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Pesimismo en Dublín sobre un acuerdo que permita el ingreso de España en la CEE en 1986

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea desde el 1 de enero de 1986 depende en gran medida de la reunión que celebran hoy y mañana en Dublín los jefes de Estado y de Gobierno de los 10 países miembros, quienes estudiarán la reforma de las estructuras políticas comunitarias y la ampliación a 12 miembros (España y Portugal). La cumbre empieza rodeada de un pesimismo generalizado sobre sus resultados.

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No obstante, el presidente del Gobierno español, Felipe González, declaraba ayer a la televisión francesa que la negociación para el ingreso "está madura y debemos aprovechar esa circunstancia". "Estamos dispuestos a aceptar cualquier solución, cualquier acuerdo", agregó, "siempre y cuando éste no signifique una discriminación para España".Hace sólo 10 días todo parecía indicar que la sesión iba a tener más carácter social que de acto político. Pero la impresión recogida anoche era que, salvo acuerdo de última hora, propiciado entre bastidores por la presidencia irlandesa, las perspectivas de alcanzar un consenso en ambos temas estarán remotas. Se suponía que una vez arreglada la contribución británica al presupuesto comunitario, los 10 mandatarios se iban a limitar a dar su aprobación oficial a la propuesta formal de ingreso de España y de Portugal, con el fin de que el Consejo de Ministros negociara con los dos países ibéricos los términos de la adhesión en la reunión que se celebrará en Bruselas el 17 y el 18 de diciembre.

Sin embargo, los temas se han enconado. El principal obstáculo radica en los excedentes de vino, que le cuestan al Mercado Común cerca de 1.000 millones de ECU al año (unos 126.000 millones de pesetas), al menos mientras los Gobiernos francés, italiano y alemán no resuelvan lo que se califica de guerra del vino. España produce el 40% del vino europeo, y el próximo mes tendría que negociar bajo la presidencia italiana.

Para los otros asuntos pendientes, la cumbre debe dar directivas claras y flexibles a sus ministros, pues de otro modo la situación seguirla empantanada. Quizá tengan una breve discusión sobre el período transitorio para la pesca española en aguas comunitarias, cuestión que se revela como más espinosa en la recta final de las negociaciones.

El segundo tema importante de la agenda es la cuestión de la unidad política europea. Pero la primera ministra británica, Margaret Thatcher, que hoy estará rodeada de fuertes medidas de seguridad tras el atentado del Ejército Republicano Irlandés (IRA) -habrá manifestaciones contra ella-, fue taxativa el viernes: "No creo que debamos tener nunca unos Estados Unidos de Europa de la misma forma que existen unos Estados Unidos de América".

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