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LOS CLAROSCUROS DE LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS

Cocaína para la clase media norteamericana

Francisco G. Basterra

, La cocaína, el polvo blanco cuya inhalación produce una estimulante euforia, ya no es un lujo de la alta sociedad, de la gente guapa, sino que se ha convertido en la droga de la clase media norteamericana, según los informes presentados la pasada semana ante la comisión presidencial sobre el crimen organizado. De las fiestas de Beverly Hills y de los lujosos apartamentos de Nueva York sobre el Central Park, la cocaína ha pasado a las más modestas salas de estar de los norteamericanos medios, que gastan al año 50.000 millones de dólares para obtener las rayas de este mágico polvo.Al menos 10 millones de norteamericanos, de todas las regiones del país y de todas las clases sociales, toman cocaína una vez al mes, anunció ante la comisión sobre el crimen el doctor Arnold M. Watson, director del departamento de investigación y tratamiento de drogas del hospital Regent, de Nueva York. "La cocaína ya no es únicamente la droga de los muy famosos y muy ricos, sino que es ahora la droga de la clase media norteamericana", explicó Watson, "de las personas que tienen trabajos de responsabilidad, que realizan servicios esenciales y de cuyo juicio, habilidad y experiencia dependemos todos".

Este cambio sociológico se ha producido por la decisión de la generación del baby boom (los nacidos tras la II Guerra Mundial) de pasar de la marihuana, en la que se inició en los años sesenta y setenta de Vietnam el pacifismo y el movimiento hippie, al uso de la cocaína en la década de los ochenta.

"Muchos de estos ciudadanos" dijo el doctor Watson en el curso de las audiencias públicas televisadas sobre este tema, son hoy "ambiciosos ejecutivos que se han pasado a la cocaína, porque les ofrece un sentimiento temporal de gran energía y optimismo. Les hace sentirse como superhombres y supermujeres, pero esta sensación va siempre seguida por una depresión y la necesidad de obtener más cocaína u otras drogas".

Droga peligrosa

Varios expertos en el mundo de las drogas testificaron durante esta semana ante la comisión sobre el crimen contra la idea popularmente generalizada de que la cocaína no es una droga que crea adicción y que, por tanto, puede ser consumida sin graves consecuencias. Las muertes relacionadas con su utilización o los ingresos urgentes en los hospitales se han incrementado más de un 200% en los dos últimos años. Un médico forense testificó ante la comisión que muchas de las víctimas se inyectan cocaína en las venas.

Dos millones de norteamericanos son tan dependientes de este peculiar azúcar que no pueden dejar de usarlo sin serias consecuencias para su salud o su comportamiento. Varios adictos, psicólogos, científicos, funcionarios de la lucha antidroga y profesores, han presentado un panorama pesimista ante la comisión.

El lunes de la semana pasada la policía descubrió un aeropuerto clandestino en Arízona y confiscó dos camiones que transportaban 750 kilos de cocaína envuelta e papeles de navidad, con un valor en el mercado superior a 1.000 millones de dólares. La droga llega sobre todo desde Latinoamérica, cada semana toneladas de estupefacientes consiguen ser introducidos en EE UU. Sólo en los últimos días se han capturado 32 millones de dólares de marihuana en un carguero frente a la costa de Boston, una tonelada de cocaína y 600 kilos de marihuana en un almacén de Houston, y 1.500 kilos de cocaína en contenedores de aluminio enviados desde Perú a Miami.

La Maria contraataca

La mafia de la droga ha decidid contraatacar en la lucha que le enfrenta en sus propios países a funcionarios norteamericanos. Hace ocho días, varios diplomáticos estadounidenses tuvieron que abandonar Colombia por amenazas de los traficantes, y horas después un coche bomba estallaba frente a la Embajada norteamericana en Bogotá.

Las autoridades norteamericanas reclamaron recientemente a las españolas la extradición de dos de los mayores contrabandistas mundiales de cocaína, los colombianos Jorge Luis Ochoa y Gilberto Rodríguez, detenidos en Madrid a mediados de noviembre.

A pesar de la abrumadura presentación de estos datos a través de la televisión, con vídeos incluidos sobre laboratorios clandestinos de drogas y películas de ajustes de cuentas a tiros entre bandas traficantes, existen serias dudas sobre la actitud a adoptar respecto a las drogas en este país. Importantes sectores presionan para lograr su legalización, y en 11 Estados, donde reside una tercera parte de la población, su uso sólo se castiga con una pequeña multa.

De 20 a 30 millones de norteamericanos fuman habitualmente marihuana y 500.000 ciudadanos son adictos a la heroína, que, sin embargo, ha sido reemplazada por la cocaína en los ambientes sociales más pobres.

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