Un hijo mata a su padre en París para evitarle sufrimientos inútiles
Un "buen hijo", según titulaba ayer un diario vespertino parisiense, mató a su padre de un tiro en la cabeza porque este último le suplicó que "acabara de una vez" con los dolores horribles que le causaba su enfermedad incurable: un cáncer de médula espinal. El padre, oficial retirado del Ejército, de 67 años, se llamaba André Navy. El hijo, de 30 años de edad, sé llama Roland y se encuentra en detención preventiva.
Desde hace ya varios meses, en el hospital de Pontoise, una de las barriadas de la periferia parisiense, el ex oficial del Ejército sufría lo indecible; su enfermedad era incurable y nada, tampoco, remediaba sus dolores agudos y continuos, día y noche.Los familiares desfilaban por el hospital para animarlo con frases bienintencionadas y promesas o esperanzas falsas. De unas semanas a esta parte, este entorno caritativo se convirtió en un dolor más para el enfermo; y un día y otro, cuando se encontraba a solas con Roland, le suplicaba que lo suprimiera: "tú, por lo menos, no vas a consentir que continúe así", le repetía al hijo cada vez que le visitaba.
Esta súplica acabó devorando a Roland. El pasado lunes, Roland a última hora del día, visitó a su padre como de costumbre; y, como de costumbre también, la misma frase le atravesó los oídos: "tú por lo menos no vas a consentir que continúe así".
Roland salió de la habitación de su padre y, tras resolver algunos asuntos personales, a primeras horas de la madrugada del martes regresó al hospital, donde pudo entrar burlando la vigilancia. En el bolsillo llevaba su revólver legal, ya que su trabajo de transportista de fondos mercantiles le autoriza el uso de arma.
El hijo, ya en la habitación, habló con el padre por última vez y después, a quemarropa, le disparó en la cabeza; el tiro no hizo mucho ruido y nadie acudió. Fue Roland quien llamó a la enfermera, y con palabras escuetas, y aparente calma, le confirmó: "acabo de matar a mi padre; sufría demasiado"; al tiempo que le señalaba el revólver, que había posado en la mesita de noche.
La enfermera, que permanecía perpleja, aún pudo escuchar de la boca de Roland: "le ruego que avise a la policía".
Inmediatamente, los gendarmes se presentaron en la habitación donde el padre yacía ensangrentado, y donde el hijo esperaba a ser detenido. En sus primeras declaraciones a la policía, Roland reveló que había matado a su padre por su propia cuenta, es decir, sin consultar a ningún otro miembro de la familia; esta última en cuanto tuvo noticia del drama se manifestó, toda ella, totalmente solidaria del hijo, por entender que este último había realizado "un acto de amor".
Caso semejante
En espera de que la justicia tome una decisión, Roland se encuentra en detención preventiva. El problema de la eutanasia, altamente polémica en éste país ha emergido de nuevo, en suma. Vuelve a ser objeto de debate.Desde hace algún tiempo, aquí, varios médicos han llegado a declarar públicamente que mataron a sus pacientes para evitarles sufrimientos inútiles.
Hace ahora un año que la justicia se pronunció, por última vez, sobre un caso semejante: un hombre mató a su madre, que padecía un tumor de estómago incurable y que le suplicaba continuamente, "mátame, por favor". Los tribunales, en esta ocasión, pronunciaron unveredicto favorable al hijo, que quedó en libertad.
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