posee una voz bien timbrada de mezzo, a la que usa muy diestramente y a través de unas posibilidades de color y potencia muy ricas. Sumamente expresiva -ya la materia lo es-, sus versiones son siempre emocionales, y si los lieder (recordemos su Widmung su Ich liebe dich) llegaron al auditorio con eficacia, quizá la naturaleza de la Perelstein es sumamente teatral, de lo que se beneficiaron el aria de Las lágrimas de Werther, y la de Adriana Lecouvreur, Acerba voluttá, ejemplos distintos de un belcantismo evolucionado que se anticipa a Puccini y en Cilea se expansiona con holgura dentro de la línea verista. Extraordinaria brillantez tuvieron las romanzas de Los claveles y La fama del tartanero. Esta zarzuela, que nunca se representa, contiene algunos de los mejores trozos del maestro toledano, como sucede con Martierra, La españolita y, antes, en María Sol, que es de 1924. El éxito de Mabel Perelstein (que hace dos años logró en Barcelona el Premio María Canals) fue total y, ante los aplausos insistentes, retorno al lied, con el excelente y redondo Zueignung de Strauss. Juana Peñalver colaboró muy bien desde el piano al triunfo de la cantante.