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Entrevista:

El ministro de Información de Mozambique considera "frías" las relaciones con Portugal

José Luis Cabago, de 43 años, mozambiqueño, de raza blanca, sociólogo por la universidad italiana de Trento y ministro de Información de su país, es uno de los seis máximos dirigentes del Comité Central del Frelimo. Cabajo, que considera "Mas y tensas" las relaciones que Mozambique mantiene con Portugal, presidió en el 31º Congreso del PSOE la delegación de su partido, en el poder desde la independencia de Mozambique.

Pregunta. ¿Cuál es el alcance político de los acuerdos de paz de Nkomati suscritos por Mozambique y África del Sur?

Respuesta. Los acuerdos reflejen el deseo surafricano de pasar de una estrategia militar a una estrategia económica de nuevo cuño. Para África Austral, el acuerdo implica una disminución de la confrontación Este-Oeste allí. Para mi país, Mozambique, los acuerdos de Nkomati implican una distensión militar en nuestras fronteras, de donde han sido retirados grandes contingentes de tropas. Por ello, se han reducido los riesgos de una intervención militar exterior. Ha disminuido también el apoyo oficial surafricano a los bandidos.

P. ¿Existe la posibilidad de que África del Sur esté ensayando con ustedes una política de dos pistas, una de ida, negociadora, y otra de vuelta, bélica?

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R. Nos hacemos cargo de esta eventualidad, pero Mozambique piensa más bien que el poder surafricano no es homogéneo, que su sociedad política tiene profundas contradicciones internas. Cada vez es más claro que el interés de los grupos económicos, que preconizan una estrategia económica, se opone frontalmente al interés de algunos grupos militares, que apoyan una estrategia militar o respaldan a los bandidos.

Resistencia de los ex colonos

P. ¿A qué bandidos se refiere?

R. De enero a febrero de este año, entre 1.200 y 1.500 bandidos fuertemente armados se adentraron en Mozambique por la frontera surafricana. No sabemos a qué razones obedecía esto, pero pensamos que era una muestra de la resistencia de algunos sectores de ex colonos portugueses -apoyados por la financiación de capitalistas portugueses y de poderes surafricanos- a aceptar el proceso negociador de Nkomati.

P. ¿Quién apoya en Lisboa este movimiento?

R. La Prensa surafricana. Tengo entendido que el diario Star de Johannesburgo, asegura que detrás de los grupos se hallaba el viceprimer ministro portugués, Mota Pinto.

P. Y usted, ¿qué piensa al respecto?

R. Lo más relevante es que, por primera vez, África del Sur denuncia la existencia de sectores que apoyan estos grupos desde su territorio, lo cual muestra, a mi juicio, que se siente con fuerza para denunciarlos.

P. Estos hechos, ¿han dañado las relaciones entre Lisboa y Maputo?

R. Sí. Es imposible que no las dañe. Nosotros quisiéramos que fueran fraternales; a nivel de partidos son buenas, pero a nivel estatal son ahora tensas y frías. Portugal dice que carece de instrumentos jurídicos para perseguir a los dirigentes del movimiento Renamo, Resistencia Nacional de Mozambique, que emplean Lisboa como una plataforma propagandística de sus sabotajes contra nosotros. El tema es tan grave como si Lisboa argumentara que no puede perseguir a los portavoces de ETA, si operaran desde la capital del Tajo.

P. Algunos medios políticos creen que la rúbrica mozambiqueña de los acuerdos de Nkomati altera la correlación de fuerzas en África Austral desfavorablemente para los regímenes progresistas africanos.

R. Sólo una política activa de distensión regional puede limitar el proceso de militarización del océano Indico. Mozambique no puede mudar la correlación mundial de fuerzas, pero sí es viable una política de paz en nuestra región retirando de ella los motivos del conflicto.

P. ¿Cree usted que Africa del Sur tiene la bomba atómica?

R. De este asunto no sé más que usted. Dispone de tecnología nuclear para hacerla, pero si puede utilizarla con fines militares es algo que desconozco.

P. ¿Cómo cumple sus compromisos el Gobierno surafricano?

R. Su sinceridad es real. Nuestra opinión es que los cumple sinceramente.

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